viernes, 27 de noviembre de 2015

VIENE EL SEÑOR


SE ACERCA VUESTRA LIBERACIÓN

I Semana de Adviento (C-2015)

(Jer 33, 14-16. Sal 24. 1 Tes 3, 12-4, 2. Lc 21, 25-28. 34-36.)



El mundo se tiene que observar y contemplar con esperanza y con confianza, el Señor no nos ha dejado solos, sabemos que él tiene que venir a nuestros corazones, a nuestras vidas, esa es nuestra meta, de que venga a llenar nuestra existencia, de que nos ayude a superar el aparente sin sentido de nuestro mundo, del lugar que ocupa en el cosmos, en el universo.

Una ciudad nueva donde habite la justicia y la paz, una forma distinta de entender la humanidad, en donde el pecado, la corrupción, sea vencida por la fuerza del amor y de la solidaridad, sin Dios, sin su venida, no podemos hacer absolutamente nada, el Señor “es nuestra justicia”, con él podemos vencer la fuerza del mal, del ateísmo, de la indiferencia y de la crueldad del hombre que quiere devorarse unos a otros porque está lleno de odio, de ambición, de codicia y de ansia de poder.

El tiempo de Adviento es un tiempo privilegiado para el amor, para la esperanza, para estar expectantes a la venida de algo muy grande, es la espera que se convierte en fuente de amor y de paz, donde la justicia divina se impone por encima de la de los hombres, para ello tenemos que aprender a poner en práctica todo aquello que el Señor nos ha enseñado en las Sagradas Letras, los mandatos divinos que no vienen como imposición, que vienen como nuestra liberación de la esclavitud y del pecado.

Llegará un día que habrá signos fabulosos, porque viene el Señor, los alejados tendrán miedo por lo desconocido y por la evidencia de su error al rechazar al autor de la vida. Estemos preparados para esa venida, que no estemos embotados por todas las tentaciones terrenas, por lo que nos pervierte y nos aleja del amor y de la verdad, velad y orar para presentarse sin temor ante los ojos del Padre.


Javier Abad Chismol

martes, 24 de noviembre de 2015

ADVIENTO 2015

EL MISTERIO DE LA ESPERA: EL ADVIENTO


El adviento es el tiempo de la espera y venida de Dios en el corazón del hombre actual.
La tensión de la espera y la no-espera, no se sabe esperar, hay impaciencia, se busca la inmediatez, se quieren respuestas rápidas.
No sabe esperar, por eso les cuesta tener esperanza, se busca la respuesta en: la ciencia, la medicina, las leyes, los astros.
Todo, menos Dios, este se queda en el último lugar, es comodín final. Resurge la brujería, la adivinación, aquello que no compromete pero si soluciona, es la época de la droga, de la alucinación.
Realmente el hombre sigue buscando la salvación y siente en el corazón como un vacío, un desierto en busca de oasis, algo que le lleve a una paz que no sabe bien donde se encuentra.
Conocemos la historia de esperando a Godot de dos mendigos, esperan sin saber lo que esperan, ni a quien, ni como, ni fecha e incluso el lugar de la fecha, de pronto llega un muchacho indicando que va llegar al día siguiente, pero al día siguiente llega con la misma misiva de mañana, y los dos pobres siguen esperando.
Alguno puede verse reflejado en esta espera de Godot, de Samuel Beckett, es la situación del hombre postmoderno, un condenado a esperar algo que nunca llega, es el drama absurdo, son castillos de arena de la playa.
La espera constituye la misma trama de la vida. Es su fuerza y debilidad. Impaciente y serena, la espera es compañía de la vida en sus búsquedas y encuentros. Contiene sus secretos. A veces es su freno y su trampolín de lanzamiento, su memoria y latido de corazón... La espera es de algún modo nosotros mismos, con nuestras cualidades y defectos, con nuestras certezas y nuestros interrogantes, con nuestras necesidades y nuestros deseos. (E. Debuyst).
La Palabra de Dios que se proclama en el adviento resume las esperas y búsquedas del hombre iluminada cuando se agita el corazón y la mente. No es como el caso de Godot, sabemos a quién esperamos y sabemos que va a llegar.
El adviento es tiempo de esperanza y de conversión, que no perdamos esa perspectiva, no nos acomodemos a nuestra vida, y ya por resignación no esperemos nada.

Javier Abad Chismol

viernes, 20 de noviembre de 2015

CRISTO REY


JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO


Terminamos el año litúrgico, estamos a las puertas del adviento, de la preparación a la venida del Señor. Hacemos resumen de toda nuestra fe, de nuestra creencia, y colocamos a Jesucristo como Rey del Universo, llevamos a plenitud el mandamiento máximo del amor a Dios sobre todas las cosas, hoy proclamamos nuestro teocentrismo, nuestra afirmación de que Cristo es el centro de todo.

Hoy debemos salir de nuestro relativismo, de nuestro antropocentrismo, del gran engaño de la humanidad que quiere eliminar a Cristo para colocar al hombre, y si no lo elimina lo pone en un lugar marginal, ya no hay responsabilidad con la fe, ya no importa el primer mandamiento, ni el tomar el nombre de Dios en vano, ni tan siquiera desplazarlo, hoy no se santifican las fiestas, hoy Jesús se convierte en un títere que se saca en la función cuando mi escenario me lo requiere.

Debemos reconocer a Jesús como rey, un rey con gobierno y con potestad y no un puro adorno temporal y circunstancial, hoy escuchamos como David es elegido como pastor de Israel, es la imagen del buen pastor que guía a las ovejas y que estas reconocen su voz y le siguen. Vayamos alegres a la casa del Señor, a su encuentro, como la entrada triunfante en Jerusalén, Dios es rey y debe ser proclamado y reconocido como tal.

Hoy tenemos la llamada a incorporarnos a su reino en la tierra, a formar parte de su reinado que es la Iglesia, nosotros somos el cuerpo y él es la cabeza que rige y gobierna hasta el final de los tiempos.

Hoy Cristo nos llama desde la cruz que es su trono, desde un Reino que no es de este mundo, hoy se manifiesta la victoria y el triunfo del único que es el verdadero Rey del Universo.


Javier Abad Chismol.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos

EL SEÑOR SALVARÁ A SU PUEBLO

XXXIII Semana del Tiempo Ordinario



Muchas veces nos preguntamos hasta cuando, si el sufrimiento tiene un límite, o si la vida es una dura prueba que nos ha puesto Dios, y si es así porque lo hace. El hombre en sí es una eterna duda, es un interrogante al cual no sabemos muy bien como darle respuesta, ¿resignación o salvación? ¿Vida eterna o finitud terrena? Como dicen los libros de la sabiduría todo es vanidad, todo es paciencia, todo es resignación, todo es en definitiva ingeniárselas para sobrevivir en la espiral del absurdo del existir humano, un absurdo que lleva a su máxima fuerza en la ausencia de Dios y en la maldad del hombre.

Hoy se nos invita a reflexionar sobre el final del ser humano, sobre el consuelo, el juico y la condenación. Pero nos dice el libro de Daniel que triunfará el bien, los sabios, los justos, que las maldades sucumbirán en su propio pecado, el Señor premia la búsqueda de la santidad y también a aquellos hombres que han arriesgado todo para que se conozca la verdad, para vivir con el Señor y llevar una vida ejemplar como nos manda el Señor.

Cristo muere por nosotros, se entrega de una vez para siempre y por lo tanto nos da la posibilidad de salvación plena, algo que nosotros nunca podemos hacer solos, pero sí con la ayuda de la gracia y con sus protección, Él pondrá a sus enemigos como estrado de sus pies, aquellos que le calumniaron, le mataron, aquellos que quisieron expulsar del mundo al autor de la vida, aquellos recibirán la condenación eterna, no por la crueldad de Dios sino por el peso de sus pecados y su falta de arrepentimiento parra reconocer la verdad y la luz porque han preferido las tinieblas y la oscuridad.

El Señor llamará a sus elegidos, a esos que van con vestiduras blancas, aquellos que han sido redimidos por la sangre del cordero.

Estar preparados para la venida del Hijo del Hombres. Son muchos los signos que nos revelan su inminente llegada, y el tiempo apremia, para no caer en manos del pecado, del ateísmo o el agnosticismo, lo peor que le puede pasar al hombre es caer en el error de vivir en ausencia de Dios, de rechazar la verdad y por lo tanto convertir su vida en un puro fracaso, porque lo terrenal pasa y sucumbe y no es nuestra razón de existir, nosotros trascendemos lo mundano para llegar a la gloria feliz y eterna.


Javier Abad Chismol

viernes, 6 de noviembre de 2015

ELIAS Y LA VIUDA


NO TEMAS, CONFÍA EN EL SEÑOR

SEMANA XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO




Muchas veces no confiamos en el Señor, creemos que no vamos a poder ser capaces de seguir adelante, especialmente en estos momentos de crisis y de dificultad, nos lamentamos porque no tenemos bastante, porque no sabemos cómo vamos a seguir.

Es curioso, hoy el Señor nos invita a reflexionar sobre el valor de los bienes, del dinero, de los alimentos, y nos pone el dedo en la llaga, pone a prueba nuestra generosidad, justo en este momento, en plena crisis económica.

Hoy muchos de nosotros somos esa viuda que nos relata el libro de los Reyes, somos esa viuda a la que se dirige el profeta Elías, este le pidió, y la viuda afirmó que no tenía ni siquiera pan para ella y su hijo, pero aun así el profeta insiste, la mujer rompe toda la lógica, toda la proporción, y hace lo que se le manda, y que curioso hay suficiente para los tres, eso es confianza, eso es ponerse en manos de Dios, es la multiplicación delos panes y los peces, es dejar a Dios y no confiar tanto en nosotros mismos.

Ese es el sacrifico de Cristo que muere una sola vez por todos nosotros, para mostrarnos el camino de la generosidad, de la entrega, dejarse en manos de la divina providencia, al ejemplo de Jesús que rompe toda lógica, que todo un Dios Poderoso muere sin necesidad de hacerlo, que no hace alardes de poder sino de generosidad, caridad y gratuidad, Él llegará donde nuestra mente, nuestra razón y nuestra esta lógica no es capaz de llegar, es dejarse en manos de Dios e ir contra el mundo.

Por lo tanto no es lo que damos, no es nuestra generosidad aparente, es nuestra intención de perder para ganar, de ser desprendidos, de que no nos excusemos para no dar para no ser generosos porque no tenemos, todos podemos dar, y además a muchas maneras de demostrar la generosidad y la disposición a cumplir la voluntad de Dios.


Javier Abad Chismol