RESPONSABILIDAD EN LA
EVANGELIZACIÓN
Más que nunca hoy nos encontramos ante una sociedad
secularizada, es decir, mundanizada, que se ha dejado seducir por el mundo, que
se ha ido detrás de la oferta del consumo, del libertinaje y de la ausencia del
Dios verdadero.
El Señor entrego las llaves del Reino a los jefes del pueblo
de Israel, que es como decir pueblo de Dios, pueblo universal católico, porque no es un dios más, es el único Dios, no
podemos dejarnos llevar por engaños de falsas religiones, profetas o sectas,
esa es la victoria del demonio revestida de divinidad hueca y aparente.
Por ello nuestra fe no es una fe de ídolos, no es una fe de
plastilina, es una fe con fundamento, una fe que toca el corazón de verdad, que
no es falsa ni aparente, sino que es transformadora, que lleva a una conversión
continua en una búsqueda sincera de la verdad única.
Debemos creer y amar la Iglesia de Jesucristo, aunque en
ocasiones la barca de Pedro tenga vías de agua, debemos seguir achicando y
seguir navegando hacía el Señor, sin miedo a pesar de la tempestad, que no
abandonemos nunca la barca de Pedro ante la dificultad.
Si, a veces vivimos una Iglesia incoherente, y maticemos,
Iglesia no es solo clero ni religiosos, Iglesia somos todos, cada día amamos
menos a la Iglesia, y la convertimos tan solo en un escenario social de cultura
y de tradición, de costumbres, debemos purificar el porqué de nuestro estar en
la Iglesia. Sacramentos vacíos de fe, fiestas huecas, solo preocupados por la
estética y la competitividad. Un pulso de poder de unos hacia otros, y ¿Dónde está
Cristo? ¿Cuándo evangelizamos de verdad? La Iglesia no es una empresa, ni una
ONG, ni un escenario, es el canal de transmisión de la fe, y cuando lo
impedimos por intereses particulares, se lo estamos impidiendo al mismo Cristo.
Sí, cierto, que gran contradicción cristianos en contra de
Cristo, de la Iglesia, de la misión, ¿Dónde está el mal de la Iglesia, de la
Barca de Pedro? ¿Dentro o fuera? O ¿dentro y fuera?, desde siempre el demonio
es astuto, y busca la debilidad del hombre, una debilidad que se humaniza ante
la religiosidad aparente, crea una guerra civil interna al estilo farisaico,
lleno de doblez y lleno de mentiras, en donde hay apariencia pero no pureza de
corazón.
Hoy la Iglesia debe ser purificada con la sangre del Cordero,
con la Eucaristía y la Palabra, debemos caminar todos juntos en esta Iglesia
peregrinante hacia la salvación, amemos la Iglesia santa llena de hombres
pecadores y necesitados de la verdad plena que nos hace libres, que nos hace
levantarnos a pesar de la dificultad y sin olvidar nunca que no estamos en la
Iglesia por los hombres, sino que estamos por Cristo.
Javier Abad Chismol
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