martes, 13 de noviembre de 2018

XXXIII Semana del Tiempo Ordinario B-2018


EL SEÑOR SALVARÁ A SU PUEBLO


Muchas veces nos preguntamos hasta cuando, si el sufrimiento tiene un límite, o si la vida es una dura prueba que nos ha puesto Dios, y si es así porque lo hace. El hombre en sí es una eterna duda, es un interrogante al cual no sabemos muy bien como darle respuesta, ¿resignación o salvación? ¿Vida eterna o finitud terrena? Como dicen los libros de la sabiduría todo es vanidad, todo es paciencia, todo es resignación, todo es en definitiva ingeniárselas para sobrevivir en la espiral del absurdo del existir humano, un absurdo que lleva a su máxima fuerza en la ausencia de Dios y en la maldad del hombre.

Hoy se nos invita a reflexionar sobre el final del ser humano, sobre el consuelo, el juicio y la condenación. Pero nos dice el libro de Daniel que triunfará el bien, los sabios, los justos, que las maldades sucumbirán en su propio pecado, el Señor premia la búsqueda de la santidad y también a aquellos hombres que han arriesgado todo para que se conozca la verdad, para vivir con el Señor y llevar una vida ejemplar como nos manda el Señor.

Cristo muere por nosotros, se entrega de una vez para siempre y por lo tanto nos da la posibilidad de salvación plena, algo que nosotros nunca podemos hacer solos, pero sí con la ayuda de la gracia y con sus protección, Él pondrá a sus enemigos como estrado de sus pies, aquellos que le calumniaron, le mataron, aquellos que quisieron expulsar del mundo al autor de la vida, aquellos recibirán la condenación eterna, no por la crueldad de Dios sino por el peso de sus pecados y su falta de arrepentimiento parra reconocer la verdad y la luz porque han preferido las tinieblas y la oscuridad.

El Señor llamará a sus elegidos, a esos que van con vestiduras blancas, aquellos que han sido redimidos por la sangre del cordero.

Estar preparados para la venida del Hijo del Hombres. Son muchos los signos que nos revelan su inminente llegada, y el tiempo apremia, para no caer en manos del pecado, del ateísmo o el agnosticismo, lo peor que le puede pasar al hombre es caer en el error de vivir en ausencia de Dios, de rechazar la verdad y por lo tanto convertir su vida en un puro fracaso, porque lo terrenal pasa y sucumbe y no es nuestra razón de existir, nosotros trascendemos lo mundano para llegar a la gloria feliz y eterna.

Javier Abad Chismol
Párroco

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