EL LLANTO DE MARÍA
Eucaristía a las 19.30 horas y a continuación Procesión
7 de abril de 2017
|
VIRGEN DOLOROSA
EN LA
PARROQUIA SAN MIGUEL ARCÁNGEL DE BURJASSOT |
María fue concebida sin mancha, sin
pecado, María nace llena de gracia y de santidad, y hoy viene a nuestras vidas,
a visitarnos, para que de la misma manera que ella fue la puerta de entrada
para el Hijo de Dios, también nosotros descubramos a su Hijo.
Muchas son las cualidades que podríamos
destacar de nuestra madre, ella que era pobre, sencilla, fue la escogida de
Dios, Él tiene preferencia por los pobres, por la gente que no tiene
importancia ante los ojos del mundo, para saber como es nuestro Padre tenemos
que mirar a María, cuando la contemplamos en la oración y el recogimiento
descubrimos como nos quiere Dios.
Se nos entremezclan varias ideas, por un
lado María como primicia del amor de Dios al mundo, y por el otro el
sufrimiento, el dolor de nuestra Madre ¿cómo pudo ella sufrir el dolor a los
pies de la cruz? ¿Cómo pudo soportar lo que hacían a Jesús? Son tantas las
preguntas que podríamos hacernos. Aprendamos a contemplar el misterio de María,
aprendamos de ella.
Hagamos un esfuerzo por parecernos cada día
un poco más a María, ella que es la reina de la paz, ella que no lo preguntaba
todo, ella que aceptaba la voluntad de Dios en su vida.
Nos cuesta mirar a Jesús, muchas veces no
lo entendemos, no entendemos a María, hemos perdido incluso el significado de
su iconografía y la representación de sus figuras. Nos hemos acostumbrado al
sufrimiento de María, al dolor de sus entrañas. Si la miramos con el corazón
sincero y abierto nos daremos cuenta de que tenemos mucho que aprender.
Respetar los tiempos de Dios, aceptar los
planes de Dios en nuestras vidas es fundamental para poder ser felices, para
poder llegar a la plenitud de la vida, para encontrar el verdadero sentido a
nuestra existencia hay que aprender a mirar el dolor de María, su sufrimiento
callado y obediente, cuantas veces nos quejamos de todo ante la Virgen o ante
Nuestro Señor Jesucristo, os invito ha hacer una reflexión, que miréis
fijamente a la Virgen dolorosa, a la Virgen sufriente, y como ella sabía vivir
el absurdo del dolor, ella aceptaba porque tenía fe.
Sí, María es la madre de la fe de todos
los creyentes, de todos nosotros que nos reunimos habitualmente en el nombre
del Señor y en memoria de nuestra Madre, la que nos acoge y nos quiere.
Contemplemos a María ante la cruz, miremos
también cada uno de nosotros la cruz de Cristo, vemos un hombre sufriente,
castigado, insultado, humillado, y resulta “que es el Hijo de Dios”. ¿Qué tipo
de Dios puede dejar asesinar así a su Hijo ante la mirada de María, su Madre?
Ese es el gran misterio de la cruz, del
amor, de la entrega y del sacrificio. Él es el verdadero cordero que nos libra
a todos de la muerte porque carga con todos nuestros pecados. Ella lloraba
mientras su Hijo estaba colgado en la cruz, como si fuera un malhechor, un
delincuente, ¿Dónde estaba su delito? Su culpa había sido obedecer al Padre
antes que a los hombres.
Cristo murió por hacer la voluntad del
Padre, y lo hizo ante los ojos misericordiosos y llorosos de su madre, unas
lágrimas que son las que caen del cielo cada vez que los hombres y mujeres nos
alejamos de Dios, y lo hacemos por temor, ¡Cuanto nos cuesta decir que somos
creyentes! Hay que ser valientes luchadores del Evangelio, presumir de nuestro
ser cristiano en el mundo de hoy.
Sí, ser creyentes como María, dispuestos
como ella a no abandonar nunca a su Hijo, ¿de que grupo queremos ser, de los
que acompañaron a Jesús a la cruz, o de los que salieron corriendo? Os lo
repito, ser valientes, mirar el dolor de María, no fue inútil, ella ayuda a
todos los cristianos del mundo a seguir a Jesús, él que es el camino, la verdad
y la vida.
María lloraba, traspasada por la
injusticia de los hombres, testigo de una muerte no merecida, Jesús, el
Príncipe de la Paz, moría de una manera violenta, ¡Qué gran contradicción! De
eco podemos escuchar las palabras de Jesús; “Yo, no he venido a traer la paz al
mundo, sino la disputa”. Ser cristiano es ser un luchador por lo auténtico, por
la verdad. Nuestro mundo quiere muchas veces que vivamos en una mentira, porque
la verdad molesta e incomoda, y como molesta hay que eliminarla.
¿Cuantas veces crucificaríamos a Cristo?
¿Cuantas veces veríamos a María llorar desconsolada ante su Hijo? Por
desgracia, lo volveríamos hacer, es más, lo hacemos muchas veces, cuando
negamos nuestra condición de cristianos, cuando para no tener problemas nos
callamos, cuando hacemos una religión a la carta y eliminamos lo que nos
incomoda.
Hay que hacer una llamada a la valentía
de María, nuestra madre, Madre de la Iglesia, ella es la puerta por la que
entramos todos, tenemos que tener suficiente fe para creer esto de verdad, para
mirarla a ella ¡Bendita tú entre las mujeres! Ella la Madre piadosa, que vio
morir a su Hijo por los pecados del mundo, vio morir al hijo amado ¡Qué dulce
fuente de amor! Hoy nos unimos a nuestra madre en ese profundo dolor.
Hoy pedimos a María amar de la misma
manera que lo hizo ella, es decir, sin condiciones, de una manera gratuita,
porque ese es el verdadero amor, aquel que no pide explicaciones porque es
capaz de aguantarlo todo porque su fe es tan grande, que lo tolera todo con
suma confianza y con paz.
Cristo cargo con nuestras culpas, y María
la acompaño hasta el calvario, hoy lloramos con María, hoy queremos también
nosotros acompañar a Jesús, hoy queremos seguirle. Hoy contemplamos la cruz, y
nos ponemos ante sus pies, como tu María.
En la actitud de María cobra sentido el
verdadero amor, un amor que es generoso y entregado, que se entrega siempre,
que espera siempre, que llora en silencio. Madre de Dios, se tú la imagen
conductora en las actitudes de la vida, hoy te pedimos que nos enseñes a
permanecer contigo junto a las infinitas
cruces donde todavía sigue siendo crucificado tu Hijo.
Ayúdanos a atestiguar el amor cristiano,
hoy queremos vivir al ejemplo de tu Hijo, hoy queremos subir a la cruz, hoy
descubriremos el amor y la paz que el mundo no entiende; ¿Porque no se evitó el
sufrimiento? ¿Porque no bajo de la cruz? ¿Porque quiso morir solo delante de
los hombres?
Hoy en nosotros el sufrimiento, la
paciencia, y el amor nos lleva a ser hombre
nuevos, esa es la propuesta que el Señor nos hace, para que nuestro
cristianismo no sea mediocre, sino coherente y comprometido con nuestra
sociedad, con nuestro mundo. Hoy tenemos que acompañar a nuestros amigos,
familiares, vecinos, a la fe, hoy cada uno de los que estamos aquí somos los
verdaderos transmisores de la fe, del amor de Dios.
Que María nos de la valentía de estar con
Cristo en la soledad, la incomprensión y el sufrimiento, todo por un amor que
los supera todo.
María, virgen madre de Dios, bendita y
digna de toda alabanza, hoy te celebramos en el día de tu nacimiento, que eres
la nueva Eva, que en la Iglesia se abre la puerta de nuestra salvación, en ti
confiamos y a ti nos acogemos en este valle de lágrimas del dolor pero de
esperanza, María madre de Dios, Ruega por nosotros.
Javier Abad Chismol