martes, 13 de febrero de 2018

I DOMINGO DE CUARESMA CICLO B



NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN


Comenzamos el tiempo de la cuaresma, es el tiempo de la reflexión y de la revisión de vida, es tiempo de hacer un pequeño alto en el camino y escuchar la voz del Señor, es tiempo de renovación y de reencuentro con nosotros mismos y con nuestra propia condición de ser hijos amados de Dios en camino, en peregrinación.

La mayor tentación del hombre es la que escuchamos en el libro del Génesis, es la tentación de la serpiente, del demonio, a Eva, a la humanidad entera, y no es otra que querer prescindir de Dios, anularle y querer suplirle, recordemos la frase de la serpiente; “Si comes del árbol serás como Dios”. Hoy podemos de nuevo quedar ahogados en nuestro pecado y en nuestra soberbia, al igual que ocurrió en el diluvio universal, cuando solo unos pocos, como Noé, escuchó la voz de Dios e hizo lo que le pidió a pesar de ser algo descabellado. Construyó un Arca para salvarse, para no perecer ahogados en el pecado. Son las aguas que nos purifican y nos recuerdan a nuestro bautismo, por el cual quedamos limpios del pecado original.

Hoy, nuestro mundo sigue queriendo eliminarlo, apartarlo, y es precisamente ahí donde el hombre cae en la mayor tentación y sucumbe presa de sus caprichos y de su nueva moral adaptada a los tiempos del momento.

Al anular a Dios desconocemos la profundidad del bien y el mal y entonces caemos cautivos del relativismo y de la subjetividad.

Si por un hombre entró el pecado en el mundo, así por un hombre, nos entró la salvación, Cristo es el nuevo Adán, el que nos lleva a las puertas de la salvación y orienta de nuevo nuestras vidas, y de esta manera manifestamos que Cristo murió por nuestros pecados y nos ha redimido con su sangre, del mismo modo que por un hombre pecamos todos, por un Hombre nos salvamos.

El demonio tentó al Señor en cuanto hombre, porque se hizo uno de nosotros, sintió hambre y el demonio le dijo que convirtiera las piedras en pan, y Jesús le respondió; “No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Le pidió que manifestará su grandiosidad y le dijo; “No tentarás al Señor tú Dios”. Le ofreció la grandeza de todo el mundo y le dijo; “Adorarás al Señor tú Dios y sólo a Él darás culto”.

También nosotros estamos tentados en el desierto de nuestra vida, tentados a ser como dios, tentados a ser autosuficientes y caer en la practicidad del hombre que prescinde de Dios.

En definitiva, deja a Dios ser Dios, y con la gracia y el espíritu vencerás la tentación.

Javier Abad Chismol.

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