¡DESPERTAD DEL SUEÑO! ¡VIENE
NUESTRO REDENTOR!
Isaías nos enseña cual es el camino que nos conduce al Señor,
que nos lleva al encuentro gozoso con un Dios que es Padre y que es amor. Él
reunirá a todos los pueblos de la tierra, nos llevará a la paz, a la verdadera
paz que nos conduce a la libertad auténtica, aquella que hace que el ser humano
y la humanidad entera rompa sus cadenas. El Señor es Nuestro Redentor, y nos
marca el camino que conduce a la luz, la luz que es la venida de Dios a
nuestras vidas y a nuestros corazones.
Nosotros somos la arcilla, Él es el alfarero, hijos suyos
somos por amor y en gratuidad, él nos conduce al camino que nos lleva a la
liberación de la esclavitud y del pecado.
Hoy vamos alegres a la casa del Señor, hoy vemos como la luz
de la venida del Señor empieza a alumbrar los corazones, las casas, los
pueblos, hoy comenzamos la preparación de la Navidad y por eso estamos alegres.
Despertemos del sueño, de nuestra ausencia de esperanza,
porque llegan días de gloria y de liberación. Despojémonos de las obras de las
tinieblas y revistámonos de las armas de la luz.
Hoy se nos llama a la dignidad del que vive a pleno día, que
no tiene una vida oculta llena de pecado y oscuridad, hoy abrimos nuestros
corazones para que la luz del Señor ilumine nuestras vidas y sirva de esperanza
a la humanidad entera, nada de pecado y perversión, seamos coherentes con el
regalo que el Señor nos ha dado que es la fe que se transforma en obras.
Por la maldad creciente se enfriará el amor de la mayoría, no
consintamos que el pecado, la corrupción, la doble moral, nos aleje del amor de
Dios, portémonos con la dignidad que corresponde a la llamada de ser seguidores
de Jesucristo.
No se trata de una amenaza, es un toque de atención por parte
del Señor, como Padre bueno que quiere lo mejor para sus hijos, que quiere que
todos se salven y entren por la puerta de salvación. El descuido, el abandono,
la dejadez, nos podría llevar a nuestra destrucción, por eso despertad del
sueño y levantad la cabeza.
Estemos atentos y estemos en vela, no con temor, sino con
esperanza de un encuentro gozoso y dichoso. Estemos alertos al cumplimiento de
la voluntad de Dios y de su venida.
Javier Abad Chismol