LA PERSECUCIÓN AL JUSTO
Jeremías escuchaba con temor y temblor como querían acabar
con él, el profeta es el hombre de Dios perseguido por anunciar la verdad y la
voluntad de Dios, decían contra él: « ¡Terror
por doquier!, ¡denunciadle!, ¡denunciémosle!» Todos aquellos con quienes me
saludaba estaban acechando un traspiés mío:
« ¡A ver si se distrae, y le podremos, y tomaremos venganza de él!»
Pero sabía que Dios
estaba con él y podría llevar a cabo la misión del anuncio que le tenía
encomendada, se sentía fuerte y poderoso por que
saldría victorioso de la persecución, la mentira y la calumnia.
Nos recuerda las palabras de Jesús en el Evangelio cuando
también lo quería apresar, se inventaban mentiras, calumnias, lo que querían
plantear a los demás como un farsante y como alguien peligroso para poder
quitarlo del medio, ahora sí, parecía que había llegado la hora de poder acabar
con él.
Jesús les dijo: «Muchas
obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras
queréis apedrearme?» Le respondieron los judíos: «No queremos apedrearte por
ninguna obra buena, sino por una blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces
a ti mismo Dios.»
Como vemos al igual que en el profeta Jeremías no se le
atacaba por sus obras buenas, sino por blasfemo, porque decía ser el Hijo de
Dios, y porque desmontaba su falsedad de vida en nombre de Dios, y por eso querían
eliminarlo, aun no pudieron agarrarlo, pero realmente ya se acercaba el tiempo
de la Pasión. La vida nos sorprende con la persecución al inocente anunciador
de la verdad, los poderes de este mundo manifiestan así su fuerza para eliminar
o sobrepasara a Dios, o es más, que el dios que pueda existir sea obra de ellos
y por lo tanto manipulable.
Javier Abad Chismol
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