miércoles, 12 de julio de 2017

Domingo XV del Tiempo Ordinario Ciclo A

SALIÓ EL SEMBRADOR A SEMBRAR


El mensaje del Señor llega nosotros de muchas maneras, y tenemos que estar atentos para que cuando llegue a nosotros este de los frutos esperados. No venimos al mundo por casualidad, ni somos fruto del azar, somos un proyecto amado por el Señor, somos sus hijos, y como Padre que es de todos nosotros, quiere que encontremos el sentido de nuestro ser y existir.

Esto es en definitiva a lo que estamos llamados, a la felicidad, estamos llamados a que demos fruto, y que nuestra vida no se desperdicie, que con el paso de tiempo podamos ver que nuestra vida tiene sentido. El problema es cuando el ser humano se hace soberbio y quiere sobrepasar a Dios, o ser como un dios, es entonces cuando nos perdemos y nuestra razón de vivir y de ser se pierde sin germinar y sin dar fruto, es decir, malgastar la vida.

La Palabra de Dios es viva, eficaz y transformadora, pero tenemos que dejar que esta actúe en nosotros, para ello tenemos que cuidar la tierra, nuestra vida, nuestros sentimientos, nuestra relación con Dios, la caridad con nuestros hermanos.

El hombre está preso por el pecado y se puede liberar de esa esclavitud por la gracia, por dejar que el Señor de fruto en nosotros. Tenemos que preguntarnos que es aquello que no deja que germine la semilla de la Palabra, cuando las preocupaciones, el egoísmo, la pereza, nuestros anhelos y proyectos que hacen que se ahogue la semilla.

Para que pueda haber conversión tiene que haber escucha, nos acostumbramos a la Palabra, nos da la sensación de que ya nos la sabemos, y es entonces cuando no llega a nuestro corazón, y entonces no produce los frutos esperados.

También nos ocurre que en ocasiones nos interpela, nos cuestiona, y es entonces cuando nos desviamos, como en la parábola del joven rico, nos entristecemos y damos media vuelta.

La parábola del sembrador nos narra todos esos momentos, en donde la Palabra sale en boca del profeta, y cuáles son las reacciones, al igual que la semilla que cae al borde del camino, o entre zarzas, o en tierra buena, hoy al igual que siempre la Palabra de la Buena Noticia se esparce en todos los lugares de la tierra, para que cada uno en su libertad, acoja o rechace.

Hoy también nosotros podemos escucharla con indiferencia, o como algo antiguo y trasnochado, ¿Cuál es nuestra actitud? Dejemos que el Señor nos cambie y podamos ser tierra buena, que no caigamos presos de la ideología de este mundo que nos priva del verdadero de Dios y nos ofrece falsos dioses de pies de barro.

Javier Abad Chismol



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