“ME SEDUJISTE SEÑOR”
El Señor sale a nuestro encuentro todos los días de nuestra
vida, se hace el encontradizo, en ocasiones somos nosotros que desde un manera
sutil le esquivamos, seguramente porque cumplir, descubrir y aceptar la
voluntad de Dios es difícil, y nos falta la valentía y el coraje para saltar al
vacío.
Como a Jeremías, profeta de Dios, que siente la seducción de
Dios, su invitación a la misión, pero a su vez siente la tensión del miedo,
porque sabe que lo que le pide Dios va a producirle violencia, porque tiene que
decir al pueblo, a la gente, que su conducta es errónea, y que está lejos de lo
que Dios desea para el hombre. Experimenta como se burlan, que mienten contra
él, que desean su caída, y que están esperando hundirlo con sus palabras o con
sus obras.
Jeremías tiene la tentación de abandonar la misión porque
sabe que van a por él, es la presión que sienten los mártires, que sintió también
Jesucristo cuando fue perseguido hasta la muerte. La verdad es perseguida por
la calumnia y la mentira que a su vez lleva a la violencia y al odio.
Nuestro mundo está lleno de odio, está lleno de la corrupción
por el pecado, un pecado que está enmascarado, que defiende hasta el asesinato
y la mentira, que desvirtúa a Dios y hace creer lo que no es correcto, que nos
hace vivir en una falsedad.
Pidamos al Señor la gracia del discernimiento, de saber
distinguir lo que viene de Dios de lo que viene de los hombres, es una gracia
que se nos da a través de la oración y de la experiencia personal, saber lo que
viene de la verdad de lo que viene del maligno. Que no nos equivoquemos, el mal
seduce más que el bien, y es muchas veces más atractivo, la voluntad de Dios
suele ir acompañada de mayor renuncia y sacrificio.
Porque seguir a la verdad, seguir al Señor es renunciar e
incluso perder la vida. Jesús anunciaba a sus discípulos que es lo que tenía
que ocurrir, incluso de que forma iba a morir y lo asesinarían. Pedro, los
discípulos no podían dar crédito de ningún tipo a sus palabras, ¿Cómo iba el
Hijo del Hombre a morir así? No se podía comprender o incluso tolerar que esto
fuera así.
Es más, Jesús dice unas fuertes palabras a Pedro cuando este
dice que eso no puede ser, le dice “apártate de mí Satanás, que piensas como
los hombres”, se refería a no aceptar el absurdo de la cruz, y por tanto de la
renuncia, para ganar la vida hay perderla.
Que estemos todos nosotros dispuestos a obedecer y descubrir
la voluntad de Dios en nuestra existencia, aceptemos con fe lo que Dios nos
ponga delante en nuestra existencia y que aunque como Jeremías o Pedro tengamos
cierta rebeldía al final en nuestra vida prevalezca hacer lo que tenemos que
hacer, que es obedecer a Dios ante que a los hombres.
Javier Abad Chismol