EL PORQUÉ DE DIOS, LA
FE QUE NOS CURA
Muchas veces nos pasamos la vida preguntándonos él porque de
las cosas, especialmente en las desgracias o en aquello que nos sobrepasa, bien
porque no encontramos respuestas o porque no sentimos de alguna manera víctimas
de la vida y de las circunstancias.
El enfado de parte del Pueblo de Israel con Dios y contra
Moisés porque después de sacarles de Egipto se encontraban ante las
dificultades del desierto; cansados, sin alimentos, sin agua y sin rumbo claro
que seguir.
Ante esta queja del Pueblo y enfrentamiento contra Dios
surgieron serpientes abrasadoras que ponían en peligro a la gente, entonces el
Pueblo le dijo a Moisés: «Hemos pecado
por haber hablado contra Yahveh y contra ti. Intercede ante Yahveh para que
aparte de nosotros las serpientes,»
El Señor escuchó la plegaria de intercesión de Moisés y dijo Yahveh a Moisés: «Hazte un Abrasador y ponlo sobre un mástil. Todo el que haya sido
mordido y lo mire, vivirá.»
Todo aquel que era mordido por las serpientes y miraba el
mástil quedaba curado del veneno de la serpiente. Es la creencia en el poder de
Dios que intercede por nosotros y nos salva, es el antídoto para el veneno de
la serpiente que es el pecado y la negación de Dios.
En el Evangelio escuchamos las palabras de Jesús: «Yo me voy y vosotros me buscaréis, y
moriréis en vuestro pecado. Adonde yo voy, vosotros no podéis ir.»
Llamada al encuentro, a la conversión y a la aceptación de la
cruz, les dice: “Vosotros sois de este
mundo, yo no soy de este mundo.”
Jesús nos recuerda el pasaje de Moisés de las serpientes para
que seamos verdaderamente creyentes: «Cuando
hayáis levantado al Hijo del hombre, entonces sabréis que Yo Soy, y que no hago
nada por mi propia cuenta; sino que, lo que el Padre me ha enseñado, eso es lo
que hablo. Y el que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo
hago siempre lo que le agrada a él.»
Aceptación de la voluntad de Dios, aceptación de la cruz,
preparación para la Pasión, el Señor a pesar de las dificultades, de la
incertidumbre, de los problemas siempre está presente y lo que tenemos que
hacer es tener la capacidad de mirar con fe y quedar sanado de nuestro pecado.
Javier Abad Chismol