viernes, 28 de agosto de 2015

ESCUCHA LA VOLUNTAD DE DIOS

ESCUCHA Y SERAS PUEBLO SANTO Y

SENSATO

Semana XXII del Tiempo Ordinario (B-2015)



Lo más importante que podemos hacer los cristianos es tener un espíritu dócil a la voluntad de Dios, es decir, que muchas veces andamos extraviados, como ovejas sin pastor, perdidos y sin rumbo, pero si esto nos pasa es sobre todo porque no sabemos escuchar, porque vamos cegados por nuestros avatares diarios, con nuestras cosas, y por lo tanto no tenemos abierto ni el oído ni el corazón.

Sabemos cuál es la Ley, pero no la cumplimos, o si no la adaptamos. La lectura del libro del Deuteronomio nos habla del cumplimiento de la Ley de Dios, nos dice que no la deformemos, que no la aumentemos y que no la recortemos, en definitiva, se nos dice que no juguemos a ser dioses, que escuchemos y podremos caminar hacia la santidad y la sensatez.

El apóstol Santiago nos interpela a que escuchemos la Palabra, que esa Palabra tiene poder para salvarnos, que seamos dóciles a la escucha y a su cumplimiento, no nos podemos conformar solo con la escucha, porque puede ser que no estemos atentos, bien por dejadez o porque no nos conviene. Nuestra religiosidad auténtica consiste en que la Palabra y los Mandamientos dan fruto en nosotros, y se manifiesta con una caridad verdadera, ayudar a los más necesitados y no quedar contaminados por el mundo.

Por eso Jesús no invita a ser auténticos, a salir de la doble moral, a dejar ritualismo sin fundamento, no podemos honrar al Señor con los labios si nuestro corazón está lleno de odio y de rencor, nuestro alejamiento del Señor nos lleva a sacar de nosotros lo peor que llevamos dentro, que podamos siempre estar unidos a Él para que nuestra vida sea reflejo del amor de Dios.


Javier Abad Chismol

viernes, 21 de agosto de 2015

¿A QUIEN IREMOS?

TÚ TIENES PALABRAS DE VIDA ETERNA

Semana XXI del Tiempo Ordinario (B-2015)



Todos tenemos la tentación de fabricarnos nuestros propios dioses, de crear ídolos que se convierten en idolatría a la que pedir, a la que llorar o a la que implorar. El hombre vive en una existencia que es un misterio, el misterio de la vida, de su existencia, de su sentido, de su nacimiento y de su muerte.

¿A quién seguiremos? ¿Al único Dios verdadero que nos marca el sentido de nuestra vida o a dioses falsos fabricados por nosotros que se convierten en sucedáneos? No queremos al verdadero Dios, pero sí que queremos seres sobrenaturales, aclamaciones, queremos en definitiva esperanza, no creemos en la otra vida pero nos empeñamos en hablar con nuestros seres queridos difuntos, no creemos en Dios pero si en los astros y en la adivinación, en el fondo no creemos en nada, creemos en nuestra propia ilusión mental aquella que nos pueda dar un aliento de esperanza o de ilusión, pero todo en definitiva es vanidad si abandonamos al único y verdadero Dios.

Todo puede tener una solución y esto pasa por amar a la Iglesia, ¿y por qué a la Iglesia? Porque es la que nos marca el rumbo correcto, no por ella misma, sino por el impulso del Espíritu Santo, Cristo es la Cabeza y la Iglesia es su Cuerpo. Amamos la Iglesia no en cuanto hombres sino en cuanto voluntad del Padre, que quiso encarnarse mandado a su Hijo y creando ese puente de unión con los hombres que se da en los sacramentos por medio de la Iglesia.

La plenitud plena se nos da en la Eucaristía, en Cristo que se entrega por nosotros, él es el Pan de Vida, le necesitamos como viático, como pan para el camino. Muchos no lo quisieron seguir, no lo quisieron reconocer, negaron al verdadero Dios para caer en manos de la idolatría y de la comodidad, que sepamos optar por la verdad plena, la que nos conduce a la salvación y tiene semillas de vida eterna.


Javier Abad Chismol



sábado, 15 de agosto de 2015

MI CARNE ES VERDADERA COMIDA

EL PAN DEL BANQUETE

Semana XX del Tiempo Ordinario (B-2015)



La sabiduría se ha edificado una casa, ha tallado siete columnas y prepara un banquete para sus comensales. Se nos invita a ser sabios, en estos discursos del pan de vida se nos viene a dejar muy claro lo importante y lo fundamental que es la Eucaristía.

Muchas veces pensamos que no es vital la Misa, que venir o no venir no es nada relevante, son muchos los que se consideran católicos, pero sin ningún tipo de pudor ni de remordimiento faltan muy a menudo a la Misa dominical, piensan ¿para qué? Lo importante es hacer el bien, lo importante es creer, pero se olvidan que nada de eso se puede hacer sino tienen el alimento necesario para el camino, sino no se tiene el viático.

El libro de la Sabiduría es el que nos marca el rumbo para ser sabios y no necios, el necio es el que juega con Dios, el que le utiliza a su antojo y se toma la Tradición y la Escritura sin ningún tipo de rigor. San Pablo nos lo dice muy claro, nos interpela a que nos demos cuenta de lo que Dios quiere de nosotros, y como todo alumno solo podremos aprender si escuchamos al Maestro, de otra manera nos creemos que lo sabemos todo.

Nos dice el Señor que corren tiempos malos y es cierto, malos porque nos alejamos de la verdad, porque rechazamos el pan de vida y porque nos dejamos llevar por la sabiduría del mundo que es necedad para Dios, conviene pues que estemos muy atentos a los signos del tiempos y que descubramos la invitación al banquete, no sea que estemos tan atareados con nuestras cosas que nos quedemos fuera.

Jesús ofrece su cuerpo y su sangre como bebida para que los comensales tengan vida eterna.


Javier Abad Chismol

miércoles, 12 de agosto de 2015

ASUNTA EN CUERPO Y ALMA A LA GLORIA CELESTIAL

LA ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA

PUERTA PARA LA SALVACIÓN





María es asunta en Cuerpo y Alma a la gloria celestial, no sufrió la corrupción de la muerte, por eso hablamos de la dormición de María. Es la entrada de María en el cielo.

Es la victoria total de María sobre el pecado, sobre el mal que representa la serpiente que es el demonio, la corrupción, aquello que destruye al hombre y lo arrastra a la muerte que no acaba.

Ella ha vencido la muerte y nos abre la puerta a la salvación por eso pedimos su intercesión, ella que es Inmaculada, limpia del pecado original, es la nueva Eva, la nueva humanidad, la mujer vestida de sol.

María también es figura de la Iglesia por eso decimos que la Iglesia es nuestra Madre, porque nos acoge a todos sin ningún tipo de condición, nos ama, nos quiere y no tiene en cuenta nuestro pecado y nuestra infidelidad.

María es luz para todas las naciones, para todos los hombres, es madre nuestra y por eso le invocamos y le pedimos para que nos acoja en su seno, en la Iglesia cuya cabeza es Cristo.

Podremos vencer el mal cuando estemos cerca de María, de nuestra madre que nos ama y nos quiere, que no quiere que andemos perdidos como ovejas sin pastor. María es la representación de la humildad y la sencillez, sabemos así que tenemos que ser sencillos y dóciles a la Palabra del Señor para que esta actúe en nosotros y nos acompañe hasta la gloria celestial, la soberbia es lo que condena al hombre y a la humanidad, sin Dios solo hay destrucción y caos.

El Señor ha hecho obras grandes en María, por eso esperamos que también por la intercesión de la Virgen María actúe en nosotros y cambie nuestro corazón.

Javier Abad Chismol

viernes, 7 de agosto de 2015

SEMANA XIX DEL TIEMPO ORDINARIO (B-2015)

YO SOY EL PAN VIVO QUE HA BAJADO

 DEL CIELO



Elías no podía más, tan amargado y triste estaba que incluso deseaba que el Señor le quitara la vida, estaba exhausto, muerto de hambre y de sed. Esa es la situación en que nos encontramos en ocasiones, estamos desesperados cuando las dificultades del camino, de nuestra vida nos aprietan por todos lados, situaciones extremas como; el dolor, la enfermedad, la muerte, la injusticia, nos desborda y podemos al igual que Elías pedir que se acabe todo sufrimiento.

Nuestra sociedad no quiere luchar, quiere comodidades, no quiere dificultades, en definitiva no acepta la condición humana vital; el trabajo, la lucha, el sufrimiento, forman parte de algo innato en el ser humano, por eso se debe aceptar su condición y su Creador, es la única forma de saborear el sentido de la vida y poder degustar lo que es la felicidad real, la que esencia en el ser humano, la de nuestra condición, no la felicidad ficticia que fabrican los hombres cuando quieren vivir al margen de Dios, y por lo tanto ofrecen algo irreal al ser humano, porque este solo puede reposar y encontrar la paz en Dios

El Señor le dio a Elías lo que necesitaba, le dio de beber y de comer, reparo sus fuerzas y pudo ponerse en camino para poder cumplir su misión, dar el mensaje de Dios a un pueblo hostil, no olvidemos que nuestra vocación, nuestra misión, es algo real, algo posible, y por lo tanto una vez descubierta el Señor proveerá, eso es ponerse en manos de la Divina Providencia.

Nos pide el Señor que nos esforcemos con la ayuda del Espíritu Santo a ser mejores, a desterrar todo tipo de maldad de nuestro corazón, que seamos imitadores de Cristo, y por eso hay que vivir siempre en una actitud de alerta para poder rectificar cuando nos desviemos del camino.

Cristo es el pan de vida, el pan bajado del Cielo, el que coma de Él tendrá vida eterna, lo da para la vida del mundo, para que alcancemos la plenitud, para que en definitiva podamos ser felices en este valle de lágrimas. Encontremos en la Eucaristía el alimento para el camino.


Javier Abad Chismol

miércoles, 5 de agosto de 2015

TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

EL SEÑOR SE NOS MANIFIESTA



Esta fiesta recuerda la escena en que Jesús, en la cima del monte Tabor, se apareció vestido de gloria, hablando con Moisés y Elías ante sus tres discípulos preferidos, Pedro, Juan y Santiago.

Dios nos salva y nos da una vocación santa, es una llamada para poder trascender todo lo que hacemos y todo lo que vivimos, y desde luego no lo ha hecho por nuestros méritos ni por nuestras buenas obras, lo ha hecho por puro amor y en gratuidad.

Hoy el Señor se transfigura delante de nosotros, que es como decir que le reconocemos, y lo hacemos además como Señor, muchos le verán pero no le verán, muchos oirán su nombre pero no le reconocerán, el Señor se transforma y a su vez nos transforma a nosotros, Él cambia nuestras vidas.

Cuando el Señor se transfiguró ante los discípulos todos experimentaron lo bien que se estaba en esa presencia mística, como se alcanzaba un grado que superaba todo lo terreno, por eso decimos que estar con el Señor en este mundo, reconocerle, es lo más parecido a la vida eterna, la cual esperamos, añoramos y deseamos.

En esa presencia mística del Señor, se oyó una voz que decía; “Este es mi hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo”.

Esas palabras, ese rostro de luz en el Señor, nos da confianza aunque nos dé temor, pongamos nuestra vida en manos del Padre y el transformará nuestras vidas, hará que su rostro brille como el sol, renovemos nuestra confianza y nuestro amor al Señor y acerquemos al misterio de la trascendencia.

Qué cuando el Señor pase por nuestra vida, cuando pase a nuestro lado tengamos la gracia de poder reconocerle en todo lo que nos rodea, en nuestras circunstancias, en la gente que el Señor pone en nuestro camino, que en todo podamos ver la mano de Dios, y afirmemos que bien estamos con el Señor y que con Él solo queremos morar.


Javier Abad Chismol.

martes, 4 de agosto de 2015

CURA DE ARS

SAN JUAN MARÍA VIANNEY

CURA DE ARS

Modelo de Párroco



Muchas veces nos preguntamos cual es el modelo de sacerdote que nos pide la Iglesia, como debe ser la persona que obedeciendo a la voluntad de Dios decide por gracia recibir el Sacramento del Orden.

Cuando contemplamos la vida sencilla del Cura de Ars, nos damos cuenta de que el Señor no pide grandes hombres, ni muy inteligentes, ni sabios, pide ante todo y sobre todo hombres de Dios.

He reflexionado en ocasiones qué tipo de cura me pedía el Señor que fuera, o si estaba a la altura de tan noble misión. La vocación no es una decisión personal, la vocación es la aceptación de una misión, que no tiene por qué ser lo que uno quiere, recordando la frase del Evangelio; “si el grano de trigo no muere no da fruto”. La vocación es ir muriendo a uno mismo para entrar en gracia con el Señor y con nuestros semejantes.

El sacerdote es un servidor de Dios en los hermanos, proclama la Palabra de Dios con entusiasmo y alegría, el sacerdote debe llevar la alegría de anunciar el Evangelio.

El cura de Ars era un hombre austero y de oración, pedía por sus feligreses, por su conversión, pasaba largas horas en el confesionario atendiendo a los penitentes que venían de todos los lugares. El primer paso para la conversión es el reconocimiento de la culpa.

La sencillez, el servicio a los pobres, la predicación que tanto le costaba, y su dedicación sea para nosotros estímulo en la vida y que descubramos que el Señor mira en lo más profundo de nuestro corazón. Aprovechemos esta memoria para pedir por todos los sacerdotes.

Javier Abad Chismol


sábado, 1 de agosto de 2015

SEMANA XVIII DEL TIEMPO ORDINARIO 2015

SEÑOR, DANOS SIEMPRE DE ESE PAN


El hombre siempre quiere vivir con seguridades, no se resigna a vivir con temor o con incertidumbre, queremos poder respirar tranquilos, no tener miedo a perder el trabajo, nuestro status, nuestros seres queridos, todo aquello que hemos conseguido. Queremos salud, nos anclamos en la llamada sociedad del bienestar, nuestras necesidades cubiertas, y el resto basado en la cultura del ocio.

Ese es el gran error, querer estar instalado y nada de sufrir, pero eso no es la vida, esa no es la condición natural del hombre, un hombre que fabrica y engaña a la sociedad haciéndole anhelar y creer en lo que no es posible, una especie de mundo idílico.

Nos anclamos en lo material y corporal pero abandonamos la dimensión más importante de la persona, la fundamental, la espiritual, nos preocupamos de dar de comer nuestro cuerpo, de tener cobijo, de nuestras seguridades, pero luego dejamos nuestra alma, nos alimentamos de lo que caduca, pero no alimentamos lo fundamental.

Los israelitas se enfadaron con el Señor y con Moisés porque les habían sacado de la esclavitud de los egipcios pero ahora morían de hambre en el desierto, llegaron incluso a odiar la voluntad de Dios. También nosotros nos pasa que cuando decimos si a Dios, cuando nos abrazamos a su voluntad creemos que todo nos tiene que ir bien, y estamos muy equivocados, el sí al Señor es una cuesta hacia arriba, llena de obstáculos, primero por morir a nosotros mismos y después por la incomprensión y el rechazo en el mundo.

Tenemos que revestirnos del hombre nuevo, morir al hombre viejo, eso significa cambio y conversión, no queramos decir si a Dios pero luego vivir como los no creyentes, lamentarnos por lo mismo, vivir como si Dios no existiera y construir nuestro reino y poder en el mundo. El creyente tiene que diferenciarse del incrédulo en su forma de afrontar los avatares de la vida.

Jesús nos dice que no busquemos el alimento terreno solo, que no nos saciemos sin más, que nos acerquemos a él con confianza, no por los milagros, por el poder, por los grandes signos, pidamos al señor el pan del cielo, aquel que perdura y nos lleva a la vida eterna. Es el alimento de nuestra alma que hace seguir adelante a pesar de las dificultades y además hacerlo con valentía y con esperanza.


Javier Abad Chismol