¡EL SEÑOR ESTÁ CONMIGO!
La vida es en muchas ocasiones como una carrera de obstáculos
en la que sin saber porque nos encontramos con dificultades, no siempre el bien
es compensado con el bien, ni el bondadoso recibe premio por su bondad.
Nuestra vida está en manos de Dios, pero también caemos en
manos de los impíos, de la maldad y del pecado, la persecución hacia la verdad,
el poder de la mentira y de la generación perversa, que son los que optan por
la ausencia de Dios, y por lo tanto del pecado y la destrucción.
Pero el Señor no nos deja de la mano aunque parezca que nos
vayamos a caer, los enemigos no tienen poder para vencer a Dios, por fuerte que
parezca el mal, este siempre sucumbe, porque solo puede vencer lo mundano y lo
corporal, es por ello que estamos llamados a la trascendencia.
Porque por un hombre por Adán, representante de la humanidad,
entro el pecado en el mundo, que es la
infidelidad, es la negativa a obedecer a Dios, a la Verdad, el hombre piensa
que vive mejor si hace lo que le apetece y se deja llevar por los instintos más
bajos y primarios, y lo que hace es convertirse en su propio verdugo. Pero también
por un hombre por Jesús entra la salvación al mundo y la redención de nuestros
pecados, así como la victoria sobre el mal y la corrupción.
El Señor nos da la gracia para que podamos redimirnos, y por
lo tanto la mancha del pecado queda borrada ante la aceptación de la redención.
El pecado no puede quedar encubierto, por más que la maldad,
el pecado se disfrace de bondad o de justicia, no hay nada oculto que no llegue
a descubriste.
Por este motivo estamos llamados a proclamar el Evangelio por
las calles, en todos los lugares, venciendo al miedo, a la opresión, dándonos la
valentía necesaria para des mascarar al pecado. El Señor está de nuestro lado y
no tenemos nada que temer, el Señor en nuestro auxilio y nuestro refugio,
nuestro alcázar, no tengamos miedo a los que pueden matar el cuerpo.
Nos dice el Señor que si nos ponemos de parte de la Verdad plena, él nos defenderá ante el Padre, seamos valientes en el Anuncio y
pongamos de parte del Espíritu de la Verdad.
Javier Abad Chismol
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