MIS PLANES NO SON
VUESTROS PLANES
Estamos llamados a una búsqueda, de hecho el ser humano se
pasa la vida buscando, la clave sería saber qué es lo que busca, ¿Dónde está
puesto su corazón? ¿Qué planes tenemos en la vida? La verdad es que muchas
veces no tenemos en cuenta a Dios, vivimos como si este no existiera, como si
lo pudiéramos suplir con cualquier cosa.
No tenemos tiempo para Dios, especialmente en los momentos de
plenitud, de salud, de juventud, de proyectos y de planes. Muchos padres acuden
a apuntar a sus hijos a la Primera Comunión y no encuentran huecos en la agenda
de los niños o en la suya, está repleta de planes, de extra-escolares, de
salidas, y si se les dice que hay que ir a misa para tomar la comunión entonces
no es posible, porque ellos tienen sus planes, y Dios y sus preceptos no vienen
muy bien. No se entiende el compromiso, el plan que solo es fiesta y tradición pero no hay
búsqueda de Dios, y si no me lo facilitan que malos son los curas y la Iglesia,
porque no aceptan mis condiciones.
Al igual que en el sacramento del bautismo, promesas de
educar en la fe que no se cumplen,
porque no hay compromiso, porque no se adapta a mis planes, y primero
busco el convite y luego exijo la fecha.
Hoy se nos pide autenticidad y coherencia y que el malvado,
el que se cree poseedor de una verdad equivocada, vuelva a Dios y vuelva a la
verdad, una verdad que se debe descubrir, una verdad que son los planes de
Dios, y no nuestros engaños y proyectos de auto-gobierno en los que queremos ser
autónomos si autoridad y decidiendo nosotros que es dios y que es lo que
queremos cumplir o que queremos ignorar.
San Pablo nos propone una vida con dignidad, una vida que
agrade a Cristo, aunque haya que sufrir, el sufrimiento vale la pena, si el
plan es el plan de Dios, si conseguimos que la voluntad de Dios sea nuestra
voluntad, si conseguimos de verdad y de corazón llevar a nuestros hermanos a la
fe.
El plan de Dios no es para hundir al hombre, ni para privarle
de libertad, el plan de Dios, es que el hombre se realice en esta vida mortal
pero con los ojos puestos en el Señor y en la vida eterna, una existencia
entendida como un tránsito necesario y vital para la condición humana, y que se
abraza a la esperanza.
Desterrando así toda actitud destructiva, una actitud que
viene ante la codicia del hombre, o ante la autosuficiencia del ser humano que
se pasa la vida planeando y creyéndose lo que no es, preso de la soberbia y de
una ambición desenfrenada que le lleva incluso a pasar por encima de los demás
sin importar el otro.
De ahí surge el mal del mundo, de un “Yo” demasiado hinchado,
de un “Yo” sin más dios que el mismo. ¿Queremos descubrir la bondad del hombre?
Acerquémonos a Dios, ¿Queremos descubrir hasta dónde puede llegar la maldad del
hombre? Eliminemos a Dios y saldrá lo peor que tenemos dentro, saldrá la maldad,
lo que destruye y de nuevo aflorara la comodidad, el placer y el egoísmo.
El Señor no se va a cansar de invitarnos a trabajar por el
Reino de los Cielos, sale a nuestro encuentro, al igual que en la parábola de
los jornaleros, el dueño salió a contratar a gente a distintas horas del día,
unos por la mañana, otros a medio día, y otras ya al caer la jornada.
A la hora de pagar lo lógico es que se pague a cada uno según
el tiempo que haya trabajado, pero no así lo el dueño de la parábola, que pago
a todos por igual, independientemente de cuando hubieran sido contratados. Es cierto
que cuando vieron este gesto, los jornaleros de la primera hora se molestaron
por el pago, y les dijo el dueño ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
Así es la venida del Señor, del Reino de los Cielos,
misericordia, perdón y conversión, nunca es tarde para volver al camino, a la
verdad, es la paciencia santa de un Dios que es amor y que quiere que todos los
hombres se salven y entren por la puerta de salvación, porque los planes del
Señor no son los nuestros, y fiarse de Él es tener la certeza de acertar en la
vida.
Javier Abad Chismol
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