miércoles, 26 de diciembre de 2018

LA FAMILIA ES EL PILAR DE NUESTRA SOCIEDAD


Sagrada Familia


30 de diciembre 2018


El día de la Sagrada Familia es muy importante para los cristianos, en la familia se construyen los pilares fundamentales de nuestra sociedad, la familia no es algo que esté trasnochado o desfasado, ni algo del pasado, la familia es la esencia misma del ser humano, ¿que seriamos cada uno de nosotros sin nuestra familia?

A nuestra familia le debemos todo, lo que somos, nuestras vivencias, nuestro aprendizaje, y lo que llegamos ha alcanzar a lo largo de nuestra vida.

La familia no es perfecta, como no lo es el ser humano, pero en ella crecemos, y ella es nuestro apoyo en los distintos ámbitos de la vida. Los libros de la Sabiduría del Antiguo Testamento nos enseñan a amar a los padres, a respetarlos, al igual que en los Mandamientos de la Ley de Dios. Ese respeto debe ser de los padres a los hijos y de los hijos a los padres. Unas veces los hemos necesitado y en otros momentos ellos nos necesitan, eso es el amor, la generosidad y la entrega de una madre y de un padre, y el gesto de un hijo agradecido y comprensivo.

Que nos podamos revestir como hijos elegidos de Dios, santos y amados, tener entrañas de misericordia, de bondad, humildad y mansedumbre y paciencia.

Virtudes que viene de la fuerza del Señor, es la fuerza que el Señor da a los esposos cuando contraen Matrimonio, acercarse al Sacramento es reconocer la debilidad y reconocer que necesitamos de la fuerza del Señor para llevar a cabo la tarea de formar una familia, que se fundamenta en el respeto mutuo, en la igualdad y en el amor.

Hoy contemplamos el misterio de la Sagrada Familia de Nazaret, a María que dice sí a Dios, a José hombre justo y piadoso que respeta la voluntad de Dios a pesar de la contradicción, y Jesús que lleva la salvación al mundo por puro amor, por obediencia.

La familia es el marco del respeto, de la aceptación que no de la resignación, aceptar la condición humana y la verdad es la clave parta el triunfo y la felicidad, y lo más importante es que el Señor este en centro de nuestra vida y de nuestra familia, y esto dará armonía a nuestras relaciones personales de unos con otros.

Javier Abad Chismol
Párroco



viernes, 21 de diciembre de 2018

IV SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)


LA VENIDA INMINENTE DEL SEÑOR


En este cuarto Domingo de Adviento culmina la espera, una espera que nos llena de esperanza, una corona que ya alumbra nuestra vida, porque se ha incrementado la luz, es la luz que guía nuestros pasos y alumbra nuestra vida, necesitamos de esa luz para salir de la tiniebla.

La venida del Mesías está llena de signos que nos hacen caer en la cuenta de que el Señor está cerca, que está a la puerta. El primero de los signos es Belén, porque Miqueas anuncia que el esperado por todos nacerá en la pequeña aldea de Belén.

En Belén se demuestra la sencillez y la pequeñez que ama el Señor, nace en un lugar pobre y apartado para hacerse cercano a todos, su pequeñez demuestra su grandeza. El Mesías no nacerá en una ciudad como Jerusalén, ni nacerá en un palacio, ni siquiera en una cuna, lo hará en una cuadra, en una aldea y un pesebre.

La venida del Señor es sobre todo para obedecer al designio salvifico del Padre, es decir, cumplir la voluntad de Dios, no por pura complacencia, es por algo mucho más grande, es por la salvación de todos los hombres.

Descubrimos aquí el valor de María e Isabel, todo por puro amor a la voluntad de Dios, unido al significado vital de la humildad, reconociendo su pequeñez y viendo la grandeza de Dios.

Hoy también a las puertas de la navidad nos visita también el Señor a todos nosotros, naciendo en cada hogar, en cada corazón, en nuestras vidas.
Que podamos acogerlo en los tres signos que recordamos hoy; el nacimiento en Belén, la visita de María a Isabel y el cumplimiento de la voluntad de Dios.

Javier Abad Chismol
Párroco

miércoles, 12 de diciembre de 2018

DOMINGO GAUDETE



ESTAD SIEMPRE ALEGRES EN EL SEÑOR


III SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)


Estamos llamados a vivir con alegría, a desbordar de gozo con el Señor, Él ha estado grande con nosotros y por eso estamos alegres. Los cristianos tenemos que caracterizarnos por la forma de vivir, por la forma de afrontar la vida y por nuestra alegría en lo que hacemos y decimos.

Por eso no tememos, porque está presente nuestro Salvador, porque viene a sacarnos de nuestro pecado, de nuestra oscuridad, de nuestras tinieblas, esa es nuestra bandera, y ese es el mensaje que se tiene que trasmitir a todos los hombres del mundo.

Jesús  vino al mundo para enderezar lo torcido, tiene que haber un nosotros un deseo de renacer, de querer ser mejores, de que nuestro comportamiento y nuestra actitud haga construir una sociedad mucho más solidaria y mucho más justa.

El mundo lo formamos todas las personas, y todos somos hijos de Dios, todos llamados a cumplir una misión que es la que salvar nuestra alma, una vez descubierto esto, pongámonos a trabajar todos, cada uno en su sitio, en su lugar, nuestra propia conversión que debe llevar además a la llamada al encuentro gozoso con el Señor, porque hoy anunciamos que va a nacer un salvador, que es  el Mesías. El Enviado viene a cumplir la misión de poner orden a un mundo que se empeña en vivir al margen de Dios, que no asume su condición de criatura, y por lo tanto al igual que Adán y Eva andan perdidos, desorientados y avergonzados.

Que el Señor nos conozca por la generosidad y por la bondad, que nada os angustie, que nada haga perder la calma, el Señor viene vestido de majestad, a reinar el mundo en su trono que es un pesebre y el amor a los más pobres.

Javier Abad Chismol

martes, 4 de diciembre de 2018

II SEMANA DE ADVIENTO (C-2018)



LA SALVACIÓN ESTÁ CERCANA

(Bar 5, 1-9. Flp 1, 4-6. 8-11. Lc 34, 1-6)



Dios viene a cada uno de nosotros, el viene a salvar a su pueblo, ese pueblo que somos todos nosotros, que es toda la humanidad, ese es nuestro gozo y esa es nuestra alegría, hoy de nuevo oímos gritar esa voz que clama en el desierto de nuestra vida.

La humanidad, el hombre, la sociedad es árida cuando carece de Dios, necesitamos la voz del Profeta, del enviado de Dios, que nos anuncia la paz, la verdad y la liberación. Pero el hombre se vuelve obstinado, se agarra con fuerza a los poderes terrenales, no quiere oír la voz de Dios manifestada a lo largo de la historia. La venida del Señor se materializa en la carne mortal, en nuestra condición, y por eso se hace cercana a todos nosotros, es accesible, porque nos habla en nuestra lengua, se manifiesta en lo cotidiano y en los quehaceres de cada día. Es tiempo de conversión, de encuentro y de escucha, es tiempo de liberar al pueblo oprimido por la esclavitud del pecado, de su soberbia y de su autosuficiencia.

Dios devuelve el honor, la dignidad al ser humano, cuando es capaz de acoger el anuncio de la venida del Salvador, cuando sigue los pasos de María que le dice un Si con mayúsculas para acoger la  verdad, cuando acepta su voluntad y tiene el coraje de seguir adelante a pesar de las dificultades, de las incomprensiones.

La verdadera conversión viene de las obras, de saberse abrazar a la verdad, es decir a la caridad auténtica, el amor no es abstracto, al igual que nuestra fe, ni la Palabra de los profetas, escuchemos atentamente las palabras de Juan el Bautista, que nos lleva a un corrección de nuestro pecado, a corregir la desviación de nuestras vidas fruto de la incredulidad. Dios ha comenzado en nosotros una obra buena y el mismo la llevará a término, pongamos en sus manos y depositemos en Él toda nuestra confianza porque se acerca nuestra liberación.


Javier Abad Chismol
Párroco

INMACULADA 2018



SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA

 CONCEPCIÓN


Hoy recordamos a la Virgen María, y lo hacemos matizando y afirmando con fe uno de sus dogmas, María fue concebida sin pecado original, es decir que no estaba herida por el pecado y por la corrupción del mal encarnada en el demonio.

Es por lo tanto, la vencedora del mal, es el antídoto para toda la humanidad para así vencer al mal y al pecado. Si por una mujer entró el pecado en el mundo, por una mujer nos llega la redención y el perdón. Es cierto que el género humano no pecó solo, fue ayudado por las fuerzas del mal, por Satanás, por lo tanto tampoco podemos salir solos por nuestros medios.


Recordemos en qué consistió el Pecado Original, es un acto en el que la humanidad y cada hombre tiene que luchar para no caer en la tentación. Nos queremos creer superiores, queremos ser más que los demás, queremos en definitiva pasar sobre Dios, apartarle o eliminarle. Pues bien, hacer esto es aniquilar al propio hombre y a la humanidad, porque el hombre sin Dios se convierte en un ser despiadado, en donde triunfan los fuertes y se abusa de los débiles.

En definitiva sin Dios la humanidad se destruye, y del corazón de cada hombre nacen los instintos más primarios y destructivos. Por eso hoy nos tenemos que acercar a María para que sea nuestro apoyo, nuestra auxiliadora, nuestro refugio, ella vence al pecado y al demonio, aplasta la cabeza de la serpiente y nos lleva a la salvación y al encuentro con el Padre.

También en Jesucristo encontramos al nuevo Adán, que nos cura del pecado del primer hombre, nos justifica, nos lleva a la Iglesia y nos purifica por el sacramento del Bautismo.

Por eso María nos lleva de la mano, nos ayuda a fiarnos del Señor, a seguir su camino y aceptar su voluntad en nuestras vidas. Que resuenen en nuestras vidas las palabras de María; Hágase tu voluntad.

Javier Abad Chismol

sábado, 1 de diciembre de 2018

I Semana de Adviento (C-2018)



SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN
(Jer 33, 14-16. Sal 24. 1 Tes 3, 12-4, 2. Lc 21, 25-28. 34-36.)


El mundo se tiene que observar y contemplar con esperanza y con confianza, el Señor no nos ha dejado solos, sabemos que él tiene que venir a nuestros corazones, a nuestras vidas, esa es nuestra meta, de que venga a llenar nuestra existencia, de que nos ayude a superar el aparente sin sentido de nuestro mundo, del lugar que ocupa en el cosmos, en el universo.
Una ciudad nueva donde habite la justicia y la paz, una forma distinta de entender la humanidad, en donde el pecado, la corrupción, sea vencida por la fuerza del amor y de la solidaridad, sin Dios, sin su venida, no podemos hacer absolutamente nada, el Señor “es nuestra justicia”, con él podemos vencer la fuerza del mal, del ateísmo, de la indiferencia y de la crueldad del hombre que quiere devorarse unos a otros porque está lleno de odio, de ambición, de codicia y de ansia de poder.
El tiempo de Adviento es un tiempo privilegiado para el amor, para la esperanza, para estar expectantes a la venida de algo muy grande, es la espera que se convierte en fuente de amor y de paz, donde la justicia divina se impone por encima de la de los hombres, para ello tenemos que aprender a poner en práctica todo aquello que el Señor nos ha enseñado en las Sagradas Letras, los mandatos divinos que no vienen como imposición, que vienen como nuestra liberación de la esclavitud y del pecado.
Llegará un día que habrá signos fabulosos, porque viene el Señor, los alejados tendrán miedo por lo desconocido y por la evidencia de su error al rechazar al autor de la vida. Estemos preparados para esa venida, que no estemos embotados por todas las tentaciones terrenas, por lo que nos pervierte y nos aleja del amor y de la verdad, velad y orar para presentarse sin temor ante los ojos del Padre.
Javier Abad Chismol
Párroco

EL MISTERIO DE LA ESPERA: EL ADVIENTO



El adviento es el tiempo de la espera y venida de Dios en el corazón del hombre actual.
La tensión de la espera y la no-espera, no se sabe esperar, hay impaciencia, se busca la inmediatez, se quieren respuestas rápidas.
No sabe esperar, por eso les cuesta tener esperanza, se busca la respuesta en: la ciencia, la medicina, las leyes, los astros.
Todo, menos Dios, este se queda en el último lugar, es comodín final. Resurge la brujería, la adivinación, aquello que no compromete pero si soluciona, es la época de la droga, de la alucinación.
Realmente el hombre sigue buscando la salvación y siente en el corazón como un vacío, un desierto en busca de oasis, algo que le lleve a una paz que no sabe bien donde se encuentra.
Conocemos la historia de esperando a Godot de dos mendigos, esperan sin saber lo que esperan, ni a quien, ni como, ni fecha e incluso el lugar de la fecha, de pronto llega un muchacho indicando que va llegar al día siguiente, pero al día siguiente llega con la misma misiva de mañana, y los dos pobres siguen esperando.
Alguno puede verse reflejado en esta espera de Godot, de Samuel Beckett, es la situación del hombre postmoderno, un condenado a esperar algo que nunca llega, es el drama absurdo, son castillos de arena de la playa.
La espera constituye la misma trama de la vida. Es su fuerza y debilidad. Impaciente y serena, la espera es compañía de la vida en sus búsquedas y encuentros. Contiene sus secretos. A veces es su freno y su trampolín de lanzamiento, su memoria y latido de corazón... La espera es de algún modo nosotros mismos, con nuestras cualidades y defectos, con nuestras certezas y nuestros interrogantes, con nuestras necesidades y nuestros deseos. (E. Debuyst).
La Palabra de Dios que se proclama en el adviento resume las esperas y búsquedas del hombre iluminada cuando se agita el corazón y la mente. No es como el caso de Godot, sabemos a quién esperamos y sabemos que va a llegar.
El adviento es tiempo de esperanza y de conversión, que no perdamos esa perspectiva, no nos acomodemos a nuestra vida, y ya por resignación no esperemos nada.
Javier Abad Chismol
Párroco