sábado, 27 de julio de 2013

SEMANA XVII TIEMPO ORDINARIO C-2013



SEMANA XVII TIEMPO ORDINARIO (C)

BUSCAR Y ENCONTRAREIS

Si nos pusiéramos en la piel de Dios seguramente nos irritaríamos de ver como el ser humano se niega a verle, a escucharle, a hablar con él. No olvidemos que Dios Padre no quiere  fastidiar al hombre, ni tampoco impone normas para  limitar la voluntad del ser humano, Dios nos quiere libres, pero la libertad pasa por reconocer la condición humana, de criatura y de Creador, no podemos por lo tanto negar lo que somos, no por afirmar lo que quiero ser nos da potestad para cambiar lo que soy.
Por eso Dios está triste por el pecado del hombre, y en ocasiones le puede entrar hasta la ira de destruir aquello que creó como algo bueno. Dios nos lo da todo, la vida, los talentos, la naturaleza, todo lo que nos rodea, pero ¿qué hacemos con lo que Dios nos ha dado? Pues sacamos pecho, nos engrandecemos, nos creemos nuestro propio Dios, y queremos pasar por encima, tampoco reconocemos el pecado, porque si el pecado es la ofensa a Dios, no tengo más que ignorar a Dios, negarle o incluso pretender en balde destruirlo, aunque sean solo los símbolos, sus seguidores y aquello que me recuerda a ese hipotético Dios.
Es el caso de Sodoma y Gomorra dos ciudades pervertidas por el pecado, por la corrupción, sería el símbolo de cualquier ciudad moderna que vive al margen de Dios, creando sus normas y leyes, destronando al único Dios para poner su modelo de vida, de familia, de estado y de relaciones humanas. Abraham interviene para que Dios no aniquile las ciudades del pecado, y el Señor que es bueno y misericordioso tiene piedad, y salva destrucción por la bondad de unos pocos y por el hombre de Dios, el Profeta que hace de mediador.
Sin Dios estamos muertos, sin Dios no somos nada, caemos en manos del mal, porque ya no reconocemos al Creador del Bien, nuestro orgullo nos hace convertirnos en jueces de lo bueno y  malo, y caemos en el engaño y la perversión del engaño del Demonio. Sin Dios estamos perdidos y desorientados, por eso renacemos en Cristo que nos da la luz para caminar en la senda de la verdad.
Pidamos al señor, pongamos ante Él, aprendamos a rezar, meditemos las palabras del Padre Nuestro en nuestro corazón, dejemos que nos ilumine. No podemos quejarnos de la ausencia de Dios sino somos capaces de escuchar.
Nos dice el Evangelio; “Pedid y se os dará”, “llamar y se os abrirá”, ahora falta que nos lo creamos de verdad y de corazón, y sobre todo insistir, el que busca en encuentra, el Señor en su infinita paciencia siempre nos escucha aunque nos parezca que no lo hace, invoquemos su santa presencia y abramos nuestro corazón.
Javier Abad Chismol

viernes, 19 de julio de 2013

MARTA Y MARIA

XVI SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

SEÑOR, NO PASES DE LARGO DE TU SIERVO


Abraham es un modelo de hospitalidad y de acogida, ¿cómo recibimos al Señor cuando viene a nuestras vidas? ¿Le ignoramos? ¿Hacemos que no le vemos, o no nos interesa verlo? Abraham corrió pronto a recibir a sus huéspedes, les hizo los honores, es un derecho del forastero el ser acogido, es una predisposición de apertura con el Señor.
Es en definitiva cumplir los mandamientos de Dios, el amor al prójimo, al que está a mi lado y me necesita, es la parábola del buen samaritano, de saber quién nos necesita y saber también además que el mismo Dios pasa por nuestro lado, sale a nuestro encuentro y nos levanta de nuestras caídas y dolencias. A cambio de la acogida el Señor le ofrece a Abraham el don de la vida, ese gran regalo tan preciado y que hoy en tantas ocasiones se desprecia.
Aquel que acoge el misterio de Cristo no tiene que cansarse de anunciarlo, para que así todos lleguen a la madurez que de la fe y del encuentro con el Señor. A Pablo la misión del anuncio le ha sido pedida por el mismo Cristo y esto se hace a través de su Iglesia, que nadie se despiste ni confunda, sin Iglesia no hay Cristo ni viceversa, no queramos construir un nuevo Jesús distinto que se adapte a los poderes ideológicos humanos, Cristo es el que es y no hay otro, por mucho que se empeñen en disfrazarlo.
Jesús es acogido en casa de las dos hermanas, de Marta y de María, Marta estaba muy atareada con las cosas de la casa y de atender a los invitados, en cambio María se quedó a los pies del Señor escuchando, Marta se lo recrimino a su hermana, pero el Señor le contestó que Marta estaba demasiado inquieta con las cosas del mundo en cambio María había escogido la mejor parte que son las cosas de Dios.
Ambas son importantes pero siempre será siempre primero escuchar la voluntad de Dios y Él ya nos marcará el camino y nos dirá hacia donde tenemos que ir.
Acojamos al Señor es nuestras vidas y cumplamos su voluntad y el Señor nos dará la verdadera vida.

viernes, 12 de julio de 2013

¿QUIEN MI PRÓJIMO?



XV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
OBEDECER LA VOZ DEL SEÑOR


Estamos llamados a obedecer la voz del Señor, somos sus hijos y estamos llamados por amor a alcanzar la plenitud en nuestra vida. Obedecer los mandatos de Dios es querer decir que queremos ser libres de verdad, que no queremos ser esclavos del pecado, de las tentaciones y de todas las seducciones del mal.
Convertirnos al Señor no solo de palabra o de intención, hacerlo con todo el corazón y con toda el alma. Lo que se nos propone está a nuestro alcance, no es una utopía, es creer y confiar que el Señor cambiará nuestro corazón aunque nos veamos torpes y perdidos, por lo tanto hagamos que la Palabra del Señor se haga realidad en nuestras vidas.
Dios se nos hace visible a través de su Hijo, es la parte visible del Dios invisible, es el mediador de todo, por Él llegamos al Padre y por Él alcanzamos la salvación, pues el carga con nuestras culpas y suple nuestro pecado. Cristo se manifiesta también en su Iglesia, a través de los sacramentos y del estudio de la Palabra.
Todos queremos alcanzar la felicidad, trascender nuestra vida, llegar a lo más alto que puede llegar el ser humano, pero, ¿Dónde se encuentra? ¿Quién la encontrará? Es fácil, ama a Dios y al prójimo como a ti mismo, y ¿Quién es mi prójimo? Es el que está a tu lado, tu próximo, aquel que tienes cerca y que ni siquiera le has preguntado su nombre, aquel que ves todos los días y ni tan siquiera saludas, aquel que me necesita y yo no me percato porque estoy demasiado pendiente de mí mismo.
El buen samaritano es aquel que se da cuenta de la injusticia del mundo, del mal que produce el pecado, aquel que reconoce al maligno y es capaz de hacerle frente, dándole igual lo que piensen los demás, hoy nos preguntamos ¿Quién es nuestro prójimo? ¿Quién necesita de nosotros? Ayudar al prójimo es colaborar en la construcción de una sociedad que crece y se fundamenta en el amor.
Javier Abad Chismol