martes, 17 de abril de 2018

Domingo IV de Pascua Ciclo B


NO HAY SALVACIÓN EN NINGÚN OTRO



El ser humano siempre busca respuesta a los interrogantes de la vida, busca donde puede o donde se le ofrece, quizás en ocasiones se busca aquello que es más fácil, o bien se buscan respuestas simples como la resignación, u otras más complejas que tienen que ver con la religión y la trascendencia.

Los apóstoles predicaban la Buena Noticia del Evangelio, y lo hacían con la seguridad y la fuerza que da la verdad, la verdad de Cristo, y por ello primero hacen memoria de quien era Jesús y de lo que pasó, como Jesús paso haciendo el bien, como fue apresado injustamente, juzgado injustamente, y condenado a la peor de las muertes siendo inocente, todo porque la luz vino al mundo, y el mundo la rechazó, y prefirió la tiniebla y el pecado.

Pero Cristo, es ahora la piedra angular, fundamental de nuestra fe, aquella que desecharon los poderes de este mundo, los arquitectos, es pilar fundamental para que el ser humano alcance su lugar en el mundo, y descubrir la trascendencia a pesar de la muerte y la cruz, porque el Mesías ha vencido al pecado, a la muerte, porque ha resucitado de entre los muertos.

Somos hijos amados de Dios, y en Cristo se ha manifestado lo que seremos, es la grandeza de ser hijos de Dios, y por lo tanto convidados al banquete del amor de Dios en la plenitud de los tiempos.

Cristo es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, él está dispuesto a morir por cada uno de nosotros, nunca nos deja de la mano, es el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas, que nos conoce a cada una por su nombre y sabe lo que más nos conviene.
Jesús se manifiesta como el Buen Pastor, que llama a todos, y no hay ningún tipo de discriminación, eso es el amor verdadero, Él a pesar del pecado del hombre, nos perdona, no tiene en cuenta el mal, porque es misericordioso, y por eso se nos presenta a nosotros y nos tiende la mano.

Javier Abad Chismol




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