SOLEMNIDAD DE LA
INMACULADA CONCEPCIÓN
Hoy recordamos a la Virgen María, y lo hacemos matizando y afirmando
con fe uno de sus dogmas, María fue concebida sin pecado original, es decir que
no estaba herida por el pecado y por la corrupción del mal encarnada en el
demonio.
Es por lo tanto, la vencedora del mal, es el antídoto para
toda la humanidad para así vencer al mal y al pecado. Si por una mujer entró el
pecado en el mundo, por una mujer nos llega la redención y el perdón. Es cierto
que el género humano no pecó solo, fue ayudado por las fuerzas del mal, por
Satanás, por lo tanto tampoco podemos salir solos por nuestros medios.
Recordemos en que consistió el Pecado Original, es un acto en
el que la humanidad y cada hombre tiene que luchar para no caer en la
tentación. Nos queremos creer superiores, queremos ser más que los demás,
queremos en definitiva pasar sobre Dios, apartarle o eliminarle. Pues bien,
hacer esto es aniquilar al propio hombre y a la humanidad, porque el hombre sin
Dios se convierte en un ser despiadado, en donde triunfan los fuertes y se
abusa de los débiles.
En definitiva sin Dios la humanidad se destruye, y del
corazón de cada hombre nacen los instintos más primarios y destructivos. Por eso
hoy nos tenemos que acercar a María para que sea nuestro apoyo, nuestra
auxiliadora, nuestro refugio, ella vence al pecado y al demonio, aplasta la
cabeza de la serpiente y nos lleva a la salvación y al encuentro con el Padre.
También en Jesucristo encontramos al nuevo Adán, que nos cura
del pecado del primer hombre, nos justifica, nos lleva a la Iglesia y nos
purifica por el sacramento del Bautismo.
Por eso María nos lleva de la mano, nos ayuda a fiarnos del
Señor, a seguir su camino y aceptar su voluntad en nuestras vidas. Que resuenen
en nuestras vidas las palabras de María; Hágase tu voluntad.
Javier Abad Chismol
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