miércoles, 14 de agosto de 2013

ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARIA


PUERTA PARA LA SALVACIÓN


María es asunta en Cuerpo y Alma a la gloria celestial, no sufrió la corrupción de la muerte, por eso hablamos de la dormición de María. Es la entrada de María en el cielo.

Es la victoria total de María sobre el pecado, sobre el mal que representa la serpiente que es el demonio, la corrupción, aquello que destruye al hombre y lo arrastra a la muerte que no acaba.

Ella ha vencido la muerte y nos abre la puerta a la salvación por eso pedimos su intercesión, ella que es inmaculada, limpia del pecado original, es la nueva Eva, la nueva humanidad, la mujer vestida de sol.

María también es figura de la Iglesia por eso decimos que la Iglesia es nuestra madre, porque nos acoge a todos sin ningún tipo de condición, nos ama, nos quiere y no tiene en cuenta nuestro pecado y nuestra infidelidad.

María es luz para todas las naciones, para todos los hombres, es madre nuestra y por eso le invocamos y le pedimos para que nos acoja en su seno, en la Iglesia cuya cabeza es Cristo.

Podremos vencer el mal cuando estemos cerca de María, de nuestra madre que nos ama y nos quiere, que no quiere que andemos perdidos como ovejas sin pastor. María es la representación de la humildad y la sencillez, sabemos así que tenemos que ser sencillos y dóciles a la Palabra del Señor para que esta actúe en nosotros y nos acompañe hasta la gloria celestial, la soberbia es lo que condena al hombre y a la humanidad, sin Dios solo hay destrucción y caos.

El Señor ha hecho obras grandes en María, por eso esperamos que también por la intercesión de la Virgen María actúe en nosotros y cambie nuestro corazón.


Javier Abad Chismol.  Parroco

sábado, 10 de agosto de 2013

ESTAD PREPARADOS



XIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (C)
LLEGA LA LIBERACIÓN; ESTAD PREPARADOS


El Pueblo de Israel esperaba la liberación de la esclavitud, esperaba que el Señor rompiera las cadenas que le oprimían. Para nosotros la mayor privacidad de libertad que existe es el pecado, que curioso, muchos piensan todo lo contrario, es decir, que son precisamente las normas divinas las que nos oprimen y no nos dejan ser verdaderamente libres.
De hecho se le acusa a la Iglesia de no compartir el estilo de vida liberal, y eso hace que se le endemonie, creen que la Iglesia debe dar tumbos en función de los tiempos, no entienden por ejemplo; la oposición al aborto, a vivir en pareja sin sacramento, en el matrimonio homosexual o en el liberalismo en la actitud. Pues bien, están completamente equivocados, la Iglesia que es trasmisora del mensaje de Cristo, lo que quiere es que nadie se condene, que todos los hombres se salven, es decir se critica la actitud pero se salva a la persona por la misericordia de Dios, esa es la verdad plena. No podemos condenar a nadie, pero si denunciar las actitudes que les destruye, pues a hacerlo les damos la posibilidad de la redención, para que luego cada uno en su libertad actúe como crea convenientemente.
Lo que tenemos que hacer es estar atentos a la llamada del Señor, como Abraham, que creyó a pesar de la duda, que supo salir de sus dudas, de su tierra, y dijo si al Señor, es la prueba de la fe, que desmonta nuestros proyectos para crear unos más grandes que son los que agradan, que incluso puede parecer tirano, como cuando le pidió que sacrificara a su hijo Isaac, pero que luego no lo consintió, o el milagro de la fecundidad de su mujer Sara. Dejemos que actúe el Señor y quedaremos sorprendidos.
Estemos preparados para agradar a Dios, tener la cintura ceñida y las lámparas encendidas, que no nos pille la vida sin estar preparados. Es un aviso misericordioso de Dios para alcanzar la plenitud de la verdad.
Javier Abad Chismol

sábado, 3 de agosto de 2013

VANIDAD DE VANIDADES



XVIII SEMANA TIEMPO ORDINARIO
TODO ES VANIDAD


Vanidad, todo es vanidad de vanidades, cuando el hombre quiere vivir al margen de Dios, creyendo que las riquezas de este mundo le van a dar la felicidad, y luego al final de sus vidas se da cuenta, que la mayoría de los esfuerzos que realizamos no han valido la pena, porque al final no nos queda absolutamente nada, todo es vanidad.
La vanidad es la realidad inconsistente, es decir que no es fiable, pero ¿Qué ocurre cuando no hemos sido capaces de reaccionar a tiempo? Tenemos una oportunidad enorme de poder dirigir nuestros pasos hacia lo consistente, hacia aquello que vale la pena y que perdura por siempre y sobrepasa nuestro pobre temporalidad terrena, podemos decir que el hombre es como un soplo pasajero y efímero.
El Señor nos invita a que confiemos en las cosas de arriba y no en las cosas de la tierra. Destruir todo lo terreno que hay en nosotros, aquello que nos aleja del amor a Dios, aquello que no les agradable a sus ojos, que es en definitiva lo que nos destruye a cada uno de nosotros, a la humanidad, es saber detectar el pecado en una sociedad que lo quiere eliminar. Si no reconozco el pecado no puedo pedir perdón y reconciliarme con Dios. Debemos de revestirnos de hombres nuevos.
El Señor nos invita a que tengamos mucho cuidado con toda clase de avaricia porque la vida no depende de las riquezas ni de las posesiones, no se valora a nadie por lo que tiene sino se hace por lo que es ante los ojos de Dios, es hacer resonar en nuestras vidas las palabras de Jesús en las Bienaventuranzas; “Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”.
Atesoremos tesoros para Dios, anunciemos el Reino de Dios a los hombres y seremos verdaderamente libres y desapegados de las cosas de este mundo, que seamos capaces de ir a lo importante y fundamental que es el Señor y la salvación de nuestra alma.
Javier Abad Chismol