DIOS CURA Y SALVA
Semana XXIII del
Tiempo Ordinario (B-2015)
Decid a los cobardes, “Animo no temáis”,
nos trasmite el Profeta Isaías, nos dice que estemos en pie y alerta, que no
nos desmoralicemos a pesar de la dificultad o del abandono aparente de Dios,
que sepamos sobrepasar las limitaciones de nuestra condición humana, porque el
Señor hará que venzamos y que superemos a nuestro enemigo.
Se despegaran los ojos de los ciegos,
los oídos del sordo se abrirán, brincara el cojo, la lengua del mudo hablará,
habrá agua en el desierto, en definitiva Dios viene a dar una nueva vitalidad a
la humanidad, a superar los miedos y des mascarar al enemigo.
Cuando estamos lejos del Señor somos
como tierra reseca, como en el desierto, somos ciegos porque no vemos la
verdad, porque no vemos al Señor, cojos porque no caminamos, porque no
avanzamos en nuestra vida, porque andamos perdidos e impasibles, y mudos porque
no hablamos de la verdad, porque callamos sumergidos en nuestra propia mentira.
Y ver, es mirar con los ojos de la
fe, del cariño del amor, y para ello tenemos que romper los prejuicios humanos,
aprender a pensar como Dios, no como los hombres, valorando lo que el Padre
valora, que es el amor a los pobres, a los necesitados, a los cojos, a los
ciegos, a los que tienen hambre y sed, a los que están perdidos por el desierto
de la vida. Escojamos la pobreza y la misericordia de Dios, hagámonos pobres y
seremos ricos, y convirtiéndonos en transmisores del Evangelio, de la verdad
plena que nos conduce a la libertad, que rompe las cadenas que nos esclavizan y
que nos convierte en tullidos inertes que pueden avanzar.
No nos creamos nunca mejor que los
demás, sintámonos pobres y necesitados de Dios, así seremos personas
plenas. Jesús se acerca a nosotros, aquí y ahora toca nuestros oídos y nuestros
labios, nos dice; “Effatha” (que significa ábrete), se nos capacita para
recibir su Palabra, para escucharla para luego poder proclamarla y trasmitirla
a todos nuestros hermanos.
Javier Abad Chismol
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