miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA FAMILIA ES EL PILAR DE NUESTRA SOCIEDAD


Sagrada Familia


30 de diciembre 2018


El día de la Sagrada Familia es muy importante para los cristianos, en la familia se construyen los pilares fundamentales de nuestra sociedad, la familia no es algo que esté trasnochado o desfasado, ni algo del pasado, la familia es la esencia misma del ser humano, ¿que seriamos cada uno de nosotros sin nuestra familia?

A nuestra familia le debemos todo, lo que somos, nuestras vivencias, nuestro aprendizaje, y lo que llegamos ha alcanzar a lo largo de nuestra vida.

La familia no es perfecta, como no lo es el ser humano, pero en ella crecemos, y ella es nuestro apoyo en los distintos ámbitos de la vida. Los libros de la Sabiduría del Antiguo Testamento nos enseñan a amar a los padres, a respetarlos, al igual que en los Mandamientos de la Ley de Dios. Ese respeto debe ser de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. Unas veces los hemos necesitado y en otros momentos ellos nos necesitan, eso es el amor, la generosidad y la entrega de una madre y de un padre, y el gesto de un hijo agradecido y comprensivo.

Que nos podamos revestir como hijos elegidos de Dios, santos y amados, tener entrañas de misericordia, de bondad, humildad y mansedumbre y paciencia.

Virtudes que viene de la fuerza del Señor, es la fuerza que el Señor da a los esposos cuando contraen Matrimonio, acercarse al Sacramento es reconocer la debilidad y reconocer que necesitamos de la fuerza del Señor para llevar a cabo la tarea de formar una familia, que se fundamenta en el respeto mutuo, en la igualdad y en el amor.

Hoy contemplamos el misterio de la Sagrada Familia de Nazaret, a María que dice sí a Dios, a José hombre justo y piadoso que respeta la voluntad de Dios a pesar de la contradicción, y Jesús que lleva la salvación al mundo por puro amor, por obediencia.

La familia es el marco del respeto, de la aceptación que no de la resignación, aceptar la condición humana y la verdad es la clave parta el triunfo y la felicidad, y lo más importante es que el Señor este en centro de nuestra vida y de nuestra familia, y esto dará armonía a nuestras relaciones personales de unos con otros.

Javier Abad Chismol
Párroco



viernes, 21 de diciembre de 2018

IV SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)


LA VENIDA INMINENTE DEL SEÑOR


En este cuarto Domingo de Adviento culmina la espera, una espera que nos llena de esperanza, una corona que ya alumbra nuestra vida, porque se ha incrementado la luz, es la luz que guía nuestros pasos y alumbra nuestra vida, necesitamos de esa luz para salir de la tiniebla.

La venida del Mesías está llena de signos que nos hacen caer en la cuenta de que el Señor está cerca, que está a la puerta. El primero de los signos es Belén, porque Miqueas anuncia que el esperado por todos nacerá en la pequeña aldea de Belén.

En Belén se demuestra la sencillez y la pequeñez que ama el Señor, nace en un lugar pobre y apartado para hacerse cercano a todos, su pequeñez demuestra su grandeza. El Mesías no nacerá en una ciudad como Jerusalén, ni nacerá en un palacio, ni siquiera en una cuna, lo hará en una cuadra, en una aldea y un pesebre.

La venida del Señor es sobre todo para obedecer al designio salvifico del Padre, es decir, cumplir la voluntad de Dios, no por pura complacencia, es por algo mucho más grande, es por la salvación de todos los hombres.

Descubrimos aquí el valor de María e Isabel, todo por puro amor a la voluntad de Dios, unido al significado vital de la humildad, reconociendo su pequeñez y viendo la grandeza de Dios.

Hoy también a las puertas de la navidad nos visita también el Señor a todos nosotros, naciendo en cada hogar, en cada corazón, en nuestras vidas.
Que podamos acogerlo en los tres signos que recordamos hoy; el nacimiento en Belén, la visita de María a Isabel y el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Javier Abad Chismol
Párroco

miércoles, 12 de diciembre de 2018

DOMINGO GAUDETE



ESTAD SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR


III SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)


Estamos llamados a vivir con alegría, a desbordar de gozo con el Señor, Él ha estado grande con nosotros y por eso estamos alegres. Los cristianos tenemos que caracterizarnos por la forma de vivir, por la forma de afrontar la vida y por nuestra alegría en lo que hacemos y decimos.

Por eso no tememos, porque está presente nuestro Salvador, porque viene a sacarnos de nuestro pecado, de nuestra oscuridad, de nuestras tinieblas, esa es nuestra bandera, y ese es el mensaje que se tiene que trasmitir a todos los hombres del mundo.

Jesús  vino al mundo para enderezar lo torcido, tiene que haber un nosotros un deseo de renacer, de querer ser mejores, de que nuestro comportamiento y nuestra actitud haga construir una sociedad mucho más solidaria y mucho más justa.

El mundo lo formamos todas las personas, y todos somos hijos de Dios, todos llamados a cumplir una misión que es la que salvar nuestra alma, una vez descubierto esto, pongámonos a trabajar todos, cada uno en su sitio, en su lugar, nuestra propia conversión que debe llevar además a la llamada al encuentro gozoso con el Señor, porque hoy anunciamos que va a nacer un salvador, que es  el Mesías. El Enviado viene a cumplir la misión de poner orden a un mundo que se empeña en vivir al margen de Dios, que no asume su condición de criatura, y por lo tanto al igual que Adán y Eva andan perdidos, desorientados y avergonzados.

Que el Señor nos conozca por la generosidad y por la bondad, que nada os angustie, que nada haga perder la calma, el Señor viene vestido de majestad, a reinar el mundo en su trono que es un pesebre y el amor a los más pobres.

Javier Abad Chismol

martes, 4 de diciembre de 2018

II SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)



LA SALVACIÓN ESTÁ CERCANA

(Bar 5, 1-9. Flp 1, 4-6. 8-11. Lc 34, 1-6)



Dios viene a cada uno de nosotros, el viene a salvar a su pueblo, ese pueblo que somos todos nosotros, que es toda la humanidad, ese es nuestro gozo y esa es nuestra alegría, hoy de nuevo oímos gritar esa voz que clama en el desierto de nuestra vida.

La humanidad, el hombre, la sociedad es árida cuando carece de Dios, necesitamos la voz del Profeta, del enviado de Dios, que nos anuncia la paz, la verdad y la liberación. Pero el hombre se vuelve obstinado, se agarra con fuerza a los poderes terrenales, no quiere oír la voz de Dios manifestada a lo largo de la historia. La venida del Señor se materializa en la carne mortal, en nuestra condición, y por eso se hace cercana a todos nosotros, es accesible, porque nos habla en nuestra lengua, se manifiesta en lo cotidiano y en los quehaceres de cada día. Es tiempo de conversión, de encuentro y de escucha, es tiempo de liberar al pueblo oprimido por la esclavitud del pecado, de su soberbia y de su autosuficiencia.

Dios devuelve el honor, la dignidad al ser humano, cuando es capaz de acoger el anuncio de la venida del Salvador, cuando sigue los pasos de María que le dice un Si con mayúsculas para acoger la  verdad, cuando acepta su voluntad y tiene el coraje de seguir adelante a pesar de las dificultades, de las incomprensiones.

La verdadera conversión viene de las obras, de saberse abrazar a la verdad, es decir a la caridad auténtica, el amor no es abstracto, al igual que nuestra fe, ni la Palabra de los profetas, escuchemos atentamente las palabras de Juan el Bautista, que nos lleva a un corrección de nuestro pecado, a corregir la desviación de nuestras vidas fruto de la incredulidad. Dios ha comenzado en nosotros una obra buena y el mismo la llevará a término, pongamos en sus manos y depositemos en Él toda nuestra confianza porque se acerca nuestra liberación.


Javier Abad Chismol
Párroco

INMACULADA 2018



SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA

 CONCEPCIÓN


Hoy recordamos a la Virgen María, y lo hacemos matizando y afirmando con fe uno de sus dogmas, María fue concebida sin pecado original, es decir que no estaba herida por el pecado y por la corrupción del mal encarnada en el demonio.

Es por lo tanto, la vencedora del mal, es el antídoto para toda la humanidad para así vencer al mal y al pecado. Si por una mujer entró el pecado en el mundo, por una mujer nos llega la redención y el perdón. Es cierto que el género humano no pecó solo, fue ayudado por las fuerzas del mal, por Satanás, por lo tanto tampoco podemos salir solos por nuestros medios.


Recordemos en qué consistió el Pecado Original, es un acto en el que la humanidad y cada hombre tiene que luchar para no caer en la tentación. Nos queremos creer superiores, queremos ser más que los demás, queremos en definitiva pasar sobre Dios, apartarle o eliminarle. Pues bien, hacer esto es aniquilar al propio hombre y a la humanidad, porque el hombre sin Dios se convierte en un ser despiadado, en donde triunfan los fuertes y se abusa de los débiles.

En definitiva sin Dios la humanidad se destruye, y del corazón de cada hombre nacen los instintos más primarios y destructivos. Por eso hoy nos tenemos que acercar a María para que sea nuestro apoyo, nuestra auxiliadora, nuestro refugio, ella vence al pecado y al demonio, aplasta la cabeza de la serpiente y nos lleva a la salvación y al encuentro con el Padre.

También en Jesucristo encontramos al nuevo Adán, que nos cura del pecado del primer hombre, nos justifica, nos lleva a la Iglesia y nos purifica por el sacramento del Bautismo.

Por eso María nos lleva de la mano, nos ayuda a fiarnos del Señor, a seguir su camino y aceptar su voluntad en nuestras vidas. Que resuenen en nuestras vidas las palabras de María; Hágase tu voluntad.

Javier Abad Chismol

sábado, 1 de diciembre de 2018

I Semana de Adviento (C-2018)



SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN
(Jer 33, 14-16. Sal 24. 1 Tes 3, 12-4, 2. Lc 21, 25-28. 34-36.)


El mundo se tiene que observar y contemplar con esperanza y con confianza, el Señor no nos ha dejado solos, sabemos que él tiene que venir a nuestros corazones, a nuestras vidas, esa es nuestra meta, de que venga a llenar nuestra existencia, de que nos ayude a superar el aparente sin sentido de nuestro mundo, del lugar que ocupa en el cosmos, en el universo.
Una ciudad nueva donde habite la justicia y la paz, una forma distinta de entender la humanidad, en donde el pecado, la corrupción, sea vencida por la fuerza del amor y de la solidaridad, sin Dios, sin su venida, no podemos hacer absolutamente nada, el Señor “es nuestra justicia”, con él podemos vencer la fuerza del mal, del ateísmo, de la indiferencia y de la crueldad del hombre que quiere devorarse unos a otros porque está lleno de odio, de ambición, de codicia y de ansia de poder.
El tiempo de Adviento es un tiempo privilegiado para el amor, para la esperanza, para estar expectantes a la venida de algo muy grande, es la espera que se convierte en fuente de amor y de paz, donde la justicia divina se impone por encima de la de los hombres, para ello tenemos que aprender a poner en práctica todo aquello que el Señor nos ha enseñado en las Sagradas Letras, los mandatos divinos que no vienen como imposición, que vienen como nuestra liberación de la esclavitud y del pecado.
Llegará un día que habrá signos fabulosos, porque viene el Señor, los alejados tendrán miedo por lo desconocido y por la evidencia de su error al rechazar al autor de la vida. Estemos preparados para esa venida, que no estemos embotados por todas las tentaciones terrenas, por lo que nos pervierte y nos aleja del amor y de la verdad, velad y orar para presentarse sin temor ante los ojos del Padre.
Javier Abad Chismol
Párroco

EL MISTERIO DE LA ESPERA: EL ADVIENTO



El adviento es el tiempo de la espera y venida de Dios en el corazón del hombre actual.
La tensión de la espera y la no-espera, no se sabe esperar, hay impaciencia, se busca la inmediatez, se quieren respuestas rápidas.
No sabe esperar, por eso les cuesta tener esperanza, se busca la respuesta en: la ciencia, la medicina, las leyes, los astros.
Todo, menos Dios, este se queda en el último lugar, es comodín final. Resurge la brujería, la adivinación, aquello que no compromete pero si soluciona, es la época de la droga, de la alucinación.
Realmente el hombre sigue buscando la salvación y siente en el corazón como un vacío, un desierto en busca de oasis, algo que le lleve a una paz que no sabe bien donde se encuentra.
Conocemos la historia de esperando a Godot de dos mendigos, esperan sin saber lo que esperan, ni a quien, ni como, ni fecha e incluso el lugar de la fecha, de pronto llega un muchacho indicando que va llegar al día siguiente, pero al día siguiente llega con la misma misiva de mañana, y los dos pobres siguen esperando.
Alguno puede verse reflejado en esta espera de Godot, de Samuel Beckett, es la situación del hombre postmoderno, un condenado a esperar algo que nunca llega, es el drama absurdo, son castillos de arena de la playa.
La espera constituye la misma trama de la vida. Es su fuerza y debilidad. Impaciente y serena, la espera es compañía de la vida en sus búsquedas y encuentros. Contiene sus secretos. A veces es su freno y su trampolín de lanzamiento, su memoria y latido de corazón... La espera es de algún modo nosotros mismos, con nuestras cualidades y defectos, con nuestras certezas y nuestros interrogantes, con nuestras necesidades y nuestros deseos. (E. Debuyst).
La Palabra de Dios que se proclama en el adviento resume las esperas y búsquedas del hombre iluminada cuando se agita el corazón y la mente. No es como el caso de Godot, sabemos a quién esperamos y sabemos que va a llegar.
El adviento es tiempo de esperanza y de conversión, que no perdamos esa perspectiva, no nos acomodemos a nuestra vida, y ya por resignación no esperemos nada.
Javier Abad Chismol
Párroco

martes, 20 de noviembre de 2018

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO


CRISTO REY
Final del año Litúrgico


Terminamos el año litúrgico, estamos a las puertas del adviento, de la preparación a la venida del Señor. Hacemos resumen de toda nuestra fe, de nuestra creencia, y colocamos a Jesucristo como Rey del Universo, llevamos a plenitud el mandamiento máximo del amor a Dios sobre todas las cosas, hoy proclamamos nuestro teocentrismo, nuestra afirmación de que Cristo es el centro de todo.

Hoy debemos salir de nuestro relativismo, de nuestro antropocentrismo, del gran engaño de la humanidad que quiere eliminar a Cristo para colocar al hombre, y si no lo elimina lo pone en un lugar marginal, ya no hay responsabilidad con la fe, ya no importa el primer mandamiento, ni el tomar el nombre de Dios en vano, ni tan siquiera desplazarlo, hoy no se santifican las fiestas, hoy Jesús se convierte en un títere que se saca en la función cuando mi escenario me lo requiere.

Debemos reconocer a Jesús como rey, un rey con gobierno y con potestad y no un puro adorno temporal y circunstancial, hoy escuchamos como David es elegido como pastor de Israel, es la imagen del buen pastor que guía a las ovejas y que estas reconocen su voz y le siguen. Vayamos alegres a la casa del Señor, a su encuentro, como la entrada triunfante en Jerusalén, Dios es rey y debe ser proclamado y reconocido como tal.

Hoy tenemos la llamada a incorporarnos a su reino en la tierra, a formar parte de su reinado que es la Iglesia, nosotros somos el cuerpo y él es la cabeza que rige y gobierna hasta el final de los tiempos.

Hoy Cristo nos llama desde la cruz que es su trono, desde un Reino que no es de este mundo, hoy se manifiesta la victoria y el triunfo del único que es el verdadero Rey del Universo.

Javier Abad Chismol
Párroco


martes, 13 de noviembre de 2018

XXXIII Semana del Tiempo Ordinario B-2018


EL SEÑOR SALVARÁ A SU PUEBLO


Muchas veces nos preguntamos hasta cuando, si el sufrimiento tiene un límite, o si la vida es una dura prueba que nos ha puesto Dios, y si es así porque lo hace. El hombre en sí es una eterna duda, es un interrogante al cual no sabemos muy bien como darle respuesta, ¿resignación o salvación? ¿Vida eterna o finitud terrena? Como dicen los libros de la sabiduría todo es vanidad, todo es paciencia, todo es resignación, todo es en definitiva ingeniárselas para sobrevivir en la espiral del absurdo del existir humano, un absurdo que lleva a su máxima fuerza en la ausencia de Dios y en la maldad del hombre.

Hoy se nos invita a reflexionar sobre el final del ser humano, sobre el consuelo, el juicio y la condenación. Pero nos dice el libro de Daniel que triunfará el bien, los sabios, los justos, que las maldades sucumbirán en su propio pecado, el Señor premia la búsqueda de la santidad y también a aquellos hombres que han arriesgado todo para que se conozca la verdad, para vivir con el Señor y llevar una vida ejemplar como nos manda el Señor.

Cristo muere por nosotros, se entrega de una vez para siempre y por lo tanto nos da la posibilidad de salvación plena, algo que nosotros nunca podemos hacer solos, pero sí con la ayuda de la gracia y con sus protección, Él pondrá a sus enemigos como estrado de sus pies, aquellos que le calumniaron, le mataron, aquellos que quisieron expulsar del mundo al autor de la vida, aquellos recibirán la condenación eterna, no por la crueldad de Dios sino por el peso de sus pecados y su falta de arrepentimiento parra reconocer la verdad y la luz porque han preferido las tinieblas y la oscuridad.

El Señor llamará a sus elegidos, a esos que van con vestiduras blancas, aquellos que han sido redimidos por la sangre del cordero.

Estar preparados para la venida del Hijo del Hombres. Son muchos los signos que nos revelan su inminente llegada, y el tiempo apremia, para no caer en manos del pecado, del ateísmo o el agnosticismo, lo peor que le puede pasar al hombre es caer en el error de vivir en ausencia de Dios, de rechazar la verdad y por lo tanto convertir su vida en un puro fracaso, porque lo terrenal pasa y sucumbe y no es nuestra razón de existir, nosotros trascendemos lo mundano para llegar a la gloria feliz y eterna.

Javier Abad Chismol
Párroco

martes, 6 de noviembre de 2018

SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO (B-2018)



ELIAS Y LA VIUDA

NO TEMAS, CONFÍA EN EL SEÑOR


Muchas veces no confiamos en el Señor, creemos que no vamos a poder ser capaces de seguir adelante, especialmente en estos momentos de crisis y de dificultad, nos lamentamos porque no tenemos bastante, porque no sabemos cómo vamos a seguir.

Es curioso, hoy el Señor nos invita a reflexionar sobre el valor de los bienes, del dinero, de los alimentos, y nos pone el dedo en la llaga, pone a prueba nuestra generosidad, justo en este momento, en plena crisis económica.

Hoy muchos de nosotros somos esa viuda que nos relata el libro de los Reyes, somos esa viuda a la que se dirige el profeta Elías, este le pidió, y la viuda afirmó que no tenía ni siquiera pan para ella y su hijo, pero aun así el profeta insiste, la mujer rompe toda la lógica, toda la proporción, y hace lo que se le manda, y que curioso hay suficiente para los tres, eso es confianza, eso es ponerse en manos de Dios, es la multiplicación delos panes y los peces, es dejar a Dios y no confiar tanto en nosotros mismos.

Ese es el sacrifico de Cristo que muere una sola vez por todos nosotros, para mostrarnos el camino de la generosidad, de la entrega, dejarse en manos de la divina providencia, al ejemplo de Jesús que rompe toda lógica, que todo un Dios Poderoso muere sin necesidad de hacerlo, que no hace alardes de poder sino de generosidad, caridad y gratuidad, Él llegará donde nuestra mente, nuestra razón y nuestra esta lógica no es capaz de llegar, es dejarse en manos de Dios e ir contra el mundo.

Por lo tanto no es lo que damos, no es nuestra generosidad aparente, es nuestra intención de perder para ganar, de ser desprendidos, de que no nos excusemos para no dar para no ser generosos porque no tenemos, todos podemos dar, y además a muchas maneras de demostrar la generosidad y la disposición a cumplir la voluntad de Dios.


Javier Abad Chismol

martes, 30 de octubre de 2018

XXXI Domingo Ordinario (B-2018)

¿CUAL ES EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE?


La vida de la persona aumenta desde la honradez y el cumplimiento de los preceptos, una forma de alargar nuestros días y llegar hasta la vida eterna. Es practicar aquello que te hace feliz, si al cumplir los mandatos de Dios no te hace feliz y te reprime, es que aun no has tenido encuentro personal con el Señor. Ser creyente, ser cristiano no es simplemente serlo por costumbre o por tradición, tiene que haber experiencia de encuentro. En esto consiste el amor de Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma.

Cristo, como Sumo Sacerdote, el que nos convenía y era necesario para la humanidad; santo, inocente, apartado de los pecados, y llevado a los cielos. A los creyentes nos cuesta entender esto, ese valor de entrega, de oblación, de sacrificio, de gratuidad, pero ahí está la grandeza y el poder de Dios, que quiso que fuera así para la salvación de  todos los hombres, la muerte de un justo por el pecado y la avaricia del hombre.

Tenemos que volver al Señor, saber distinguir el pecado, el bien y el mal, y saber siempre en nuestro corazón que es lo más importante, y que Dios siempre debe ocupar el lugar fundamental en nuestras vidas. Ante esta pregunta de los escribas a Jesús, de ¿cuál era el mandamiento fundamental?, lo primero que le dice Jesús es que escuchen, si no escuchamos no podemos obedecer y descubrir la voluntad de Dios, y les recalca de nuevo, como si no lo supieran, porque a  veces preferimos omitir o desviar el pecado. Amar a Dios con toda nuestra fuerza, amar a nuestro prójimo a nuestros semejantes, y amarnos y respetarnos a nosotros mismos.

Esforcémonos por centrar nuestra vida ante Dios y en los preceptos y de esta manera encontraremos sentido a lo que vivimos, y aunque nos falten respuestas seremos capaces de seguir adelante, de no desfallecer en el camino de la vida, y seguiremos como modelo los pasos de Jesús, que vino a salvarnos y a redimirnos.

Javier Abad Chismol
Párroco

domingo, 28 de octubre de 2018

Semana XXX del Tiempo Ordinario (B-2018)


EL CIEGO BARTIMEO


EL SEÑOR CONSUELA A SU PUEBLO



El Señor viene a redimirnos y darnos el consuelo ante el duro combate de la vida, no nos puede librar del sufrimiento, de la lucha, pero si puede ayudarnos a sobrellevar las cargas de la vida, convirtiendo la lucha en esperanza y en consuelo.

El profeta nos anuncia un nuevo Éxodo, que salgamos de nosotros mismos, del absurdo en que muchas veces nos encontramos, para mirar hacia donde hay que mirar, a caminar  hacia la plenitud y la salvación, somos y debemos ser hombres y mujeres nuevos cuando descubramos el sentido de nuestro vivir y de nuestro existir.

Para ello Dios Padre ha escogido a hombres, a profetas, a sacerdotes para que orienten al Pueblo de Dios, se convierte en parte de la Iglesia en camino, peregrinante que camina unida para descubrir la esencia de cada uno de nosotros, que aspira a la salvación pero que se unifica en todos nuestros hermanos, caminar unidos siendo únicos a los ojos de Dios, nos salvamos salvando, nos salvamos reconociendo al Salvador y llevándolo a conocer a todos nuestros hermanos.

El sacerdote se convierte en el mediador, entre Dios y los hombres, no porque sea mejor, sino porque ha sido escogido y llamado por el Señor para cumplir una misión concreta, la invocación al Espíritu y su sacrificio, siendo pecador como otros para poder apiadarse de todas las debilidades humanas.

Tenemos que ser como el ciego que quería ver, que quería tocar a Jesús, que sabía que solo él podría devolverle la vista, clama compasión, se reconoce débil y ciego, el Señor se apiada y le recobra la vista, no por "buenismo", lo hace por la fe que es la que salva y la que nos redime.

Javier Abad  Chismol

miércoles, 17 de octubre de 2018

XXIX domingo del Tiempo Ordinario (B-2018)


EL SEÑOR VINO PARA SERVIR


El Señor nos invita a reflexionar sobra la humildad y la sencillez, a que seamos capaces de ser sencillos como palomas, pero a su vez seamos astutos. La sencillez, el servicio, la entrega, la disposición, no es lo mismo que el “buenismo”, es ser capaces de aceptar y cumplir la voluntad de Dios, que significa muchas veces no hacer tanto lo que se quiere como lo que se debe.

Es la experiencia del profeta, del hombre de Dios, que se hace violencia, porque el cumplimiento del envió puede llevar a la persecución, a la injusticia, e incluso a perder la vida por el anuncio de la verdad que debe ser dada a los hombres.

Soportar las culpas de los demás, cargar con las culpas es un sacrificio que debe hacer aquel que siga al Señor, ¿Por qué el bien engendra el mal? ¿Por qué la verdad es abatida por la mentira? Es la fuerza del mal y del pecado, es la soberbia del hombre que hace un pulso a Dios, se puede incluso en nombre del mismo Dios matar, mentir, destruir, recordemos que Jesús fue acusado de blasfemo.

Defendamos la verdad, aunque signifique romper estructuras, o salir de nuestra comodidad, dejar de ser espectadores para ser actores, que no nos importe ensuciarnos por la verdad ¿queremos ser más que el maestro? No pensemos que Jesús no fue un buen diplomático y nosotros en cambio sí.

El hombre de Dios no puede renunciar a sus principios para ser aceptado por el mundo, debe anunciar y denunciar desde la prudencia pero no desde la negación de los principios del Evangelio.

Aprendamos de la humildad y del servicio que da el Señor por todos nosotros, las preguntas de los discípulos por ser los primeros, por recibir el premio de seguir al Señor.

Jesús habla muy claro, hay que estar dispuestos a ser los últimos, de no quererse poner en los primeros lugares, de evitar figurar y que se reconozcan públicamente los méritos.

La verdadera obediencia, lleva al servicio, lleva a la entrega, no a las peleas por los puestos, servir y renunciar, el Señor llegó al máximo de esta expresión y dio la vida por todos, murió siendo inocente, y lo hizo por los pecados del mundo, es la contemplación del misterio de la cruz, incomprensible para el ser humano que vive sin Dios o al margen de este. ¿Era necesario ese sufrimiento? ¿Por qué ese castigo? Fue el precio que pago por la maldad del hombre, una maldad que sigue existiendo, que se viste de bondad, de justicia y de verdad, pero lo que hace es aniquilar la fuerza del único Dios verdadero.

Javier Abad Chismol
Párroco de San Miguel Arcangel

jueves, 11 de octubre de 2018

Semana XXVIII del Tiempo Ordinario (B-2018)


PRUDENCIA, SABIDURÍA Y DIVINA PROVIDENCIA



¿Qué es lo que el hombre añora, que es lo que desea? Si hiciéramos esa pregunta la respuesta sería bastante sencilla, muchos pedirían tener más riqueza, que les tocara la lotería, que todo les fuera muy bien a sus seres queridos, pero ¿alguno pediría sabiduría y prudencia? Pocos, solo aquellos que han conseguido despegarse de los bienes perversos de este mundo, aquellos que miran al Señor y saben de verdad y de corazón donde se encuentran las esencias de las cosas, donde hay que poner de verdad el corazón.

Debemos añorar la sabiduría que viene de los alto, la que nos da Dios para discernir las cosas verdaderamente necesarias de nuestra vida, luz para saber dónde se encuentra el camino que nos lleva a la verdadera sabiduría.

Para ello tenemos la Palabra de Dios que es viva y eficaz, que hace despertar de nosotros mismo lo que sentimos en nuestro corazón, lo que nos hace ser verdaderamente libres, ¿creemos que la Palabra de Dios puede cambiar nuestras vidas? No es letra muerta, es palabra transformadora, pude hacer sacar de cada uno de nosotros lo mejor que tenemos dentro, la autenticidad, nuestros ser Hijos de Dios, sabemos que somos capaces de lo mejor y de lo peor, hagamos pues que la Palabra actué, que nos haga prudentes, sabios y sensatos, que nos libere de las ataduras de este mundo y que pongamos nuestro corazón en lo que es verdaderamente importante.

Hoy le preguntamos a Jesús como alcanzar la vida eterna, como salvar nuestra alma, y nos dice que cumplamos los mandamientos, pero nos dice algo mucho más importante, no pongamos nuestros ojos en la riqueza, no puede ser compatible, nuestro corazón no puede estar dividido, en primer lugar debe estar el Señor y todo lo demás se nos dará por añadidura.

Tenemos que ser libres para optar por la verdad y por la sabiduría, y para ello tenemos no solo que cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios, también tenemos que desprendernos de los apegos de este mundo, teniendo lo necesario para vivir, pero nunca dando un exceso de importancia a los bienes terrenos, hechos para nuestra realización, pero como instrumentos y no como fines en sí mismos. Ser sabios es saborear la verdad, y la verdad nos hace libres.

Javier Abad Chismol

sábado, 6 de octubre de 2018

VIDEO DE SAN MIGUEL Y VIRGEN DE LA CABEZA 2018




XXVII Domingo Ordinario, 2018

TODO CREADO POR AMOR Y PARA LA 

SANTIDAD





Dios crea todo por amor, la creación nos es algo desordenado, no es un caos, hay una armonía en todo lo creado, pero toda la creación solo tiene sentido cuando se pode a Dios en el centro de todo.

Crea toda la naturaleza, los animales, y crea al hombre a imagen  y semejanza suya, y le da poder para usar todo lo creado, convirtiendo al hombre en el centro de la creación, y todo es creado por amor y para el amor. Quizás el exceso de libertad, la inteligencia, hace creer al hombre que puede superar a su creador, que puede ignorarlo o incluso sobrepasarle, he ahí el gran error de soberbia del hombre, ¡sin Dios no podemos nada! ¡Con Dios lo podemos todo! Nuestro creador nos hace grandes, alejarnos de él es la tentación a la infidelidad y sí que nos lleva al caos y al desorden.

La armonía  de la Creación nos lleva a Dios, nos lleva a la santidad, la santidad es lo que todos tenemos que llegar a alcanzar, que es algo tan sencillo como realizar aquello para lo que hemos sido creados, es decir, desarrollar nuestra vocación, y eso se revela por gracia de Dios y en la escucha de la Palabra y la oración.

Por eso cuanto más lejos estamos de Dios, de nuestro Creador, más nos cuesta encontrar nuestro lugar en el mundo, y se produce una sensación de vacío, que se intentan llenar con todo tipo de cosas y de sentimientos.

Aunque parezca una contradicción el sufrimiento lleva a la salvación y la santidad, un sufrimiento y un esfuerzo que siempre se revela el ser humano, e incluso le lleva al enfado o no aceptación de Dios, de nada le sirve al hombre enfrentarse con su propio naturaleza, por más que en su inteligencia quiera llenarse de demagogia y así convertirse en su propio dueño y creador.

Los fariseos siempre intentaban poner trampas a Jesús para poder atraparle con sus palabras, y hacen un juego de palabras con la Ley de Moisés, todo con respecto a el divorcio del hombre y la mujer, y cuando era lícito separarse.

Jesús llama a la unidad, y a mantener una misma fe, a la importancia del amor y la mujer, y hoy para nosotros dar una clara relevancia al valor de la familia, del amor a los hijos, de la entrega, de la generosidad, del respeto de unos hacia otros y algo muy importante la fidelidad, para que de esta manera se plasme el amor de Dios.

Javier Abad Chismol

DOMINGO XXVI del Tiempo Ordinario (B-201



PODER PARA EXPULSAR DEMONIOS
¡OJALÁ TODO EL PUEBLO FUERA PROFETA!

Ojalá todos tuviéramos la inquietud del corazón de los profetas, ojalá todos tuviéramos una necesidad de hablar de Dios, de contar a todos nuestra experiencia, de ser transmisores del Espíritu de Dios que toca los corazones y que nos hace proclamar su grandeza.

No podemos encorsetar a Dios, este no es solo privilegio de unos iluminados, esa es la misión de la Iglesia que camina en Comunión, de Iglesia como Pueblo de Dios en camino, todos formamos parte de ese proyecto salvífico del Padre. Por eso cuando uno habla de Dios muchas veces se le hace callar, hagamos como Moisés, afirmemos que ojala todos hablaran de Dios, ojalá fuéramos valientes anunciadores de la verdad sin miedos y sin complejos.

El Anuncio es para la salvación, y ese anuncio es para aquellos que olvidan a Dios o lo niega, aquellos que quieren hacer de la tierra su morada eterna, pero ¡que engañados están! Van derechos a la tumba sin remedio. Por eso es tan difícil que un rico entre en el Reino  de los Cielos, porque su corazón está en lo material, porque lucha por tener más, por ser más poderoso, porque la ambición sin Dios no tiene límite, la ambición sin Dios es nuestro verdugo hacia una muerte que no tiene retroceso.

Por eso hay que anhelar la pobreza del corazón, del espíritu, para ser libre de las  ataduras de este mundo, de lo que no nos deja ser auténticos. La riqueza desmedida suele ir acompañada de todo lo que nos destruye.

Ser pobres, soñar con el Señor, llevemos todos juntos la gran misión de la Buena Noticia, aquella que da potestad para descubrir y expulsar demonios, la cercanía al Señor nos hará capaces de distinguir los espíritus inmundos, y ellos nos descubrirán y nos atacaran, pero no importa porque el Señor es nuestro Alcázar, es nuestro refugio.
Arranca de tu vida todo aquello que te hace caer, elimina la seducción de este mundo, de lo que te aleja del amor de Dios, que no seamos motivo de escándalo en el anuncio de la Verdad y haceros fuertes en Jesucristo, aquel que tiene poder para expulsar a los poderes de este mundo que nos dicen que seamos ricos, que busquemos el poder y prestigio, la ausencia de Dios y la apuesta por el mundo. El que no está contra nosotros está con nosotros, porque el mal se destapa así mismo.

Javier Abad Chismol

sábado, 22 de septiembre de 2018

DOMINGO XXV del Tiempo Ordinario (B-2018)


QUIEN QUIERA SER PRIMERO QUE SEA 

EL ÚLTIMO

ACECHEMOS AL JUSTO



Acabar con el justo, con las voces de los que denuncian la injusticia es algo que siempre ha escandalizado, los poderes de este mundo no quieren interferencias, no quiere que nada ni nadie desmantele sus planes, un plan que es la supremacía del hombre es su nueva ética y la eliminación de Dios y del concepto de pecado, en definitiva estamos ante una perversión de la conciencia para aspirar a bienes y poderes superiores para el hombre convirtiendo a este en un falso dios.

Por eso se empeñan en acallar a quien denuncia y anuncia otra forma de hacer las cosas, aquel o aquellos que anuncian la única forma de hacer las cosas, que es estar atento a la voluntad de Dios, y es más, el despotismo y la burla hacia Dios llega de la mano del perdón y  la misericordia de Dios. "Hagamos lo que queramos que luego ya se nos perdonará, o acechemos al justo, matémosle, y se existe ese Dios ya lo salvará, y sino mala suerte".

Huyamos pues de la envidia, de la codicia, de la ambición humana que pasa por encima de las personas, aquella malicia que no tiene escrúpulos y se ancla en los pecados capitales, que destruyen al hombre y a la humanidad, debemos buscar incesantemente la sabiduría de arriba, aquella que rompe los esquemas del hombre corrupto, ignorante y malvado, la sabiduría de los hombres es fruto del demonio y de la prepotencia de la criatura con su creador.

Fuera de guerras y disputas, fuera la ambición humana, hagamos caso a la voluntad de Dios, a cuál es su deseo de paz y reconciliación y para ello pongamos nuestro corazón y nuestro hacer en lo que agrada a Dios, estemos siempre dispuestos a servir, a darnos, a ser generosos unos con otros y amarnos con sincero corazón. Que el Señor nos enseñe a ser como niños, a ser humildes de espíritu y de corazón, y eso se hace con el servicio y la entrega a los más pequeños y débiles, es decir, a los preferidos de Dios.

Javier Abad Chismol



viernes, 14 de septiembre de 2018

DOMINGO XXIV del Tiempo Ordinario (B-2018)


¿QUIEN DICE LA GENTE QUE SOY YO?


LA FE SIN OBRAS ESTÁ MUERTA



El Señor nos anima a seguir adelante, a no desfallecer a pesar de la dificultad y de la adversidad, nos abre oído como al sordo y nos desvuelve la vista como al ciego, aprendemos y entendemos el precio de la verdad y de la lucha por la libertad.

Por eso ofrecemos nuestras espalda a los golpes, aceptamos los ultrajes y los insultos, estamos dispuestos a llegar hasta el final en esta conquista, porque sabemos que la empresa en la que estamos no es nuestra, estamos con el Señor, y él es nuestro abogado, nuestro alcázar, nuestro defensor, por eso nos da igual la denuncia del mundo, del impío, del incrédulo, de aquellos que piensan que a Dios se le puede burlar o incluso aniquilar, no seremos decepcionados y por eso podemos hacer frente a los enemigos.

La coherencia, la transparencia viene del Señor que nos ilumina, el apóstol Santiago nos lo dice muy claro, no podemos amar a Dios y decir que le queremos cuando nuestra vida está vacía de obras. Es una llamada a la conquista de la verdad con nuestra propia vida si fuera incluso necesario. Es vital construir un mundo más justo y solidario, ¿de qué nos sirve la queja si luego nos somos capaces de hacer nada? A veces nos contentamos con pensar y decir que está todo muy mal, y nos quedamos tan solo con lamentaciones, y eso nos hace estar inertes, quietos, como aquel que espera su final sin poder hacer nada. Es como cuando vemos que las Iglesias, las parroquias se van vaciando, y no hacemos nada para remediarlo. Tenemos que apostar por la Evangelización, por la conquista de Cristo, que se vea a los cristianos por cómo viven, por lo que hacen, que el que vea un cristiano vea a una persona animada, llena de esperanza y con entusiasmo, el Señor no nos quiere quietos, no caigamos en la tentación del demonio, en la impasibles y en la desmoralización.

Hoy el Señor nos pregunta a cada uno de nosotros ¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Qué pensamos nosotros? A veces no entendemos, no comprendemos, vivimos engañados, nos ocurre como a Pedro que no quería consentir el sufrimiento de Jesús, y el mismo Señor le dijo; ¡Apártate de mí Satanás que piensas como los hombres! Estamos llamados a configurarnos con el Señor, a mirar con los ojos de la fe y no con los ojos del mundo.

Seguir a Jesús es dejarlo todo, cargar con su cruz y estar dispuesto perderlo todo, el que quiera salvar su vida la perderá, pero el que la pierda por el Señor y la Buena Noticia, se salvará.

Javier Abad Chismol




miércoles, 5 de septiembre de 2018

DOMINGO XXIII DEL TIEMPO ORDINARIO (B-2018)



DIOS CURA Y SALVA


Decid a los cobardes, “Animo no temáis”, nos trasmite el Profeta Isaías, nos dice que estemos en pie y alerta, que no nos desmoralicemos a pesar de la dificultad o del abandono aparente de Dios, que sepamos sobrepasar las limitaciones de nuestra condición humana, porque el Señor hará que venzamos y que superemos a nuestro enemigo.

Se despegaran los ojos de los ciegos, los oídos del sordo se abrirán, brincara el cojo, la lengua del mudo hablará, habrá agua en el desierto, en definitiva Dios viene a dar una nueva vitalidad a la humanidad, a superar los miedos y des mascarar al enemigo.

Cuando estamos lejos del Señor somos como tierra reseca, como en el desierto, somos ciegos porque no vemos la verdad, porque no vemos al Señor, cojos porque no caminamos, porque no avanzamos en nuestra vida, porque andamos perdidos e impasibles, y mudos porque no hablamos de la verdad, porque callamos sumergidos en nuestra propia mentira.

 Y ver, es mirar con los ojos de la fe, del cariño del amor, y para ello tenemos que romper los prejuicios humanos, aprender a pensar como Dios, no como los hombres, valorando lo que el Padre valora, que es el amor a los pobres, a los necesitados, a los cojos, a los ciegos, a los que tienen hambre y sed, a los que están perdidos por el desierto de la vida. Escojamos la pobreza y la misericordia de Dios, hagámonos pobres y seremos ricos, y convirtiéndonos en transmisores del Evangelio, de la verdad plena que nos conduce a la libertad, que rompe las cadenas que nos esclavizan y que nos convierte en tullidos inertes que pueden avanzar.


No nos creamos nunca mejor que los demás, sintámonos pobres y necesitados de Dios,  así seremos personas plenas. Jesús se acerca a nosotros, aquí y ahora toca nuestros oídos y nuestros labios, nos dice; “Effatha” (que significa ábrete), se nos capacita para recibir su Palabra, para escucharla para luego poder proclamarla y trasmitirla a todos nuestros hermanos.

Javier Abad Chismol