EL PERDÓN NOS ABRE A
DIOS
El perdón es uno de los grandes retos para el ser humano,
perdonar a quien te hace mal, a quien te ofende, perdonar que no es consentir
el mal de una manera inocente, ni consentir que el mal se apodere de uno, es
perdonar con misericordia y comprensión, poniéndose en el lugar del otro, y
entender que el pecado es muchas veces fruto de la ignorancia y de la ausencia
de Dios.
Perdonar los pecados es un designio divino, es una forma de
demostrar la grandeza de Dios y darnos cuenta de nuestra pobreza, es poder
demostrar al mundo que la fuerza del amor es posible si contamos con el
Creador, si dejamos que Dios sea Dios, y le damos autorización para que entre
en nuestras vidas y nos haga hombres nuevos capaces del perdón y de la
misericordia.
El rencor y el odio pudre nuestro corazón, la sed de venganza
solo lleva a la insatisfacción, amar y perdonar regenera el alma y purifica los
sentimientos. El libro del Eclesiástico nos dice que el perdón es sabiduría y
que el rencor es necedad, el perdón nos hace ser mejores personas y el odio
solo nos llevara a nuestra propia destrucción, al no perdonar nos destruimos a
nosotros mismos, y por lo tanto incumplimos el amor al prójimo y a uno mismo,
nos cerramos al amor de Dios.
Perdonar el error del otro es ser misericordioso, porque al perdonar
estamos entrando en la gracia de la misericordia, y también reconocer que cada
uno de nosotros también pecamos, y que cuando nuestra actitud no es acertada
también queremos la comprensión de los demás. Perdonar que no sea justificar el
mal, el pecado, sino que sea abrirse a la conversión.
Sí queremos vivir en plenitud, tenemos que acercarnos al
Señor, estar sin Dios es como si ya estuviéramos muertos, vivir es estar en la
gracia, y misericordia es amar la vida, es saborear cada momento como un regalo
de Dios que nos ha otorgado a cada uno, siendo conscientes de nuestra
limitación y de nuestra finitud en este mundo, si vivimos para el Señor morimos
para el Señor, en la vida y en la muerte somos del Señor, y el encuentro con el
Padre es amor y perdón.
¿Cuántas veces tengo perdonar? Es una pregunta que muchos se
hacen, incluso piensan que eso debe tener un límite, y eso no es así, el perdón
no tiene un cupo, el perdón es siempre, el Señor contesta hasta siete veces
siete, que es la plenitud de los tiempos, que es la misericordia de Dios que
perdona e ilumina nuestras vidas ante la culpa, que es en definitiva la
condición del perdón, propósito por superar nuestros pecados y nuestra
debilidad y no hacerlo solo por nuestros méritos sino hacerlo como don.
El Señor les explicaba para que comprendieran a que se
parecía el Reino de los Cielos, la historia de un rey que tenía que ajustar
cuentas con uno de sus súbditos y lo llamo a uno de ellos que le debía una considerable
cantidad de dinero, como no podía pagarlo el rey decidió castigarlo por la
deuda, pero al final el rey tuvo lastima y le perdono.
Al poco ese mismo empleado que había sido perdonado resulta
que un compañero tenía una pequeña deuda
con él, y no fue capaz de perdonarle y le denunció para que lo metieran en la cárcel.
Cuando el rey se enteró de la actitud de aquel a quien había perdonado, mando que
le condenaran hasta que pagara toda su deuda, le llamó ¡siervo malvado! Por la
actitud que había tenido, que es la capacidad de no perdonar, y además del egoísmo,
de pensar solo en sí mismo sin pensar para nada en los demás.
Ser misericordiosos como nuestro Padre del Cielo es
misericordioso, el amor, la caridad, la generosidad, la capacidad de ponerse en
el lugar del otro, emanan del acercamiento a Dios, sentirnos perdonados y
amados por el Padre para que luego nosotros podamos hacer los mismo, dejar que
Jesús sea nuestro maestro en el caminar de la vida, de esta manera tendremos un
corazón abierto al amor, abierto a la gente, solidario y tolerante, pero a su
vez ser buscadores de la justicia para que triunfe el bien en nuestro mundo, un
mundo muchas veces demasiado egoísta, sin empatía, y que se mira demasiado el
ombligo, en definitiva, generosidad y amor de Dios en nuestras vidas.
Javier Abad Chismol
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