EL CAMINO VERDADERO DEL
AMOR A
DIOS ES EL
DEL SERVICIO
Debemos glorificar el nombre del Señor, debemos esforzarnos
en ser coherentes en lo que vivimos y en lo que hacemos, el creyente debe trasparentar en su vida el amor de Dios,
y hacerlo además incluso en el pecado, y todo ello porque somos capaces de
pedir perdón. Conocer a Dios no significa ser perfecto, conocer a Dios
significa estar en camino, significa esforzarse por alcanzar el amor de Dios
como un reto, haciéndolo nuestro primero y luego dándolo a los hermanos.
Bendición y maldición está a nuestro alcance, vivamos como
hijos de la luz y no de las tinieblas, alcancemos la meta en sinceridad y en
honestidad, busquemos aquello que agrada a Dios para des mascarar al mal y a la
corrupción por el pecado.
El profeta nos marca el camino, nos dice que tengamos cuidado
en la perversión de la ley y del amor a Dios porque podemos tropezar nosotros y
hacer tropezar a los demás, es decir, que en nombre de Dios podemos perdernos y
llevar a la perdición a otros. No nos alejemos del camino recto y pongamos en
el centro a Dios.
Sigamos agradeciendo a Dios su amor, porque no nos deja nunca
de la mano, porque siempre se hace presente, porque su bondad es infinita y
acogemos la verdad del Evangelio no como palabra de hombre sino como palabra
dada por Dios para nuestra salvación.
El Señor nos propone de nuevo que cumplamos la Ley, pero que
vayamos con cuidado en no refugiarnos en la hipocresía y en la falsedad de
otros. Cuando uno se vende al mal y es incoherente, y no hace lo que dice, hace
un daño muy grande a la fe, porque sirve de excusa para que otros se alejen de
Dios por el mal ejemplo o por la incoherencia, ¿a quién seguimos, a Dios o a
los hombres?
“pero ellos no están dispuestos
a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente:
alargan las filacterias y agrandan las orlas del manto; les gustan los primeros
puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas”
El amor de Dios supera la incoherencia, la soberbia, el
orgullo, la hipocresía, por eso se nos dice que hagamos lo que haya que hacer,
la Ley de Dios, pero no nos quedemos quietos por aquellos que han pervertido la
misión de Dios, y que con su actitud alejan a hombres y mujeres dispuestos a
trabajar por el Reino y que quedan achantadas por los empujones, por los
primeros puestos, por los honores, y por los derechos adquiridos.
El amor de Dios se demuestra en el servicio y en el servicio
a la comunidad y a las personas, no en los honores, los últimos serán los
primeros y primeros irán a las últimas filas, por soberbia y por usurpar el
santo nombre de Dios.
Javier Abad Chismol
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