martes, 21 de enero de 2020

UNA LUZ MUY GRANDE VIENE PARA ALUMBRARNOS

UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

III Domingo Ordinario A



Cristo es la luz del mundo, que viene a todos nosotros para sacarnos de la tiniebla, la tiniebla es el pecado, es la ausencia de Dios, vivir sin Dios es como vivir desorientado, sin rumbo, es como estar extraviado, por eso nos afirma la Escritura que el pueblo que andaba perdido, a oscuras, vio la luz, esa luz es la Buena Noticia del Evangelio, que debe alumbrar nuestros pasos.
El apóstol san Pablo nos hace una llamada a la unidad, una unidad que se debe entender desde dos posturas, una de ellas es que la humanidad no puede andar dividida, que de la división, de la disputa, nacen las contiendas y las guerras, que de la desunión viene lo peor del hombre, siendo capaces de destruirnos, en muchas ocasiones sin piedad.
La segunda idea del Apóstol, y que seguramente es la que tiene mayor sentido es la de la unión de los cristianos, porque muchos siguiendo a Cristo se encuentran divididos y enfrentados. Nos dice que se le ha informado de que discordias entre ellos, se refiere a las primitivas Iglesias. Cada grupo revindicaba su tendencia o ideología, “Yo soy de Pablo”, “Yo de Apolo”, “Yo de Cefas”, “Yo de Cristo”. Y Pablo dice que hay que estar unidos, esto mismo nos lo tendríamos que aplicar cada uno de nosotros, que los grupos de la parroquias estén unidos, que no haya división, la falta de comunicación, y lo peor, la rivalidad, y que incluso se pueda perder el punto de unión fundamental que es Cristo. Y una revisión de vida para el ecumenismo, para la unión de todos los cristianos.
Jesús empezó a predicar por los pueblos y las calles la conversión, el cambio de vida, de actitud, y la venida del Reino de Dios, es en definitiva, encontrar el sentido a nuestra existencia terrena y hacia donde tenemos que poner nuestros pasos.
Y fue llamando a sus discípulos para que le siguieran, de esta manera fundaba la Iglesia; “Venid y os hare pescadores de hombres”. Dejaron lo que estaban haciendo y le siguieron.
Hoy se nos propone revisar cual es la misión de la Iglesia, que es dar luz a las gentes, llamando a la conversión, y que se debe estar unidos para no caer en los retos personales y de grupo que nos lleven a desvirtuar la misión de la Iglesia.

Javier Abad Chismol

jueves, 19 de diciembre de 2019

IV DOMINGO DE ADVIENTO A 2019


JESÚS NACERÁ DE MARÍA

La Virgen está en cinta, y espera un niño, que se llamará Enmanuel, que significa “Dios con nosotros”, ese es el gozo que celebramos en estos días a las puertas de la Navidad, es la Profecía de Isaías, que adelanta el Nacimiento del Salvador, esa es la misión del Profeta que hemos vivido en este tiempo del Adviento; Preparad el camino al Señor.

El Señor ama a su Pueblo, y no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, y por eso envía a los profetas, y a su vez nos deja la Escritura, las Sagradas Letras, que hablan de Dios, una Palabra que es viva y eficaz, que es transformadora y nos lleva a la conversión, que es volver nuestra vida al Señor.

Dispongámonos a preparar nuestro corazón para que el Señor, ese pequeño niño, pueda nacer en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras casas, en nuestras calles. Esa ternura, y esa pequeñez simboliza el amor tan grande que nos tiene el Señor a todos nosotros, ¿hay algo más frágil que un niño recién nacido?
El nacimiento de Jesús venía a cumplir la Promesa que el Señor había prometido a su pueblo, ese pueblo elegido que es ahora toda la humanidad, ya no es una salvación para unos pocos, es para todos sin excepción, el Salvador al hacerse hombre se hace accesible a todos, sin distinción, es el valor fundamental de la Buena Noticia, que es precisamente eso, que nadie quedará excluido en la senda que conduce al hombre a su Creador.

Por ese motivo las cuatro velas de nuestra Corona de Adviento simbolizan la plenitud de la luz de Cristo, es la luz que alumbra al mundo, debe ser como faro que alumbra nuestros pasos, una luz que debe pasarse de unos a otros, porque no habría verdadera Navidad sin solidaridad, generosidad y entrega.

Escuchamos en el Evangelio que José acepta las palabras del Ángel, al igual que María, eso es la fe, eso es la confianza en el Señor, aceptar a pesar de no comprender y entender, preparemos nuestro interior para ese nacimiento, digamos SI al Salvador.

Javier Abad Chismol

Párroco

lunes, 16 de diciembre de 2019

III Semana de Adviento, Estad siempre alegres en el Señor





Estamos llamados a vivir con alegría, a desbordar de gozo con el Señor, Él ha estado grande con nosotros y por eso estamos alegres. Los cristianos tenemos que caracterizarnos por la forma de vivir, por la forma de afrontar la vida y por nuestra alegría en lo que hacemos y decimos.

Por eso no tememos, porque está presente nuestro salvador, porque viene a sacarnos de nuestro pecado, de nuestra oscuridad, de nuestras tinieblas, esa es nuestra bandera, y ese es el mensaje que se tiene que trasmitir a todos los hombres del mundo.

Jesús  vino al mundo para enderezar lo torcido, tiene que haber un nosotros un deseo de renacer, de querer ser mejores, de que nuestro comportamiento y nuestra actitud haga construir una sociedad mucho más solidaria y mucho más justa. El mundo lo formamos todas las personas, y todos somos hijos de Dios, todos llamados a cumplir una misión que es la que salvar nuestra alma, una vez descubierto esto, pongámonos a trabajar todos, cada uno en su sitio, en su lugar, nuestra propia conversión que debe llevar además a la llamada al encuentro gozoso con el Señor, porque hoy anunciamos que va a nacer un salvador, que es  el Mesías. El Enviado viene a cumplir la misión de poner orden a un mundo que se empeña en vivir al margen de Dios, que no asume su condición de criatura, y por lo tanto al igual que Adán y Eva andan perdidos, desorientados y avergonzados.

Que el Señor nos conozca por la generosidad y por la bondad, que nada os angustie, que nada haga perder la calma, el Señor viene vestido de majestad, a reinar el mundo en su trono que es un pesebre y el amor a los más pobres.

JAVIER ABAD CHISMOL