viernes, 26 de febrero de 2016

III SEMANA DE CUARESMA C-2016

LA ZARZA ARDIENDO

“YO SOY”



El Señor es el que es, no hay otro, aunque el mundo quiera vender más dioses, estos son fruto de la imaginación del hombre de ser tan pretencioso de querer fabricar a dios, ¿Qué criatura inferior puede fabricar a dios? Ninguna, porque esta no sería dios, sería un fabricado, un dios que utilizo para conectar con la divinidad, pero que al final no es nada, es hueco y vacío.

El Señor se dirigió a Moisés, se le manifestó a través de la zarza ardiendo, una zarza que no se consumía, que maravillaba, que se encontraba en lugar santo y sagrado, y como siempre un mensaje para el pueblo, un mensaje que se sigue manifestando una y otra vez a todos los pueblos. Hablamos del mensaje de la liberación, de salir de la esclavitud que oprime y no deja ser libre al hombre, esa atadura no es producida solo por hombres tiranos, es producida por el afán del hombre de ser dios, de dominarlo todo, de alimentar su soberbia y sobre todo la autosuficiencia.

El Señor viene hoy a nosotros a sacarnos de nuestro pecado de nuestra incredulidad y nos llama a descubrir la tierra prometida, a ser libres de  verdad, a romper las cadenas y decir que el Señor es el que es, y que no hay otro fuera de él.

Tengamos cuidado en el camino de peregrinación en esta vida, no caigamos ante las dificultades, como nos dice san Pablo, todos salieron en busca de la tierra prometida y ¿Quién no busca en esta vida una tierra prometida, una vida mejor para él y los suyos? Pero luego resulta que el camino no es nada fácil. Nosotros somos ese pueblo llamado por Dios a salir de nuestra esclavitud y nos ponemos en camino, pero en ocasiones las dificultades del camino, nuestro pecado, nuestra debilidad, ahoga nuestra buena intención, y acabamos maldiciendo a Dios por habernos sacado de la esclavitud, porque a lo mejor a veces es más cómodo vivir aposentado en el pecado, ser preso de los pecados, del egoísmo, del placer, de la comodidad, no queremos hacer el esfuerzo de salir de ahí, y negamos el rostro a Dios, o nos ponemos en camino a medias.

Esto es igual que los bautizados que viven al margen de Dios, dijeron si en cierto modo, pero realmente es un no, no dejan lugar al señor en sus vidas, no practican los sacramentos, ni la comunión fraterna, no  viven con el verdadero Dios, están al margen, viven presos del egoísmo de sí mismos, y dicen un sí a su dios disfrazo de cristianismo.

Nuestra vida tiene que dar fruto, pero a veces nuestra ceguera hace que consumamos vida en vez de realmente vivirla. Nos planteamos algo muy importante, ¿Si decimos si a Dios? ¿Nos irá todo bien? Es el gran error de la fe inmadura, que piensa que Dios te librará de los males de este mundo, como vemos hay ciertas cosas que ocurren igual a todas las personas, tales como los accidentes, las enfermedades, la muerte, etc., es la propia condición humana, nuestro peregrinar llega más allá, porque trasciende la existencia terrena, no olvidemos que nuestra meta no es esta vida.

Javier Abad Chismol

Párroco

sábado, 20 de febrero de 2016

II SEMANA DE CUARESMA 2016-C

LA TRANSFIGURACIÓN DEL SEÑOR

ALIANZA DEL SEÑOR CON ABRAHAM,

EL CREYENTE



Abraham cree en el Señor invisible sale de sí mismo, renuncia a su incredulidad y a sus ataduras, Él puso su confianza en el Señor y fue capaz de decir sí, supo dejar a sus parientes, amigos,  y de esta manera atendió la voluntad del Señor y se puso a caminar hacia la tierra que el Señor le prometió.

Dios nos salva y nos da una vocación santa, es una llamada para poder trascender todo lo que hacemos y todo lo que vivimos, y desde luego no lo ha hecho por nuestros méritos ni por nuestras buenas obras, lo ha hecho por puro amor y en gratuidad.

Hoy el Señor se transfigura delante de nosotros, que es como decir que le reconocemos, y lo hacemos además como Señor, muchos le verán pero no le verán, muchos oirán su nombre pero no le reconocerán, el Señor se transforma y a su vez nos transforma a nosotros, Él cambia nuestras vidas. Porque son muchos los que son esclavos de la carne y de los instintos más primarios, y en ese vivir presos del mundo se cierran a la conversión y a la salvación y andan como perdidos, buscando donde no hay.

Cuando el Señor se transfiguró ante los discípulos todos experimentaron lo bien que se estaba en esa presencia mística, como se alcanzaba un grado que superaba todo lo terreno, por eso decimos que estar con el Señor en este mundo, reconocerle, es lo más parecido a la vida eterna, la cual esperamos, añoramos y deseamos.

En esa presencia mística del Señor, se oyó una voz que decía; “Este es mi hijo amado, en quien me complazco, escuchadlo”.

Esas palabras, ese rostro de luz en el Señor, nos da confianza aunque nos dé temor, pongamos nuestra vida en manos del Padre y el transformará nuestras vidas, hará que su rostro brille como el sol y afirmemos el sí de Abraham y el sí de María, renovemos nuestra confianza y nuestro amor al Señor y acerquemos al misterio de la trascendencia.


Javier Abad Chismol.

sábado, 13 de febrero de 2016

TENTACIONES DE JESÚS, I SEMANA DE CUARESMA C-2016


NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN



Comenzamos el tiempo de la cuaresma, es el tiempo de la reflexión y de la revisión de vida, es tiempo de hacer un pequeño alto en el camino y escuchar la voz del Señor.

La mayor tentación del hombre es la que escuchamos en el libro del Génesis, es la tentación de la serpiente, del demonio, a Eva, a la humanidad entera, y no es otra que querer prescindir de Dios, anularle y querer suplirle, recordemos la frase de la serpiente; “Si comes del árbol serás como Dios”.

Hoy, nuestro mundo sigue queriendo eliminarlo, apartarlo, y es precisamente ahí donde el hombre cae en la mayor tentación y sucumbe presa de sus caprichos y de su nueva moral adaptada a los tiempos del momento.

Al anular a Dios desconocemos la profundidad del bien y el mal y entonces caemos cautivos del relativismo y de la subjetividad.

Si por un hombre entró el pecado en el mundo, así por un hombre, nos entro la salvación, Cristo es el nuevo Adán, el que nos lleva a las puertas de la salvación y orienta de nuevo nuestras vidas, y de esta manera manifestamos que Cristo murió por nuestros pecados y nos ha redimido con su sangre, del mismo modo que por un hombre pecamos todos, por un hombre nos salvamos.

El demonio tentó al Señor en cuanto hombre, porque se hizo uno de nosotros, sintió hambre y el demonio le dijo que convirtiera las piedras en pan, y Jesús le respondió; “No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Le pidió que manifestará su grandiosidad y le dijo; “No tentarás al Señor tú Dios”. Le ofreció la grandeza de todo el mundo y le dijo; “Adorarás al Señor tú Dios y sólo a Él darás culto”.

En definitiva, deja a Dios ser Dios, y con la gracia y el espíritu vencerás la tentación.


Javier Abad Chismol.  Párroco

viernes, 5 de febrero de 2016

LA VOCACIÓN Y EL ENVÍO

DIOS ESCOGE Y ENVÍA


V semana del tiempo ordinario (C-2016)


Dios quiere que todos los hombres se salven, que entren por la puerta de la salvación, por lo tanto no nos deja solos, Él se manifiesta a todos los hombres, a toda la humanidad y lo hace a través de la propia historia humana, viene a nosotros, a nuestra realidad, en nuestro momento concreto.

Es el profeta el enviado, aquel  que recibe la misión de anunciar la verdad a los pobres, a liberar a los cautivos del pecado y del ateísmo, de la servidumbre a los falsos dioses, y se manifiesta en toda su grandiosidad, con signos grandiosos y visibles a nuestros torpes ojos, para que se demuestre su trascendencia y su gloria.

Es la vocación de Isaías, que se siente indigno ante su pequeñez y la magnitud de la misión que se le encomienda, Dios lo purifica y lo envía a ser presencia ante los hombres.

Pablo pasa de ser perseguidor a apóstol, un gran absurdo que solo se puede entender desde la conversión y la fuerza de la gracia, el Señor Jesús acude a él y transforma su vida, les recuerda a todos lo importante que es creer en Jesucristo, que le creamos como el Hijo de Dios, no como un hombre más, por eso hay que afirmar la divinidad de Jesús, la fe y la esperanza en la resurrección, esos son los pilares de nuestra fe, el misterio trinitario y la fuerza de la gracia y el Espíritu Santo.

Jesús llama a su Iglesia, a sus discípulos, a todos nosotros, a que seamos capaces de fiarnos de Él, no a confiar tan solo en nuestras fuerzas, cuando les dice que remen mar adentro ellos desconfían, porque no habían pescado nada antes, pero es la fuerza de la gracia, de la misión, la que hace que se vuelvan con las redes repletas, esa es la confianza que tenemos todos que tener, rememos mar adentro, dejémonos transformar por el Señor, Él nos ayudará y nos guiará, él nos protegerá, acojamos el ENVÍO y el transformara nuestras vidas.

Javier Abad Chismol


Párroco