jueves, 11 de enero de 2018

Domingo II del Tiempo Ordinario Ciclo B

¡AQUÍ ESTOY SEÑOR!


Samuel representa la llamada del Señor en nuestras vidas, la capacidad de respuesta y de búsqueda, la vida no se vive para consumirla o gastarla, la vida se vive para encontrar sentido a lo que vivimos y lo que hacemos.

Todos, creyentes y no creyentes se preguntan por su lugar en el mundo, porque no nos podemos resignar a ser simplemente frutos del azar y de la casualidad, nuestra vida debe ser mucho más valiosa que la suma de coincidencias varias.

Por ello sabemos que somos obra de Dios, que nuestra vida está en manos de un Padre amoroso que quiere nuestra plenitud en la vida, porque la vida sin Dios es difícil de llenar, aunque lo hagamos con placeres o con alucinógenos para que podamos sobrellevar los absurdos que muchas veces nos encontramos en nuestra existencia.

Y como le ocurrió a Samuel, el Señor nos llama por nuestro nombre, y hace que nos movamos de nuestra quietud para emprender la marcha, que es descubrir nuestra vocación, aquello por lo que tiene sentido todo y aquello que nos pone de lleno en la historia de la salvación.

Hoy como Samuel, debemos escuchar nuestro nombre, aunque los ruidos no nos dejen oír o interpretar bien, él tardo en reconocer la voz de Dios, pero al final lo consiguió y le dijo al Señor: “Habla que tu siervo escucha”.

Escuchemos nuestro nombre, descubramos la voluntad y el sueño de Dios, y se basa en la Buena Noticia, que nos marca el camino, que nos marca el rumbo que tenemos que seguir, no nos taponemos los oídos y no miremos para otro lado, seamos valientes anunciadores con alegría del mensaje que nos transforma a nosotros y que debe ser proclamado, una buena noticia no se guarda, una buena noticia se proclama y se anuncia.

Glorifiquemos a Dios con nuestra vida, con nuestro cuerpo, con todo lo que nos ha dado, no desperdiciemos sus dones, sus regalos, utilicemos todo para el bien y para agradar a Dios. No debemos ser desagradecidos con lo que se nos ha dado, que es para dar gloria a Dios y encontrar nuestra vocación, no desperdiciemos, no gastemos para luego no caer en la lamentación.

¿Qué buscamos? Venid y lo veréis, esas son las palabras de Jesús que hoy nos pronuncia a cada uno de nosotros, seamos capaces de buscar, de ser curiosos, de no ser conformistas, sino buscadores de tesoros de esperanza en la vida. El que busca encuentra, el que busca la salvación la encuentra, el que abre el oído escucha la voz de Dios.

¡VENID Y LO VERÉIS!

Javier Abad Chismol




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