ESCUCHA Y SERAS PUEBLO
SANTO Y
SENSATO
Semana XXII del Tiempo
Ordinario (B-2015)
Lo más importante que podemos hacer los cristianos es tener
un espíritu dócil a la voluntad de Dios, es decir, que muchas veces andamos
extraviados, como ovejas sin pastor, perdidos y sin rumbo, pero si esto nos
pasa es sobre todo porque no sabemos escuchar, porque vamos cegados por
nuestros avatares diarios, con nuestras cosas, y por lo tanto no tenemos
abierto ni el oído ni el corazón.
Sabemos cuál es la Ley, pero no la cumplimos, o si no la
adaptamos. La lectura del libro del Deuteronomio nos habla del cumplimiento de
la Ley de Dios, nos dice que no la deformemos, que no la aumentemos y que no la
recortemos, en definitiva, se nos dice que no juguemos a ser dioses, que
escuchemos y podremos caminar hacia la santidad y la sensatez.
El apóstol Santiago nos interpela a que escuchemos la
Palabra, que esa Palabra tiene poder para salvarnos, que seamos dóciles a la
escucha y a su cumplimiento, no nos podemos conformar solo con la escucha,
porque puede ser que no estemos atentos, bien por dejadez o porque no nos conviene.
Nuestra religiosidad auténtica consiste en que la Palabra y los Mandamientos
dan fruto en nosotros, y se manifiesta con una caridad verdadera, ayudar a los
más necesitados y no quedar contaminados por el mundo.
Por eso Jesús no invita a ser auténticos, a salir de la doble
moral, a dejar ritualismo sin fundamento, no podemos honrar al Señor con los
labios si nuestro corazón está lleno de odio y de rencor, nuestro alejamiento
del Señor nos lleva a sacar de nosotros lo peor que llevamos dentro, que podamos
siempre estar unidos a Él para que nuestra vida sea reflejo del amor de Dios.
Javier Abad Chismol