miércoles, 30 de noviembre de 2016

II SEMANA DE ADVIENTO A-2016


«Convertíos porque ha llegado el Reino de los

 Cielos.»



Saldrá un vástago del tronco de Jesé. El Señor reaviva en nosotros su Venida, nos invita a que nos preparemos, y esa preparación es la conversión de los corazones, su Nacimiento no puede quedar tan solo como un recuerdo histórico, ni tampoco podemos quedar presos del montaje social navideño.

El adviento es tiempo de conocer el Espíritu de sabiduría, de inteligencia y de prudencia, de consejo y fortaleza y todo eso nace del encuentro  con el Señor y en la inquietud que debe nacer en nuestro corazón que nos lleva a la conversión plena. Es el signo visible de la luz, de la Corona de Adviento, que va ganando luz según se acerca el nacimiento del Salvador.

“Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá”. Todo ello solo puede brotar del obrar del amor de Dios, para que rompa los prejuicios del mundo y se pueda vencer al mal y al pecado que quiere destruir a la humanidad.



Todo lo escrito en anterioridad nos dirá San Pablo, es bueno y positivo para nuestro crecimiento, y para que mantengamos la esperanza plena, y de ahí ha de nacer la paz y el consuelo que nos debe caracterizar como Hijos de Dios, como Hijos de la luz.

“Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego”. Juan Bautista vino a predicara la conversión, la venida del Salvador, vino a bautizar con agua, para purificar de los pecados y de la incredulidad. Pero será el Mesías el que bautizará para dar la gracia del Espíritu Santo, que es la verdadera fortaleza para la conversión.

Isaías 11:1-10,  Romanos 15:4-9,  Mateo 3:1-12

Javier Abad Chismol

Párroco



viernes, 25 de noviembre de 2016

I DOMINGO DE ADVIENTO A-2016


¡DESPERTAD DEL SUEÑO!



Isaías nos enseña cual es el camino que nos conduce al Señor, que nos lleva al encuentro gozoso con un Dios que es Padre y que es amor. Él reunirá a todos los pueblos de la tierra, nos llevará a la paz, a la verdadera paz que nos conduce a la libertad auténtica, aquella que hace que el ser humano y la humanidad entera rompa sus cadenas. Venid, subamos al monte de Yahveh, a la Casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.» Pues de Sión saldrá la Ley, y de Jerusalén la palabra de Yahveh, y por lo tanto, caminemos hacía la luz que nos da el Padre,  que da sentido a nuestra vida y nos llena de esperanza.

Hoy vamos alegres a la casa del Señor, hoy vemos como la luz de la venida del Señor empieza a alumbrar los corazones, las casas, los pueblos, hoy comenzamos la preparación de la Navidad y por eso estamos alegres.

Despertemos del sueño, de nuestra ausencia de esperanza, porque llegan días de gloria y de liberación. Despojémonos de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.


Hoy se nos llama a la dignidad del que vive a pleno día, que no tiene una vida oculta llena de pecado y oscuridad, hoy abrimos nuestros corazones para que la luz del Señor ilumine nuestras vidas y sirva de esperanza a la humanidad entera, nada de pecado y perversión, seamos coherentes con el regalo que el Señor nos ha dado que es la fe que se transforma en obras.

Por la maldad creciente se enfriará el amor de la mayoría, no consintamos que el pecado, la corrupción, la doble moral, nos aleje del amor de Dios, portémonos con la dignidad que corresponde a la llamada de ser seguidores de Jesucristo.

No se trata de una amenaza, es un toque de atención por parte del Señor, como Padre bueno que quiere lo mejor para sus hijos, que quiere que todos se salven y entren por la puerta de salvación. El descuido, el abandono, la dejadez, nos podría llevar a nuestra destrucción, por eso despertad del sueño y levantad la cabeza, no caminemos como si fueras muertos vivientes, inertes y desesperanzados, hipnotizados por los poderes de las tinieblas y del mal, alcemos la cabeza, despertemos del sueño, se acerca nuestra liberación.

Isaías 2:1-5, Romanos 13:11-14, Mateo 24:37-44


Javier Abad Chismol

miércoles, 23 de noviembre de 2016

ADVIENTO 2016


EL MISTERIO DE LA ESPERA

 EL ADVIENTO

Corona de Adviento Parroquia de San Miguel Arcángel 2016

El adviento es el tiempo de la espera y venida de Dios en el corazón del hombre actual.
La tensión de la espera y la no-espera, no se sabe esperar, hay impaciencia, se busca la inmediatez, se quieren respuestas rápidas.

No sabe esperar, por eso les cuesta tener esperanza, se busca la respuesta en: la ciencia, la medicina, las leyes, los astros.

Todo, menos Dios, este se queda en el último lugar, es comodín final. Resurge la brujería, la adivinación, aquello que no compromete pero si soluciona, es la época de la droga, de la alucinación.

Realmente el hombre sigue buscando la salvación y siente en el corazón como un vacío, un desierto en busca de oasis, algo que le lleve a una paz que no sabe bien donde se encuentra.

Conocemos la historia de esperando a Godot de dos mendigos, esperan sin saber lo que esperan, ni a quien, ni como, ni fecha e incluso el lugar de la fecha, de pronto llega un muchacho indicando que va llegar al día siguiente, pero al día siguiente llega con la misma misiva de mañana, y los dos pobres siguen esperando.

Alguno puede verse reflejado en esta espera de Godot, de Samuel Beckett, es la situación del hombre postmoderno, un condenado a esperar algo que nunca llega, es el drama absurdo, son castillos de arena de la playa.

La espera constituye la misma trama de la vida. Es su fuerza y debilidad. Impaciente y serena, la espera es compañía de la vida en sus búsquedas y encuentros. Contiene sus secretos. A veces es su freno y su trampolín de lanzamiento, su memoria y latido de corazón... La espera es de algún modo nosotros mismos, con nuestras cualidades y defectos, con nuestras certezas y nuestros interrogantes, con nuestras necesidades y nuestros deseos. (E. Debuyst).

La Palabra de Dios que se proclama en el adviento resume las esperas y búsquedas del hombre iluminada cuando se agita el corazón y la mente. No es como el caso de Godot, sabemos a quién esperamos y sabemos que va a llegar.

El adviento es tiempo de esperanza y de conversión, que no perdamos esa perspectiva, no nos acomodemos a nuestra vida, y ya por resignación no esperemos nada.


Javier Abad Chismol