19 de marzo
SANTIDAD EN OBEDIENCIA
Y SERVICIO
En la cuaresma y a las puertas de la Semana Santa recordamos
con devoción al santo artesano, al hombre de Dios fiel y obediente, hombre
sencillo y discreto que acepta la voluntad de Dios, podíamos decir, que acepta
ser el actor secundario, y sabe cuál es su lugar en la Historia de Salvación. Un
papel fundamental en el misterio de la Encarnación, una misión vital en la
venida del Salvador al mundo.
De San José destacamos su sencillez, el ser una persona trabajadora,
por este motivo se le venera en muchos lugares como obrero, porque es la
representación del trabajo, de un trabajo bien hecho, y como también podemos
llegar a la santidad a través del trabajo, porque podemos agradar a Dios en las
pequeñas cosas y con el esmero con que las hacemos, de tal manera que
entendamos que a través del trabajo estamos glorificando a Dios.
Es el artesano que pone esmero en aquello que realiza, que
ensalza los dones de Dios, todo aquello que no ha dado el Señor ha cada uno y que ponemos al servicio de los
demás, ahí se manifiesta la honradez, el
trabajo y el esfuerzo, por eso miramos a José, como hombre trabajador
atento a la voluntad de Dios.
A veces da la sensación que hacer lo que Dios nos pide es
algo solo para religiosos/as consagradas, y eso no es así, la llamada es
siempre para todos sin ningún tipo de excepción, y por lo tanto podemos agradar
a Dios en cada cosa que hagamos, sea grande
o pequeña, relevante o insignificante.
A san José se le pone en la misma línea que Abrahán y David, porque
nos ayudan a comprender la importancia que tiene San José, que fue uno de los
elegidos por Dios para que colaborase en la Historia de la Salvación, es por lo
tanto, el tránsito, el paso entre la Antigua Alianza y la Nueva Alianza, no hay
una ruptura, es una continuación, es el cumplimiento.
Es como el caso de Zacarias o de Ana, del anciano Simeón o de
Juan el Bautista, y ya por encima de todos, la Virgen María, cada uno ocupa su
lugar en la Historia Sagrada.
La Escritura nos presenta al Patriarca san José como un nuevo
Abrahán, es el hombre justo y fiel que creyó contra toda esperanza.
José, hijo de Jacob, de Nazaret, no fue elegido para
comprender o para predicar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios; su
misión fue la de aceptar, custodiar y proteger esa iniciativa divina que lo
desbordaba totalmente, y ahí radica su grandeza. Por este motivo vemos que
todas las personas tienen un hueco, una misión en la historia de la salvación
del hombre, sin ningún tipo de excepción.
José obedecía en silencio y aceptando la voluntad divina, que
recuerda la promesa hecha al Rey David y que se cumple en Jesús, el Hijo de
Dios nacido de la Virgen María, cuando el ángel le saluda como “Hijo de David”,
el mismo con que se aclamó a Jesús en la espera de un Salvador.
San José es hoy un modelo para todos nosotros, es el mismo cumpliendo
la voluntad de Dios, acepta el plan de Dios, y se convierte así en “Padre de
los Creyentes”, porque acoge la gracia y la Palabra de Dios, porque no confía
solo en el mismo, ni tampoco en la lógica, confía en la gracia y en la obra de
Dios.
Protegió a María y a Jesús de tantos peligros tal como leemos
en los “Evangelios de la Infancia”, persecuciones, exilio, desconcierto, falsas
acusaciones. El Patriarca de Nazaret vela por nosotros e intercede por cada uno
de nosotros.
Javier Abad Chismol
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