SI EL GRANO DE TRIGO NO
MUERE NO
DA FRUTO
“QUEREMOS VER A JESÚS”
A pesar de nuestra dureza de corazón, el Señor quiere renovar
su amor con nosotros, con el género humano, y nos dará las oportunidades que
necesitemos para purificar nuestras vidas de la infidelidad por nuestros
pecados y por el culto a otros ídolos, eso es el amor en gratuidad, abierto al
perdón y a la renovación, es la grandeza del amor de Dios.
En el pacto con Dios se nos dice que ha puesto su Ley en lo
más profundo de nuestro interior y lo escribe en nuestros corazones, esto
quiere decir que podemos encontrarnos con la verdad en el interior de nosotros
mismos, que está inscrita a fuego la verdad del bien y el mal para obrar y
actuar en nuestra vida, y todos sin excepción tienen acceso a Dios que se
manifiesta desde el más pequeño al más grande sin ningún tipo de distinción por
rango.
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con
lagrimas en los ojos, presentó oraciones por todos los hombres, aun así la dureza
del corazón del hombre lo llevo a la muerte, y a una muerte de cruz, aprendió a
obedecer sufriendo y así se convierte en la salvación plena para el mundo, ahí
está clavada la salvación, la bandera discutida, que ondea en nuestras vidas,
entre el amor de Dios y la mezquindad
del hombre, pecado y redención, pecado y perdón, vida y muerte, el bien y el
mal, que inunda la humanidad que esta sedienta de un Dios vivo y verdadero que
plasme el verdadero amor en entrega y en gratuidad.
El Señor con pena en su corazón avanza lo que tiene que
ocurrir, y como se da la maldad del hombre en la injusticia, y es que llega la
hora, es la hora en que será glorificado el Hijo del Hombre.
Queremos ver a Jesús, encontrarnos con la verdad, porque sin
el grano de trigo no muere no da fruto, por eso el que se ama así mismo se
pierde, y en cambio el que renuncia a sí mismo por amor a la verdad ese se
salva, se guarda para la vida eterna.
El que quiera servir al Señor se perderá, tendrá que
renunciar así mismo, tendrá que poner delante de sí, la voluntad de Dios, y
vencer la injusticia, el mal, lo absurdo del sufrimiento.
Jesús también clamo al Padre para que librará del dolor, pero
aun así acepto la voluntad de Dios, el Señor no nos libra de la queja ante la
injusticia, pero nos da la fuerza del coraje para seguir adelante, no da la
gracia para aceptar, como Jesús que acepta, que pide que le libre de esa hora,
pero que afirma que si para eso ha venido al mundo, que se glorifique el nombre
del Padre.
Preparamos nuestro corazón, veamos con incredulidad pero con
certeza el significado de la Pasión del Señor, los discípulos se resistían a
creer lo que iba a suceder, no daban crédito como podía a llegar a pasar eso,
no lo entendían, ¿Por qué el bien se paga con mal? ¿Por qué la mentira triunfa
sobre la verdad? Al igual que ellos, caminamos sin comprender, pero llenos de
fe por cumplir la voluntad del Padre para que el Hijo del Hombre sea
glorificado.
Javier Abad Chismol
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