NO NOS DEJES CAER EN LA
TENTACIÓN
Comenzamos el tiempo de la cuaresma, es el tiempo de la
reflexión y de la revisión de vida, es tiempo de hacer un pequeño alto en el
camino y escuchar la voz del Señor, es tiempo de renovación y de reencuentro
con nosotros mismos y con nuestra propia condición de ser hijos amados de Dios
en camino, en peregrinación.
La mayor tentación del hombre es la que escuchamos en el
libro del Génesis, es la tentación de la serpiente, del demonio, a Eva, a la
humanidad entera, y no es otra que querer prescindir de Dios, anularle y querer
suplirle, recordemos la frase de la serpiente; “Si comes del árbol serás como
Dios”. Hoy podemos de nuevo quedar ahogados en nuestro pecado y en nuestra
soberbia, al igual que ocurrió en el diluvio universal, cuando solo unos pocos,
como Noé, escuchó la voz de Dios e hizo lo que le pidió a pesar de ser algo
descabellado. Construyó un Arca para salvarse, para no perecer ahogados en el
pecado. Son las aguas que nos purifican y nos recuerdan a nuestro bautismo, por
el cual quedamos limpios del pecado original.
Hoy, nuestro mundo sigue queriendo eliminarlo, apartarlo, y
es precisamente ahí donde el hombre cae en la mayor tentación y sucumbe presa
de sus caprichos y de su nueva moral adaptada a los tiempos del momento.
Al anular a Dios desconocemos la profundidad del bien y el
mal y entonces caemos cautivos del relativismo y de la subjetividad.
Si por un hombre entró el pecado en el mundo, así por un
hombre, nos entró la salvación, Cristo es el nuevo Adán, el que nos lleva a las
puertas de la salvación y orienta de nuevo nuestras vidas, y de esta manera
manifestamos que Cristo murió por nuestros pecados y nos ha redimido con su
sangre, del mismo modo que por un hombre pecamos todos, por un Hombre nos
salvamos.
El demonio tentó al Señor en cuanto hombre, porque se hizo
uno de nosotros, sintió hambre y el demonio le dijo que convirtiera las piedras
en pan, y Jesús le respondió; “No solo de pan vive el hombre sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”. Le pidió que manifestará su grandiosidad
y le dijo; “No tentarás al Señor tú Dios”. Le ofreció la grandeza de todo el
mundo y le dijo; “Adorarás al Señor tú Dios y sólo a Él darás culto”.
También nosotros estamos tentados en el desierto de nuestra
vida, tentados a ser como dios, tentados a ser autosuficientes y caer en la
practicidad del hombre que prescinde de Dios.
En definitiva, deja a Dios ser Dios, y con la gracia y el
espíritu vencerás la tentación.
Javier Abad Chismol.
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