viernes, 27 de mayo de 2016

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO 2016


“ALABADO SEA EL SANTÍSIMO 

SACRAMENTO”



Celebramos la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, celebramos la mayor entrega de amor que se ha realizado en toda la historia de la humanidad. El Padre que nos amó sin medida nos dio a su único Hijo Jesucristo para anunciarnos el camino de la salvación.

Tanto nos amó que se entregó por nosotros en la cruz, cargó con nuestro pecados y nuestras infidelidades.

Una vez terminado su camino por este mundo nos dejó la Eucaristía como viático, como alimento para el camino. Su alimento es para la vida eterna, camina con nosotros y cada vez que comulgamos el Señor pasa a formar parte de cada uno de nosotros, nos configuramos con Él y por lo tanto el Sacramento nos da la comida espiritual que necesita nuestra alma, para así alcanzar la plenitud y gozar ya del amor de Dios en nuestra vida mortal.

En la Eucaristía se nos ofrece el remedio de la inmortalidad y la prenda de la resurrección. La Eucaristía es el misterio de la fe, todos los días la celebramos, pero en esta solemnidad tiene que ser de una manera especial. 

El Sumo Sacerdote Melquisedec agradece a Dios la victoria, y lo hace con el pan y con el vino.

La multiplicación de los panes es el anuncio de la Eucaristía, pero lo es como algo que nos llevará mucho más allá de nuestra vida mortal, nos da la verdadera vida, la que no perece y se marchita, es el alimento que nos dará la fuerza para seguir en la misión que cada uno tenemos encomendada en nuestra vida, solos, sin brújula, ni mapa, no podemos seguir, tenemos que reconocer a Cristo como; camino, verdad y vida.


¡ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO!

¡ALABADO SEA POR SIEMPRE!


Javier Abad Chismol.

sábado, 14 de mayo de 2016

PENTECOSTÉS 2016


ENVÍA TU ESPÍRITU



Estamos en el tiempo de la plenitud del Espíritu Santo. Él es nuestro gran defensor, es el que impulso a Jesús en la vida pública, y ese mismo espíritu guío a la Iglesia en sus primeros pasos, y es más, no podemos olvidar que es ese mismo impulso el que nos sostiene y nos ánima a permanecer en la Iglesia de Cristo.

Concluyen en Pentecostés los cincuenta días de la Pascua y lo conmemoramos junto con la efusión del Espíritu Santo sobre los discípulos en Jerusalén, los orígenes de la Iglesia y por lo tanto, la misión de la Iglesia, una misión a la que se incorpora toda la humanidad, y que somos todos coparticipes. Por nuestra condición de bautizados, y por la gracia recibida en el bautismo nos incorporamos a la misión.

La presencia del Espíritu tiene una triple finalidad: primero continuar en la Iglesia en el plan de la historia de la salvación para con toda la humanidad; segundo: para llevar a término la obra comenzada por Cristo después de la Ascensión del Señor y convertir de esta manera a los discípulos en mensajeros de paz y perdón; y tercero: para que el Espíritu Santo comunique sus dones a sus fieles a favor del bien común y de la Iglesia.
Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.

Que al igual que los discípulos en Pentecostés podamos llenarnos de la gracia para poder entendernos todos los hombres con el lenguaje universal del Evangelio que es la caridad y el amor.

Dejemos que el Espíritu actúe en nuestras vidas para llevar a término la misión encomendada a la Iglesia que es el anuncio del Evangelio, de la verdad que nos hace libres.


JAVIER ABAD CHISMOL

viernes, 6 de mayo de 2016

LAS ASCENSIÓN DEL SEÑOR 2016


SERÉIS MIS TESTIGOS 


Hoy el Señor asciende a la derecha del Padre, asciende entre aclamaciones de los ángeles, recordamos algo muy importante para nuestra fe, hoy reconocemos que Jesús es Dios, que Jesús es el Mesías, que es el enviado por el Padre para anunciar el camino de la salvación, que es lo mismo que decir que podemos descubrir que podemos ser felices aquí y ahora, que podemos ser hombres y mujeres libres y alcanzar la plenitud.

Celebrar el misterio de la ascensión es reconocer que el Señor ha venido a nosotros por puro amor, por caridad; “nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos”. Jesús ha cumplido la misión encomendada por el Padre, una misión que es pura entrega hasta el extremo. Estuvo entre nosotros para hacerse cercano y cotidiano, para que reconocer al Señor no sea algo de unos pocos, o de la superstición, es algo posible y cercano.

En ese hacer de Dios está la sabiduría y la plenitud, está la razón de nuestro existir, y sobre todo la posibilidad de ser felices de verdad, porque no estamos solos, porque tenemos un gran defensor que está a nuestro lado y que nunca nos dejará, es el Espíritu Santo, que nos acompaña todos los días de nuestra vida, esa fuerza no nos dejará, será nuestro guía, nos concederá sabiduría y prudencia, y lo que es muy importante fuerza para ser testigos de la verdad plena.

Nuestra misión es el Anuncio de esa verdad que se nos ha revelado, y ese Anuncio es que Jesús vino al mundo, predico haciendo el bien, nos dio el Evangelio, murió por cada uno de nosotros y resucito de entre los muertos venciendo así a la muerte, y que ascendió al cielo y se encuentra sentado junto a la derecha del Padre para interceder por todos nosotros.


JAVIER ABAD CHISMOL