martes, 25 de febrero de 2020

I DOMINGO DE CUARESMA A


NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN


Comenzamos el tiempo de la cuaresma, es el tiempo de la reflexión y de la revisión de vida, es tiempo de hacer un pequeño alto en el camino y escuchar la voz del Señor.

La mayor tentación del hombre es la que escuchamos en el libro del Génesis, es la tentación de la serpiente, del demonio, a Eva, a la humanidad entera, y no es otra que querer prescindir de Dios, anularlo y querer suplirle, recordemos la frase de la serpiente; “Si comes del árbol serás como Dios”.

Hoy, nuestro mundo sigue queriendo eliminarlo, apartarlo, y es precisamente ahí donde el hombre cae en la mayor tentación y sucumbe presa de sus caprichos y de su nueva moral adaptada a los tiempos del momento.

Al anular a Dios desconocemos la profundidad del bien y el mal y entonces caemos cautivos del relativismo y de la subjetividad.

Si por un hombre entró el pecado en el mundo, así como por un hombre nos entró la salvación, Cristo es el nuevo Adán, el que nos lleva a las puertas de la salvación y orienta de nuevo nuestras vidas, y de esta manera manifestamos que Cristo murió por nuestros pecados y nos ha redimido con su sangre, del mismo modo que por un hombre pecamos todos, por un hombre nos salvamos.

El demonio tentó al Señor en cuanto hombre, porque se hizo uno de nosotros, sintió hambre y el demonio le dijo que convirtiera las piedras en pan, y Jesús le respondió; “No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Le pidió que manifestará su grandiosidad y le dijo; “No tentarás al Señor tú Dios”. Le ofreció la grandeza de todo el mundo y le dijo; “Adorarás al Señor tú Dios y sólo a Él darás culto”.

En definitiva, deja a Dios ser Dios, y con la gracia y el espíritu vencerás la tentación.

Javier Abad Chismol.  Párroco

miércoles, 19 de febrero de 2020

VII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO A


AMAD A VUESTROS ENEMIGOS


El Señor nos invita a amar a nuestro prójimo, a aquellos que tenemos a nuestro lado, a las personas, que no por casualidad están próximos, los cristianos no creemos en la casualidad, ni en la suerte, es el convencimiento de que Dios interviene en nuestras vidas, a través de lo que llamamos la divina providencia.

Amar a los  demás no es fácil, lo es ya de por sí aunque sea nuestra familia, o nuestros amigos, pues todavía es mucho más difícil amar a aquellas personas que no nos quieren bien, que nos hacen daño de una manera u otra, es más, podríamos decir que no es posible por nuestras fuerzas, porque lo que nace al ser humano al sentirse atacado es la revancha y la venganza.

Curarnos del rencor es una gracia de Dios que da a sus hijos en gratuidad, es saber perdonar, es la misma capacidad que reciben los mártires en la Iglesia que saben perdonar a sus verdugos, se cumplen las palabras de Jesús en la cruz; "Perdónales porque no saben lo que hacen".

El perdón es dos de Dios, es la sabiduría de Dios frente a la de los hombres, la de Dios nos da la paz, la otra en ausencia de Dios, nos lleva a la disputa, al enfrentamiento e incluso a la guerra.

Aquel que busca la violencia, o que quiere imponer su pensamiento, o que carece de respeto a los demás, es necio a los ojos de Dios.

hay que respetar los tiempos en humildad y en justicia, algunos pueden pensar que entonces el cristiano tiene que ceder a todo, y eso tampoco es cierto, es ser firme en la paz y en justicia, y eso puede llevar a la persecución por no adaptarse a lo que pide el mundo, por esa razón los cristianos han sido perseguidos en distintas épocas, atacando por este motivo la gran labor social y espiritual que a lo largo de la historia ha realizado la Iglesia.

Estamos llamados a una perfección ante los ojos de Dios, no ante los ojos de los hombres y del mundo.

Javier Abad Chismol

miércoles, 12 de febrero de 2020

VI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO A


LA LIBERTAD DEL HOMBRE, ES PODER 

ELEGIR


El señor nos ama y por lo tanto nos ha dejado completamente libres, con la posibilidad de estar cerca o lejos de Él. Nos dice uno de los libros de la sabiduría, que ha puesto fuego y a agua a nuestro alcance, el bien y el mal, la fe o la incredulidad, el amor o el egoísmo, ¿Cuál es nuestra opción? ¿En donde reposa la libertad?

Unos piensan que la libertad es acabar con Dios, con preceptos, con normas y con religiones, se saltan al verdadero Señor para sobrepasarlo, para quedarse tan solo en lo errores humanos, en los defectos de las religiones y con esa excusa ya no quieren saber nada de Dios, es la opción a renegar de ser hijo de Dios, y convertirse así en juez de la mi historia y de la humanidad, un mundo si Dios, es un mundo libre.

Es bueno tener temor de Dios para no caer en la ignorancia del aniquilamiento de Dios, el que teme cuida su vida, su moral, el que no teme se considera hasta dueño de su conciencia, juez de lo bueno y de lo malo, legisla sin escrúpulos porque la norma moral es el mismo y su pensamiento.

Somos privilegiados por la fe, porque aquello que los sabios de este mundo no ven, aquello que no sienten, se nos ha sido revelado en nuestro Señor Jesucristo, ¡qué gran regalo es la Fe! El Señor nos ama porque nos ha mostrado el tesoro escondido a los hombres incrédulos. Privilegiados no por ser mejores, sino por abrirnos al misterio de la fe y del amor de Dios, es regalo y compromiso, y lo que es más importante portadores de la fe a todos los hombres, para que vean, para que oigan, para que caminen y se abracen a la verdad.

Pero no caigamos en el extremo de abolir la Ley de Dios con una especie de buen ismo basado en un amor abstracto, cumplir la Ley es vital para no perder en norte de lo que es bueno y de lo que es malo, y eso no entra en contradicción para nada con el amor de Dios. Abrazo y amor en corrección que nos lleva a ser cada día mejores, y no por nuestros méritos, sino por la gracia de Dios.

Javier Abad Chismol

jueves, 6 de febrero de 2020

V DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO A


SOIS LA SAL DE LA TIERRA


La generosidad y la disposición a ayudar a los demás es la característica fundamental del creyente, es en definitiva estar pendiente del otro, de mi prójimo, de aquellas personas que el Señor pone a nuestro lado, y que nunca es por casualidad, nada es casual, son formas de evidenciar nuestro amor a Dios.

Cuando dejamos nuestro egoísmo surge una luz que alumbra nuestro interior y también a nuestros hermanos, esa es la forma de evidenciar la existencia de Dios ante los hombres, es el recibir a través del dar, con el convencimiento que la generosidad no queda en saco roto, y no porque lo hagamos porque esperamos recompensa, sino porque es el sentido del existir del ser humano, es encontrar el sentido a nuestro vivir, y hacerlo desde la aceptación de la voluntad de Dios.

Nuestra sabiduría no es de este mundo, nuestra sabiduría viene del conocimiento de la verdad, y la verdad es Jesucristo que se nos ofrece en la Buena Noticia del Evangelio. Y seguimos además a Cristo muerto y resucitado y ha roto todo esquema humano para llevarnos de esta manera a la trascendencia, es convertir la sabiduría de los hombres en absurdo y ese es el poder de Dios.

Nos dice el Evangelio, “ser sal para el mundo”, que es dar sentido a la existencia, y para ello no hay que desfallecer ni acomodarse a la sociedad ni a las ofertas del mundo, esa es una de las grandes tentaciones que tiene el ser humano, no negando a Dios pero viviendo al margen, separando la fe del quehacer de cada día.

Ser luz para el mundo, poder alumbrar para que no domine la tiniebla, el hombre sin Dios está perdido en la oscuridad del absurdo, y esa luz debe brillar en los corazones, en las obras y en las palabras, ser luz, ser sal, ser auténticos para que todos vean en el creyente la esperanza en la verdad que es Cristo.


Javier Abad Chismol