LA JUSTICIA DE DIOS
ESTA POR ENCIMA DE LA DE LOS HOMBRES
Escuchando al
profeta Daniel nos damos cuenta de cómo muchas veces en el mundo se dan muchas
injusticias, de cómo la verdad es oprimida por el peso y el interés de la
mentira, vendida muchas veces al poder del mundo.
No es nada
nuevo hablar del castigo al justo por que incomoda o porque no hace lo que uno
quiere, entonces se le acusa a este, es el caso de los profetas, que sus
palabras denuncian el mal hacer del poder y de la sociedad, es entonces cuando
se le entrampa para acabar con la voz de la verdad, de la denuncia falsa y
calumniadora.
Daniel nos
habla de Susana la joven que es chantajeada por dos ancianos para que haga lo
que ellos quieren y si no lo hace será acusada en falsedad para destruirla,
pero Susana prefiere no ceder al chantaje y confiar plenamente en Dios, dándonos
un gran ejemplo de confianza plena no dejándose llevar por su interés y siendo
así víctima del mal. Ella confió y quedó inocente y los dos calumniador presos
de su mentira y de su maldad.
Después en
la misma línea de acusación el Evangelio nos pone ante un dilema, nos presenta
a una mujer sorprendida en adulterio y se la quiere juzgar según la ley de
Moisés, es decir, apedrearla públicamente, Jesús se quedó en silencio y se puso
a escribir en tierra, mientras tanto todos se veían con mucha fuerza moral para
castigar a esta mujer, y Jesús pronunció una de la frases más contundentes que
nos llevan profundamente a la reflexión sobre nuestra forma de ver y juzgar a
los demás; «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera
piedra.»
Y todos poco
a poco se fueron retirando, y la mujer pudo marchar, una reflexión a cuantas
veces nos dejamos llevar por prejuicios y por lo que dicen lo demás, pudiendo
en ocasiones culpar a un inocente, creyéndonos nosotros mejores que los demás. Que
la misericordia de Dios y el perdón habiten en nuestros corazones.
Javier Abad
Chismol
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