sábado, 28 de marzo de 2020

V Domingo de Cuaresma A


Infundiré mi espíritu en vosotros y viviréis


La voz del profeta clama un canto de esperanza, en nombre de Dios anuncia al Pueblo que les sacará de sus tumbas, de sus tinieblas, de su muerte en vida, y los llevará a un nuevo Israel, es la promesa firme del Señor de sacarnos del vacío de la incertidumbre para llevarnos al sentido que tiene la existencia humana, sin Dios no podemos ni somos nada.

Los que viven en la carne no pueden agradar a Dios, porque han puesto sus anhelos y esperanzas en las cosas de este mundo y eso solo lleva a la destrucción, porque no se puede poner el corazón en las cosas perecederas, porque es querer alcanzar algo que siempre se te escapa de las manos, nadie puede añadir ni un minuto a su vida.



Pero si Cristo está con nosotros, el Espíritu habita en nosotros y nos lleva por lo tanto a la resurrección y a la vida eterna, es el mismo Señor que venció la muerte y salió de su tumba marcándonos cuál es el camino por el que la humanidad entera debe caminar para alcanzar plenitud, sin Dios caminamos sin remedio hacia la muerte, hacia al caos, hacia la tumba.

Nuestra esperanza se debe basar en la confianza plena puesta en el Señor, como Marta y María, que llamaron al Señor cuando Lázaro, su hermano, que era amigo de Jesús enfermo, y acudieron a Él, y este les contestó; «Esta enfermedad no es de muerte, es para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»

Jesús nos invita a caminar como hijos de la luz y no de las tinieblas, el que camina en la oscuridad se tropieza y cae porque no ve.

Lázaro murió y Marta y María con lágrimas en los ojos acudieron a Jesús, tu solo tienes palabras de vida eterna, Jesús les dijo tu hermano resucitará, ¿creéis esto? Ellas con lágrimas en ojos les dijeron que si, pero eso no les privaba la pena de la perdida, porque resucitara en la resurrección del último día. Jesús afirmó, “Yo soy la resurrección y la vida el que crea en mi aunque muera vivirá para siempre”.

Dicho esto acudió a la tumba de Lázaro, le llamó por su nombre y este salió de la tumba, y muchos creyeron por este milagro. Jesús viene a sacarnos de la muerte para llevarnos a la vida, a la verdadera vida que no se marchita y que trasciende.

Javier Abad Chismol

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