miércoles, 23 de octubre de 2019

SEMANA XXX DEL TIEMPO ORDINARIO C-2019


FUI LIBRADO DE LA BOCA DEL LEÓN


El Señor escucha al afligido, Él nunca abandona al pobre, al que sufre las injusticias de este mundo, aquel que es víctima de los egoísmos humanos. Nuestro corazón no puede vivir sin Dios, no puede dejar de cumplir los mandamientos, si lo hace se destruye, porque renuncia a su condición de ser Hijo de Dios y por lo tanto renuncia al verdadero amor, y se queda con los sucedáneos que nos ofrece el mundo.
Nuestro Padre quiere la justicia, nos manda las leyes que permiten que nuestra sociedad sea justa, es la invocación al Señor que nos escucha, que nos saca de las maldades de este mundo, y si no nos puede sacar, hace que podamos contemplarle desde este valle de lágrimas y alcancemos la plenitud en el sufrimiento y la persecución, solo Él puede dar sentido al sin sentido.
San Pablo se siente angustiado por la persecución, siente que su vida es como una carrera que llega a su fin, porque sus enemigos le están acorralando, es la carrera de la vida cuya corona es el martirio. Pablo ora, como el pobre, suplica como el orante, pide perdón por sí mismo y por sus perseguidores, para que Dios se apiade del ignorante sin escrúpulos que ha caído en manos de la soberbia al eliminar al único Dios, para convertirse en un dios menor, y por lo tanto ser esclavo del pecado y caer en la maldad.
Que nuestra oración sea pura y auténtica, cuanto más cerca estemos de Dios Padre más conscientes seremos de nuestro pecado y de todo lo que nos queda aún por vivir en esta vida, no como el fariseo de la parábola que se sentía perfecto en todo y miraba a los otros por debajo del hombre, en cambio el publicano era humilde al reconocer su pecado y la necesidad del amor y del perdón de Dios.
Vivimos en la sociedad del maquillaje, de la soberbia que esconde el pecado, el mal y las intenciones oscuras, pidamos al Señor un corazón puro, humilde y sencillo, capaz de perdonar, de amar, de reconocer la culpa, sabiendo que Él nunca desprecia un corazón pobre y humillado.
ACOGE A TU SIERVO SEÑOR
Javier Abad Chismol
Párroco

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