martes, 27 de marzo de 2018

JUEVES SANTO 2018

EL BANQUETE DE LA SALVACIÓN

Durante la cena Jesús tomó el pan, lo bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: “Tomad y comed. Esto es mi cuerpo”. Después tomó un cáliz, dio gracias y lo dio, diciendo: “Bebed todos de él, porque esta es mi sangre, la sangre de la nueva alianza, que será derramada por todos para remisión de los pecados”.

Mt 26, 26-28



La última Cena es el regalo más grande que nos ha dado el Señor, porque a través de la Eucaristía el Señor permanece para siempre con nosotros y en nosotros, se hace presente cada vez que el sacerdote pronuncia las mismas palabras que dijo Jesús, y como nos invitó a que hiciéramos esto en memoria suya, es don, es regalo, es gracia.

Dios se nos entrega en el Misterio de la Encarnación, se nos ofrece en la cruz y se hace perpetua la entrega en el Sacramento de la Eucaristía, entrega por amor y alimento para el camino, es nuestro viatico, es el alimento que nos da las fuerzas necesarias para seguir en la vida, para dar sentido a lo que vivimos y hacemos en nuestra existencia terrena, y por ese motivo el Seños no nos deja solos nunca, siempre se hace presente en nuestras vidas, y se nos da por puro amor, es más, se nos da sin merecerlo.

Jesús se nos da en una Presencia Real, lo que vemos en la celebración de la Eucaristía, no es pan ni vino, es realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo, por eso no podemos banalizar con el misterio, quitarle la importancia que tiene venerar el Santísimo Sacramento.

Es alimento espiritual imperecedero, “Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida” Jn 6,55. Es nuestro alimento espiritual necesario para que podamos cumplir la voluntad de Dios, no permitamos que se devalúe la Eucaristía, para muchos ya no tiene sentido santificar las fiestas, no sienten necesidad de la Eucaristía dominical, ni tampoco participar en la Santa Misa, se puede estar mucho tiempo sin comulgar, simplemente porque no hay ningún acontecimiento social que me lleve a la Iglesia, a la Eucaristía, no hay bodas, ni entierros, ni fiestas, entonces ¿para que acudir?

Tenemos que necesitar la Comunión, sino lo hacemos, cada vez y sin darnos cuenta, estaremos alejados de Dios, y este será para nosotros un desconocido, la Iglesia un entorno puntual, tipo salón de actos, no despreciemos al Señor, cuantas veces en una boda o un funeral, o una fiesta, estando la Iglesia llena solo comulgan unos pocos, es la banalización del sacramento, convertido en acontecimiento social.

Jesús en la Eucaristía es sacrificio salvador, porque se nos da en alimento para la vida eterna, cada vez que participamos en ella actualizamos el misterio, no recordamos tan solo, el mismo Señor se hace presente en el pan y el vino, hacemos eso en memoria suya y porque nos dio ese mandato, hacerlo en memoria suya, y con la orden del Señor, nace la verdadera ordenación sacerdotal, que se perpetua en la Iglesia a través de los sacerdotes que prestan sus manos, su voz al Señor para hacerse presente en la Eucaristía.

Es el banquete de los tiempos mesiánicos, es el anuncio del banquete del cielo, es la prenda para la vida futura y es la realidad sustancial que se hace presente ante nuestros ojos, se forma un verdadero puente entre el Señor y todos nosotros.

La Eucaristía es la vida de la Iglesia, todo creyente, cristiano, que no ve necesaria la Eucaristía es que no ha conocido a Cristo, y se ha quedado con la acción material pero ha desestimado la más importante que es la espiritual, la llamada a la vida eterna.

Es la afirmación de Jesús de “me voy pero me quedo”, es el inefable amor de Cristo, es la fiesta del Pastor y del Cordero, el favor perpetuo de Dios a los hombres, a todos nosotros.



Javier Abad Chismol

FOTOS Y VÍDEO DE DOMINGO DE RAMOS 2018

BENDICIÓN DE LAS PALMAS Y RAMOS, PROCESIÓN DESDE LA ERMITA DE SAN ROQUE Y LA VIRGEN DE LA CABEZA A LA PARROQUIA DE SAN MIGUEL Y CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA









 











sábado, 24 de marzo de 2018

GALERÍA DE FOTOS VIRGEN DE LOS DOLORES 2018




















DOMINGO DE RAMOS 2018


¡VEN SEÑOR JESÚS!



En el Domingo de Ramos conmemoramos  la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén. El Señor viene a nuestro encuentro, se hace presente en nuestras vidas, pasa por nuestro lado, lo hace de la misma manera que hace dos mil años, no lo hace con discreción, no lo hace a escondidas, lo hace públicamente.
Muchos salen con ramos y palmas, festejan que el Señor ha estado grande con nosotros y que por eso estamos alegres, ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
Muchos mirarán con asombro por las calles, otros con cierto aire burlón, otros con indiferencia, pero muchos le miramos con alegría y gozo porque el Señor viene a nosotros, porque el Señor no se cansa de nosotros, porque cada año viene de nuevo para anunciarnos el camino de la salvación, y de nuevo también morirá por cada uno. Es más nos sorprende el perdón de Dios, que a pesar de nuestro duro corazón el viene a nosotros con misericordia, y sabe que no siempre el bien se paga con bien, como vivimos en la Pasión.
La bendición del Señor se hace presente, el designio salvífico de Dios se renueva, y también la oportunidad de caminar de nuevo hacia la Pascua, de quedar purificados de nuestros pecados, de poder volver a empezar de nuevo porque es Él el que carga con nuestras culpas.
El Señor nos ha dado todo lo que necesitamos para que podamos reconocerle y ser buenos enviados de Cristo al mundo para que seamos testigos de la verdad, para abatir a la mentira y al mal. Nos ha dado la palabra para dar aliento y ánimo al abatido, para ser transmisores de la palabra, es el Señor el que lo hace, es un milagro patente que el Señor nos da la fuerza, la fuerza de una Palabra que es viva y eficaz. Una Palabra que es capaz de transformar nuestras vidas y darnos “un corazón de carne” abierto al amor y a la entrega al modelo de Jesús, quien nos dio todo a cambio de nada.
Como dice Isaías el Señor nos ha abierto el oído para que reconozcamos su voz, para que no nos resistamos y nos echemos atrás, nos ha dado la fuerza y la valentía.
El Señor ha seguido adelante en la misión que el Padre le ha encomendado, y a Él al igual que a nosotros nos insultan, nos persiguen y nos calumnian. Podemos seguir adelante en el camino de la evangelización, no importan los ultrajes, ni la persecución, porque no podrán contra nosotros, estamos junto al Señor, y el es nuestro alcázar y nuestro refugio.
En el aparente fracaso está la victoria, después del dolor, del sufrimiento, de la injusticia, de lo absurdo, aparece la victoria, porque sabemos que el Señor nunca nos dejará, Él no nos abandonará, el coraje se nos dará como añadidura junto con la dificultad de la misión encomendada por el Señor.
Cristo a pesar de ser Dios, se quiso hacer uno de nosotros, se rebajó de su condición divina, y lo hizo pasando por uno de nosotros, y no quiso privilegios, ni pertenecer a una casta especial, quiso ser uno más, y además quiso estar con los más pobres, con los más desfavorecidos, con aquellos que nadie quiere, nos dio una gran lección de amor y de solidaridad con todo el género humano. También nos pide a todos nosotros que acojamos a los más desprotegidos, a los que nadie quiere; a los no nacidos por comodidad y capricho de unos padres que no quieren problemas, a los ancianos que estén solos, a los huérfanos, a las personas con problemas y dificultades, a los enfermos.
Ese es el amor de Cristo, ese es el amor verdadero, pero ahora bien, no penséis que os responderán con amor todo lo que hagáis por los demás, porque del amor y la entrega, muchas veces os devolverán mal, un mal en forma de envidia, de calumnia, de injusticia, de insulto, de incomprensión, de persecución, e incluso de muerte como le ocurrió a nuestro Señor, y nosotros que somos sus discípulos no podemos ser menos que el Maestro, seguir a Cristo, significa estar dispuesto a abrazarse a la cruz.
Cristo se rebajó de su rango, y lo hizo por amor, lo hizo con el corazón y obedeciendo al Padre, no lo hizo con la cabeza, porque si lo hubiera hecho con el sentido común no habría ido a Jerusalén, ¿qué no sabía lo que le esperaba tras su entrada triunfal? Por supuesto que sabía lo que le ocurriría, pero quiso que se cumpliera la voluntad del Padre.
También nosotros tenemos que aceptar los retos que el Señor nos pone en nuestra vida, tener paciencia para que se cumplan los tiempos de Dios, para abrazarnos a la cruz, para tener la firme esperanza de que después de la cruz y el dolor viene la resurrección y la vida.
Escuchar y contemplar la pasión de Jesús es vivir, recordar y actualizar el gran amor que el Señor nos tiene a todos nosotros, porque somos hijos queridos y amados de Dios, que cuando el Señor pase por nuestras vidas podamos afirmar con alegría y con cantos ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!
Javier Abad Chismol.

viernes, 23 de marzo de 2018

HORARIOS SEMANA SANTA 2018

Misas diarias 19:30 horas, salvo las que se indican a continuación:


día 23 de Marzo Viernes de Dolores

Templo Parroquial
19:30 horas Vía Crucis
20:00 horas Eucaristía y al finalizar procesión Virgen de los Dolores.

día 25 de Marzo Domingo de Ramos

Ermita de San Roque
11:00 horas bendición de las palmas y ramas de olivo.
Procesión hasta la Parroquia San Miguel, donde se celebrará la Eucaristía

día 29 de Marzo Jueves Santo

Templo Parroquial
19:00 horas. Misa Eucaristía de la Cena del Señor
Ermita de San Roque
23:00 horas Procesión del Silencio

día 30 de Marzo Viernes Santo

Templo parroquial
8:00 horas. Santo Vía Crucis
10:00 a 11 horas. Hora Santa
11:00 a 17:00 turnos de adoración
18:30 horas Santos Oficios
20:30 horas. Procesión del Santo Sepulcro

día 31 de Marzo Sábado Santo

Templo parroquial
20:00 horas Solemne Vigilia Pascual

día 1 de Abril Domingo de Resurrección

Ermita de San Roque
10,30 horas en procesión saldrá la imagen de la Virgen para encontrarse a las
11: 00 horas en la Plaza con la imagen de Jesús Resucitado y ambas imágenes bajaran acompañados por cofradías y clavarias hasta el templo
12: 00 horas en el Templo Parroquial Santa Misa de la Resurrección del Señor.

VIERNES DE DOLORES 2018



EL LLANTO DE MARÍA


23 DE MARZO DE 2018

19:30: VÍA CRUCIS
20:00: EUCARISTÍA
A CONTINUACIÓN PROCESIÓN DE LA VIRGEN DE LOS DOLORES



María fue concebida sin mancha, sin pecado, María nace llena de gracia y de santidad, y hoy viene a nuestras vidas, a visitarnos, para que de la misma manera que ella fue la puerta de entrada para el Hijo de Dios, también nosotros descubramos a su Hijo.
Muchas son las cualidades que podríamos destacar de nuestra madre, ella que era pobre, sencilla, fue la escogida de Dios, Él tiene preferencia por los pobres, por la gente que no tiene importancia ante los ojos del mundo, para saber como es nuestro Padre tenemos que mirar a María, cuando la contemplamos en la oración y el recogimiento descubrimos como nos quiere Dios.
Se nos entremezclan varias ideas, por un lado María como primicia del amor de Dios al mundo, y por el otro el sufrimiento, el dolor de nuestra Madre ¿cómo pudo ella sufrir el dolor a los pies de la cruz? ¿Cómo pudo soportar lo que hacían a Jesús? Son tantas las preguntas que podríamos hacernos. Aprendamos a contemplar el misterio de María, aprendamos de ella.
Hagamos un esfuerzo por parecernos cada día un poco más a María, ella que es la reina de la paz, ella que no lo preguntaba todo, ella que aceptaba la voluntad de Dios en su vida.
Nos cuesta mirar a Jesús, muchas veces no lo entendemos, no entendemos a María, hemos perdido incluso el significado de su iconografía y la representación de sus figuras. Nos hemos acostumbrado al sufrimiento de María, al dolor de sus entrañas. Si la miramos con el corazón sincero y abierto nos daremos cuenta de que tenemos mucho que aprender.
Respetar los tiempos de Dios, aceptar los planes de Dios en nuestras vidas es fundamental para poder ser felices, para poder llegar a la plenitud de la vida, para encontrar el verdadero sentido a nuestra existencia hay que aprender a mirar el dolor de María, su sufrimiento callado y obediente, cuantas veces nos quejamos de todo ante la Virgen o ante Nuestro Señor Jesucristo, os invito ha hacer una reflexión, que miréis fijamente a la Virgen dolorosa, a la Virgen sufriente, y como ella sabía vivir el absurdo del dolor, ella aceptaba porque tenía fe.
Sí, María es la madre de la fe de todos los creyentes, de todos nosotros que nos reunimos habitualmente en el nombre del Señor y en memoria de nuestra Madre, la que nos acoge y nos quiere.
Contemplemos a María ante la cruz, miremos también cada uno de nosotros la cruz de Cristo, vemos un hombre sufriente, castigado, insultado, humillado, y resulta “que es el Hijo de Dios”. ¿Qué tipo de Dios puede dejar asesinar así a su Hijo ante la mirada de María, su Madre?
Ese es el gran misterio de la cruz, del amor, de la entrega y del sacrificio. Él es el verdadero cordero que nos libra a todos de la muerte porque carga con todos nuestros pecados. Ella lloraba mientras su Hijo estaba colgado en la cruz, como si fuera un malhechor, un delincuente, ¿Dónde estaba su delito? Su culpa había sido obedecer al Padre antes que a los hombres.
Cristo murió por hacer la voluntad del Padre, y lo hizo ante los ojos misericordiosos y llorosos de su madre, unas lágrimas que son las que caen del cielo cada vez que los hombres y mujeres nos alejamos de Dios, y lo hacemos por temor, ¡Cuanto nos cuesta decir que somos creyentes! Hay que ser valientes luchadores del Evangelio, presumir de nuestro ser cristiano en el mundo de hoy.
Sí, ser creyentes como María, dispuestos como ella a no abandonar nunca a su Hijo, ¿de que grupo queremos ser, de los que acompañaron a Jesús a la cruz, o de los que salieron corriendo? Os lo repito, ser valientes, mirar el dolor de María, no fue inútil, ella ayuda a todos los cristianos del mundo a seguir a Jesús, él que es el camino, la verdad y la vida.
María lloraba, traspasada por la injusticia de los hombres, testigo de una muerte no merecida, Jesús, el Príncipe de la Paz, moría de una manera violenta, ¡Qué gran contradicción! De eco podemos escuchar las palabras de Jesús; “Yo, no he venido a traer la paz al mundo, sino la disputa”. Ser cristiano es ser un luchador por lo auténtico, por la verdad. Nuestro mundo quiere muchas veces que vivamos en una mentira, porque la verdad molesta e incomoda, y como molesta hay que eliminarla.
¿Cuantas veces crucificaríamos a Cristo? ¿Cuantas veces veríamos a María llorar desconsolada ante su Hijo? Por desgracia, lo volveríamos hacer, es más, lo hacemos muchas veces, cuando negamos nuestra condición de cristianos, cuando para no tener problemas nos callamos, cuando hacemos una religión a la carta y eliminamos lo que nos incomoda.
Hay que hacer una llamada a la valentía de María, nuestra madre, Madre de la Iglesia, ella es la puerta por la que entramos todos, tenemos que tener suficiente fe para creer esto de verdad, para mirarla a ella ¡Bendita tú entre las mujeres! Ella la Madre piadosa, que vio morir a su Hijo por los pecados del mundo, vio morir al hijo amado ¡Qué dulce fuente de amor! Hoy nos unimos a nuestra madre en ese profundo dolor.
Hoy pedimos a María amar de la misma manera que lo hizo ella, es decir, sin condiciones, de una manera gratuita, porque ese es el verdadero amor, aquel que no pide explicaciones porque es capaz de aguantarlo todo porque su fe es tan grande, que lo tolera todo con suma confianza y con paz.
Cristo cargo con nuestras culpas, y María la acompaño hasta el calvario, hoy lloramos con María, hoy queremos también nosotros acompañar a
Jesús, hoy queremos seguirle. Hoy contemplamos la cruz, y nos ponemos ante sus pies, como tu María.
En la actitud de María cobra sentido el verdadero amor, un amor que es generoso y entregado, que se entrega siempre, que espera siempre, que llora en silencio. Madre de Dios, se tú la imagen conductora en las actitudes de la vida, hoy te pedimos que nos enseñes a permanecer contigo junto a las infinitas cruces donde todavía sigue siendo crucificado tu Hijo.
Ayúdanos a atestiguar el amor cristiano, hoy queremos vivir al ejemplo de tu Hijo, hoy queremos subir a la cruz, hoy descubriremos el amor y la paz que el mundo no entiende; ¿Porque no se evitó el sufrimiento? ¿Porque no bajo de la cruz? ¿Porque quiso morir solo delante de los hombres?
Hoy en nosotros el sufrimiento, la paciencia, y el amor nos lleva a ser hombre nuevos, esa es la propuesta que el Señor nos hace, para que nuestro cristianismo no sea mediocre, sino coherente y comprometido con nuestra sociedad, con nuestro mundo. Hoy tenemos que acompañar a nuestros amigos, familiares, vecinos, a la fe, hoy cada uno de los que estamos aquí somos los verdaderos transmisores de la fe, del amor de Dios.
Que María nos de la valentía de estar con Cristo en la soledad, la incomprensión y el sufrimiento, todo por un amor que los supera todo.
María, virgen madre de Dios, bendita y digna de toda alabanza, hoy te celebramos en el día de tu nacimiento, que eres la nueva Eva, que en la Iglesia se abre la puerta de nuestra salvación, en ti confiamos y a ti nos acogemos en este valle de lágrimas del dolor pero de esperanza, María madre de Dios, Ruega por nosotros.

Javier Abad Chismol
Párroco

lunes, 12 de marzo de 2018

SAN JOSÉ, ESPOSO DE LA VIRGEN MARÍA


19 de marzo


SANTIDAD EN OBEDIENCIA Y SERVICIO


En la cuaresma y a las puertas de la Semana Santa recordamos con devoción al santo artesano, al hombre de Dios fiel y obediente, hombre sencillo y discreto que acepta la voluntad de Dios, podíamos decir, que acepta ser el actor secundario, y sabe cuál es su lugar en la Historia de Salvación. Un papel fundamental en el misterio de la Encarnación, una misión vital en la venida del Salvador al mundo.

De San José destacamos su sencillez, el ser una persona trabajadora, por este motivo se le venera en muchos lugares como obrero, porque es la representación del trabajo, de un trabajo bien hecho, y como también podemos llegar a la santidad a través del trabajo, porque podemos agradar a Dios en las pequeñas cosas y con el esmero con que las hacemos, de tal manera que entendamos que a través del trabajo estamos glorificando a Dios.

Es el artesano que pone esmero en aquello que realiza, que ensalza los dones de Dios, todo aquello que no ha dado el Señor ha  cada uno y que ponemos al servicio de los demás, ahí se manifiesta la honradez, el  trabajo y el esfuerzo, por eso miramos a José, como hombre trabajador atento a la voluntad de Dios.

A veces da la sensación que hacer lo que Dios nos pide es algo solo para religiosos/as consagradas, y eso no es así, la llamada es siempre para todos sin ningún tipo de excepción, y por lo tanto podemos agradar a Dios en cada cosa que hagamos, sea grande  o pequeña, relevante o insignificante.

A san José se le pone en la misma línea que Abrahán y David, porque nos ayudan a comprender la importancia que tiene San José, que fue uno de los elegidos por Dios para que colaborase en la Historia de la Salvación, es por lo tanto, el tránsito, el paso entre la Antigua Alianza y la Nueva Alianza, no hay una ruptura, es una continuación, es el cumplimiento.

Es como el caso de Zacarias o de Ana, del anciano Simeón o de Juan el Bautista, y ya por encima de todos, la Virgen María, cada uno ocupa su lugar en la Historia Sagrada.

La Escritura nos presenta al Patriarca san José como un nuevo Abrahán, es el hombre justo y fiel que creyó contra toda esperanza.

José, hijo de Jacob, de Nazaret, no fue elegido para comprender o para predicar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios; su misión fue la de aceptar, custodiar y proteger esa iniciativa divina que lo desbordaba totalmente, y ahí radica su grandeza. Por este motivo vemos que todas las personas tienen un hueco, una misión en la historia de la salvación del hombre, sin ningún tipo de excepción.

José obedecía en silencio y aceptando la voluntad divina, que recuerda la promesa hecha al Rey David y que se cumple en Jesús, el Hijo de Dios nacido de la Virgen María, cuando el ángel le saluda como “Hijo de David”, el mismo con que se aclamó a Jesús en la espera de un Salvador.

San José es hoy un modelo para todos nosotros, es el mismo cumpliendo la voluntad de Dios, acepta el plan de Dios, y se convierte así en “Padre de los Creyentes”, porque acoge la gracia y la Palabra de Dios, porque no confía solo en el mismo, ni tampoco en la lógica, confía en la gracia y en la obra de Dios.

Protegió a María y a Jesús de tantos peligros tal como leemos en los “Evangelios de la Infancia”, persecuciones, exilio, desconcierto, falsas acusaciones. El Patriarca de Nazaret vela por nosotros e intercede por cada uno de nosotros.

Javier Abad Chismol

Domingo V de Cuaresma Ciclo B


SI EL GRANO DE TRIGO NO MUERE NO 

DA FRUTO

“QUEREMOS VER A JESÚS”



A pesar de nuestra dureza de corazón, el Señor quiere renovar su amor con nosotros, con el género humano, y nos dará las oportunidades que necesitemos para purificar nuestras vidas de la infidelidad por nuestros pecados y por el culto a otros ídolos, eso es el amor en gratuidad, abierto al perdón y a la renovación, es la grandeza del amor de Dios.

En el pacto con Dios se nos dice que ha puesto su Ley en lo más profundo de nuestro interior y lo escribe en nuestros corazones, esto quiere decir que podemos encontrarnos con la verdad en el interior de nosotros mismos, que está inscrita a fuego la verdad del bien y el mal para obrar y actuar en nuestra vida, y todos sin excepción tienen acceso a Dios que se manifiesta desde el más pequeño al más grande sin ningún tipo de distinción por rango.

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lagrimas en los ojos, presentó oraciones por todos los hombres, aun así la dureza del corazón del hombre lo llevo a la muerte, y a una muerte de cruz, aprendió a obedecer sufriendo y así se convierte en la salvación plena para el mundo, ahí está clavada la salvación, la bandera discutida, que ondea en nuestras vidas, entre el  amor de Dios y la mezquindad del hombre, pecado y redención, pecado y perdón, vida y muerte, el bien y el mal, que inunda la humanidad que esta sedienta de un Dios vivo y verdadero que plasme el verdadero amor en entrega y en gratuidad.

El Señor con pena en su corazón avanza lo que tiene que ocurrir, y como se da la maldad del hombre en la injusticia, y es que llega la hora, es la hora en que será glorificado el Hijo del Hombre.

Queremos ver a Jesús, encontrarnos con la verdad, porque sin el grano de trigo no muere no da fruto, por eso el que se ama así mismo se pierde, y en cambio el que renuncia a sí mismo por amor a la verdad ese se salva, se guarda para la vida eterna.

El que quiera servir al Señor se perderá, tendrá que renunciar así mismo, tendrá que poner delante de sí, la voluntad de Dios, y vencer la injusticia, el mal, lo absurdo del sufrimiento.

Jesús también clamo al Padre para que librará del dolor, pero aun así acepto la voluntad de Dios, el Señor no nos libra de la queja ante la injusticia, pero nos da la fuerza del coraje para seguir adelante, no da la gracia para aceptar, como Jesús que acepta, que pide que le libre de esa hora, pero que afirma que si para eso ha venido al mundo, que se glorifique el nombre del Padre.

Preparamos nuestro corazón, veamos con incredulidad pero con certeza el significado de la Pasión del Señor, los discípulos se resistían a creer lo que iba a suceder, no daban crédito como podía a llegar a pasar eso, no lo entendían, ¿Por qué el bien se paga con mal? ¿Por qué la mentira triunfa sobre la verdad? Al igual que ellos, caminamos sin comprender, pero llenos de fe por cumplir la voluntad del Padre para que el Hijo del Hombre sea glorificado.

Javier Abad Chismol


miércoles, 7 de marzo de 2018

IV Domingo de Cuaresma B


ESCUCHAR A LOS PROFETAS,

 NO CERRAR EL OÍDO


De muchas formas y de muchas maneras Dios ha hablado al hombre a través de los profetas, de los hombres de Dios, de los hombres del Espíritu, Dios no ha dejado nunca al hombre, lo que ha dejado el hombre es de escuchar la voz de Dios, porque no le ha interesado, porque le desinstala de su comodidad y de su apatía, pero el espíritu de Dios nunca ha dejado de soplar.

La ira de Dios no es otra cosa que la consecuencia del pecado y del alejamiento de la verdad, porque haciendo un mal uso de la libertad es el género humano el que se equivoca y se convierte en su propio verdugo, porque los mandamientos de la Ley de Dios no son capricho para oprimir, sino que es para que alcance su plenitud y se libere de las cadenas que no le permite ser libre y desarrollarse en su totalidad.

Hoy experimentamos la alegría que sintió el Pueblo de Israel cuando  fue liberado de la cautividad de Babilonia, Dios a pesar de nuestros pecados es misericordioso, y eso nos debe llenar de alegría porque siempre tenemos posibilidad para redimirnos de nuestros pecados.

Pero Dios es rico en misericordia, por el gran amor que nos tiene, porque estando muertos por nuestros malos actos a causa de nuestros pecados y de nuestros delitos, nos vivificó junto con Cristo, por la fe y por la gracia hemos sido salvados.

Así como Moisés levanto la serpiente en el desierto para salvar al pueblo de las picaduras de la serpiente, de la corrupción del pecado, de nuestra infidelidad, así será levantado el Hijo del hombre sobre la cruz, para que sea bandera discutida para redimirnos de nuestros pecados, porque muere y se entrega por nosotros, es el antídoto para la picadura de serpiente, que son nuestros pecados.

El que cree en Cristo acepta la redención, y lo hace con la alegría que se siente al ser perdonado y salvado, es la experiencia de la entrega por amor, mucha veces sin merecerlo.

La luz vino al mundo, y el mundo la rechazo, todo el que hace mal aborrece la luz, la luz des mascara al pecado y al maligno. Hagamos que la luz de Cristo alumbre nuestro corazón, nuestras vidas, preparémonos para la Pascua del Señor, para la remisión de nuestra culpa, abiertos a la esperanza y a la misericordia.

Javier Abad Chismol