ENVÍA TU
ESPÍRITU
Estamos en
el tiempo de la plenitud del Espíritu Santo. Él es nuestro gran defensor, el
Paráclito, es el que impulso a Jesús en la vida pública, y ese mismo espíritu
guío a la Iglesia en sus primeros pasos y por supuesto también nos acompaña
ahora a todos nosotros.
Concluye en
Pentecostés los cincuenta días de la Pascua y lo conmemoramos junto con la
efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, los orígenes de
la Iglesia y por lo tanto, la misión de la Iglesia, una misión que sigue en
marcha y que se va pasado de generación en generación gracias al impulso del
Espíritu Santo.
La presencia
del Espíritu tiene una triple finalidad: primero continuar en la Iglesia en el
plan de la historia de la salvación para con toda la humanidad; segundo: para
llevar a término la obra comenzada por Cristo después de la Ascensión del Señor
y convertir de esta manera a los discípulos en mensajeros de paz y perdón; y
tercero: para que el Espíritu Santo comunique sus dones a sus fieles a favor
del bien común y de la Iglesia.
Los
seguidores de Jesús se llenaron de coraje para anunciar el Evangelio, salieron
de donde estaban escondidos por temor, el Espíritu Santo les llenos de valentía
para cumplir la misión que el Señor les encomendaba. Todos entendían el mensaje,
lo aceptaran o no, es la significación
de la universalidad de la salvación. Decimos que Pentecostés es lo contrario u
opuesto a la Torre de Babel, cuando el hombre ambicionaban ser como Dios y
superarlo, cuando se destruyó la torre nadie podía entenderse, por que vivir
sin Dios es cerrarse a la verdad y al entendimiento.
Debemos
despertar en nosotros los carismas que el Señor nos da cada uno de nosotros,
para que seamos capaces de ponerlos al servicio de nuestros hermanos, al
servicio del bien común, esa es una de las características del don del
Espíritu, que lo que se nos ha dado gratis lo demos gratis a los demás, esa es
la plenitud abierta a la generosidad.
Dejemos que
el Espíritu actúe en nuestras vidas para llevar a término la misión encomendada
a la Iglesia que es el anuncio del Evangelio, de la verdad que nos hace libres.
JAVIER ABAD
CHISMOL
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