BIENAVENTURADOS LOS
MISERICORDIOSOS
Busquemos al Señor, hagamos lo posible por encontrarnos con
Él, no huyamos pensando que eso nos quitará libertad, o que nos impondrá
mandatos de Ley difíciles de cumplir, el encuentro lleva a la paz y a la
misericordia en el corazón.
Nuestro mundo nos ofrece un proyecto al margen de Dios, y es
entonces cuando se entrecruzan los valores del mundo con los valores del
Evangelio, es un choque ideológico en la forma de vivir, pero la verdad solo es
una, y es que el mismo Cristo que se entrega por nosotros, que es pura
misericordia, que es entrega sin límites, de esta manera se hace solidario con nosotros
y con la humanidad.
San Pablo nos dice que no hay muchos sabios según la carne,
que su sabiduría se basa en la riqueza, en el poder y en el placer, y eso es
más apetecible para el hombre que es manipulable y frágil, por eso nuestra
sociedad crea un modelo social débil, que se deja arrastrar por lo que el poder
social impone y propone, en donde desaparece el esfuerzo, el sacrificio, la
entrega y el gusto por darse a los demás, aparece un modelo social que encumbra
el “yo” por encima de todo, que pide derechos y servilismos a los demás, pero vacío
porque no es capaz de tener obligaciones y responsabilidades, porque no es
capaz de ponerse en el lugar del otro, porque carece de empatía.
Las Bienaventuranzas deben guiar nuestra vida, ahí se nos
proponen los valores que nos construyen como persona plena, capaz de ser feliz
desde la donación y la misericordia, en donde el orgullo y la soberbia quedan
de lado para ver más allá de uno mismo, para sentirse parte de un proyecto que
no es solo personal, que es universal, que es la llamada plena a la salvación
que trasciende nuestra condición terrena.
La pobreza, el desapego, ser mansos, que no es ser sumiso, es
ser apacible y generoso con la voluntad de Dios. Ser limpio, honesto y
trasparente, sin dobleces ni engaños, ni hacia uno, ni hacia los demás ni hacia
Dios.
El Señor escoge lo débil del mundo para manifestar la grandeza
de la misericordia, es más, para que podamos ver lo grande que podemos llegar a
ser si nos ponemos en manos Dios, felices seremos cuando cumplamos su propuesta
de vida, lo otro serán atajos que no nos llevarán a ninguna parte, digamos sí a
la verdad y seremos Bienaventurados.
Javier Abad Chismol
Párroco
Primera lectura
Sofonías 2:3; 3:12-13
3 Buscad a Yahveh, vosotros todos, humildes de la tierra,
que cumplís sus normas; buscad la justicia, buscad la humildad; quizá
encontréis cobijo el Día de la cólera de Yahveh.
12 Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, y en
el nombre de Yahveh se cobijará
13 el Resto de Israel. No cometerán más injusticia, no dirán
mentiras, y no más se encontrará en su boca lengua embustera. Se apacentarán y
reposarán, sin que nadie los turbe.
Salmo responsorial
Salmo 146:6-10
6 que hizo los cielos y la tierra, el mar y cuanto en ellos
hay; que guarda por siempre lealtad,
7 hace justicia a los oprimidos, da el pan a los
hambrientos, Yahveh suelta a los encadenados.
8 Yahveh abre los ojos a los ciegos, Yahveh a los encorvados
endereza, Ama Yahveh a los justos,
9 Yahveh protege al forastero, a la viuda y al huérfano
sostiene. mas el camino de los impíos tuerce;
10 Yahveh reina para siempre, tu Dios, Sión, de edad en
edad.
Segunda lectura
I Corintios 1:26-31
26 ¡Mirad, hermanos, quiénes habéis sido llamados! No hay
muchos sabios según la carne ni muchos poderosos ni muchos de la nobleza.
27 Ha escogido Dios más bien lo necio del mundo para
confundir a los sabios. Y ha escogido Dios lo débil del mundo, para confundir
lo fuerte.
28 Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo
que no es, para reducir a la nada lo que es.
29 Para que ningún mortal se gloríe en la presencia de Dios.
30 De él os viene que estéis en Cristo Jesús, al cual hizo
Dios para nosotros sabiduría de origen divino, justicia, santificación y
redención,
31 a fin de que, como dice la Escritura: El que se gloríe,
gloríese en el Señor.
Evangelio
Mateo 5:1-12
1 Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus
discípulos se le acercaron.
2 Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos
es el Reino de los Cielos.
4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en
herencia la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán
consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la
justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán
a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos
serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan
y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa.
12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa
será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas
anteriores a vosotros
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