INVOCACIÓN A LA
MISERICORDIA Y EL
PERDÓN
El profeta invoca al Señor ante el desconcierto y el temor,
porque el hombre en ocasiones se siente abrumado ante la dificultad el dolor y
la dificultad, el profeta Daniel pide al
Señor que no le abandone, que Dios a pesar de nuestro pecado no rompa su
alianza con el hombre.
La calamidad, el dolor, la desgracia, ¿es un castigo divino?
Muchos en estos momentos pueden pensar que el hombre ha abusado del Creador, ha
renunciado a él, ha despreciado la vida del hombre, y la consecuencia del
pecado del hombre del desprecio a la vida sea la propia destrucción de la
humanidad.
Dios es amor y misericordia, a su vez es trascendencia, la
vida no es solo lo que vemos, es un canto a la esperanza y al consuelo, porque
Dios no nos deja nunca de la mano y pedimos con fe su auxilio. La misericordia
que pide el profeta para que los opresores no destruyan al pueblo de Israel,
porque se sienten pequeños ante el enemigo.
Llamada al perdón de unos a otros, del respeto a los demás,
hoy más que nunca debemos salir de nuestro egoísmo para pensar unos por otros.
Cuando Jesús habla del perdón y hasta cuantas veces hay que perdonar, y dice
setenta veces siete, que significa siempre, un perdón y misericordia que solo
se alcanza con la confianza en Dios, luchando muchas veces contra nosotros
mismos.
Aprendiendo siempre a ponernos en la piel del otro, por eso
la parábola del siervo ingrato que pide el perdón a su Señor para que se apiade
de él, recibiendo el perdón pero a su vez luego es incapaz de perdonar y ese es su
castigo, exigir misericordia y luego ser egoísta.
Así es nuestra sociedad llena de exigencias y de derechos
pero luego descuidando a los demás y nuestras propias obligaciones. Invocamos al
Señor, que nos libre del mal y nos dé su misericordia infinita, en Él confiamos
el solo puede librarnos del mal y llevarnos hacia la fe y esperanza.
Javier Abad Chismol
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