domingo, 22 de septiembre de 2013

XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO



ORAR CON LAS MANOS ALZADAS Y LIMPIAS
XXV SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO (2013)


El Señor nos pide un corazón puro, un corazón que no sea esclavo de las cosas de este mundo.  El afán de las riquezas sólo lleva a querer desear más y más, y es que, el corazón del hombre cuando se quiere llenar de dinero y el poder, no encuentra límite, no puede el hombre saciarse de aquello que sólo lleva a una codicia que no tiene tope ninguno, sólo la generosidad y el desprendimiento salva lo más profundo que tenemos en nuestro ser.
Para ello el Señor nos pide que seamos pobres, pobres en cuanto somos seres necesitados de Dios y por nuestra condición también de los bienes de este mundo, aceptemos nuestra condición de pobreza, y que sólo el Señor nos revelará donde se encuentra nuestra verdadera riqueza y por lo tanto de que tiene que llenarse nuestro corazón.
Para servir a Dios por encima del dinero y del poder es necesario orar con las manos alzadas y limpias de ira y de divisiones, las cosas de este mundo dividen y enfrentan a las personas hasta destruirse en muchos casos.
Los profetas, Jesús y los apóstoles denunciaron el afán por las riquezas. Así el profeta Amós recrimina la corrupción de su tiempo. El amor al dinero y al poder llevar a cometer grandes injusticias, cuyas víctimas casi siempre son los pobres.
Jesús quiere que descubramos la verdadera libertad que nos permite no ser esclavos de nuestros instintos primarios, que se agudizan con la ausencia de Dios.
Por eso tenemos que ser astutos y servirnos de las cosas de este mundo para el bien, nunca para dejarnos llevar por el mal, que nos seduce para tener más y más sin importarnos las consecuencias y lo que podamos perjudicar a los demás y a nosotros mismos.
Astucia e inteligencia que emana del amor de Dios que nos permite ser verdaderamente libres.
Javier Abad Chismol. 

sábado, 7 de septiembre de 2013

XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO





XXIII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


LA VERDADERA SABIDURIA





¿Quién comprende lo que Dios quiere? Queremos comprender lo que Dios quiere sin conocerlo y sin acercarnos al misterio, es más, vivimos al margen de este y luego, se le piden explicaciones de lo que nos acontece en la vida. Es como si compráramos algo y tiráramos las instrucciones a la basura y después denunciáramos al fabricante porque no sabemos utilizarlo, eso es como vivir sin Dios, es necedad, y no sabiduría.

Nuestros pensamientos son frágiles, nuestro cuerpo corruptible, la sabiduría es la  verdadera oración para entender los designios de Dios.

La nueva y verdadera sabiduría se manifiesta en el “reconocimiento” de la voluntad de Dios, y esta se basa en la libertad, el Señor nos ama y nos deja que nos equivoquemos, el Señor nos quiere libres, y para eso nos da la libertad, un precioso tesoro que puede convertirse en nuestra perdición.

Tenemos que estar dispuesto a amar al Señor sobre todas las cosas, de esta manera experimentaremos lo que es la verdadera libertad y la felicidad, no podemos querer más las cosas de este mundo, cosas frágiles como nuestra debilidad humana que tarde o temprano perdemos, el sabio es el que escucha al Espíritu, el que carga con la cruz y sigue al Señor sin condiciones.

En la vida tenemos que ser previsores, no querer ser como dioses, sobrevalorando nuestras fuerzas y negando a Dios, o lo que es más común, dejarlo de lado, sin negación hay ausencia, es el creyente no practicante, el que cree solo en su vida, sus proyectos, sus fuerzas, y Dios aparecerá cuando no haya remedio, es un dios tapa agujeros. Pidamos para que descubramos al Señor antes de que sea demasiado tarde, antes que nuestra frágil condición humana se marchite y agote.



Javier Abad Chismol.  Parroco