sábado, 17 de agosto de 2013

NO HE VENIDO A TRAER LA PAZ



XX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (c-2013)
NO HE VENIDO A TRAER LA PAZ



Jeremías es el enviado de Dios para denunciar el mal obrar del hombre, como el hombre se empeña en vivir al margen de Dios, donde no se quiere oír la voz del profeta, por eso querían matar a Jeremías, porque era la voz de Dios que interpelaba y denunciaba, Jeremías es incomprendido y por eso se le quieren eliminar. Jeremías no hacía su voluntad, hacía la voluntad del Señor.
El hombre que se cree su propio Dios no consiente la intervención divina, y por eso cuando aparecen los signos de Dios pretende eliminarlos, así cree acabar con la idea de Dios. Cuantas contiendas bélicas han desatado la ira del hombre contra los servidores del Señor, sacerdotes, monjas, personas religiosas, y no solo las personas también sus símbolos, sus templos, es la ira del hombre por acabar con Dios y sus mensajeros. Es el mal encarnado en el ser humano para destruir y destruirse, esa es la paz en contradicción, la paz del creyente es la denuncia y la acción, como Jeremías, aunque despierte la ira y el odio.
Como nos dice san Pablo, corramos en la contienda que nos ha planteado el Señor, no seamos cobardes, seamos valientes y tengamos el coraje de anunciar a tiempo y a destiempo, la verdad no es para esconderla. Aprendamos a sobrellevar la cruz y luchar contra el pecado, las seducciones del mal, la voz de la serpiente que invita a ignorar a Dios, a ningunearle e incluso a la prepotencia de eliminarlo.
El Señor nos ha dicho que no ha venido a traer la paz al mundo, sino al contrario, la división, de los que reconocen a Dios y los que lo niegan, los que construyen un mundo justo y solidario y los que se dejan llevar por el egoísmo, la prepotencia y la soberbia. La división se dará entre el Si y el No a Dios, entre la verdad y la mentira, entra la trascendencia y la vida terrena final.
Seamos fieles soldados del Señor, que nuestra espada sea la verdad de la Palabra, la coherencia de nuestros actos y las obras de caridad.
Javier Abad Chismol

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