IIDOMINGO DE PASCUA
(C-2013)
LA RESURRECCIÓN DEL
SEÑOR
¡ALELUYA! CRISTO HA
RESUCITADO
Hoy el anuncio de la Pascua resuena en nuestros corazones, en
toda la Iglesia, es la alegría plena que nos da la resurrección de Jesús,
Cristo ha vencido a la muerte, ha vencido a las tinieblas, a la oscuridad y al
pecado, y por lo tanto viene a rescatarnos, él es nuestra esperanza, nuestro
consuelo y nuestra salvación, porque ha vencido a nuestro gran enemigo que es
la muerte.
Después de vivir con intensidad los días de la pasión del
Señor, hoy contemplamos su gloria, hoy se transforma nuestra tristeza en
alegría plena. Nuestra vida cotidiana va íntimamente unida a lo que significa
la muerte con la derrota, la muerte se convierte en el final, es la desesperación
del fracaso. Todo el género humano quiere controlarlo todo, no quiere que nada
se le escape, y ante la muerte solo está la resignación o el conformismo.
La Pascua es para todos los cristianos signo de nuestra fe en
que la vida no termina junto al sepulcro, de que estamos llamados a trascender
nuestra existencia terrena para poder así llegar a una plenitud plena, en
definitiva dar la vuelta al sufrimiento, al dolor, a la injusticia y a la
muerte, para que se convierta así en gozo.
Hoy transformamos la huida, el miedo, el abandono, la
traición, en vida de esperanza, hoy oímos las palabras del Señor en nuestro
corazón, hoy le escuchamos: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, en que cree
en mí, aunque haya muerto vivirá, ¿crees esto?
Hoy queremos ser como esos curiosos que se acercaban a los
discípulos para ser curados, curados sobre todo de la incredulidad y de la
ignorancia, una ignorancia que nace de la arrogancia del ser humano que no se
deja curar por el Señor. Los milagros solo son posibles si tenemos la fe
suficiente para que sea así, es decir, ver las maravillas de la humanidad desde
la clave del amor bondadoso de Dios.
Tenemos que ser crédulos y no incrédulos, salir de nuestro
poderoso ego anclado en la razón para ser hombres y mujeres de fe, que no nos
pase como Tomás, hasta que no toco no creyó, luego vinieron las lamentaciones
por no fiarse, pero es que no nos acabamos de fiar, nos falta fe.
Hoy nosotros al igual que los apóstoles buscamos los bienes
de allá arriba, ponemos nuestra esperanza en aquello que trasciende, y hoy por
lo tanto estamos dispuestos a morir por Cristo, porque morir es vivir, y vivir
sin Cristo es la muerte que no tiene cura. Que escuchemos las palabras de Jesús
en nuestras vidas,
¡PAZ A VOSOTROS!
Javier Abad Chismol
Párroco
SANTO DE LA SEMANA
Vicente Ferrer
Interior Casa Natalicia de San Vicente Ferrer en
Valencia
Vicente Ferrer OP (
Valencia, 23 de enero de 1350 –
Vannes 5 de abril de 1419), en valenciano Vicent Ferrer, fue un
dominico valenciano,
taumaturgo, predicador,
lógico y
filósofo.
Es el patrón principal de la Comunidad Valenciana; en su conmemoración se levantan en las calles de
Valencia
escenarios llamados "altares", donde son representadas por niños
escenas de su vida y milagros. Es un santo muy apreciado en la mayoría
de los lugares que recorrió en sus viajes de predicación.
Conocido cariñosamente como
"Sant Vicent el del ditet", debido a que, según leyendas populares, logró varios milagros alzando su dedo índice, siendo así representado en su
iconografía;
también es representado por "alas", porque está considerado como el
"ángel del Apocalipsis", ya que él mismo se consideró un "legatus a
latere Christi" y anunció en numerosas ocasiones la inminente llegada
del Anticristo y el fin del mundo, tal como hizo, por ejemplo, en los
varios sermones que predicó en la ciudad de Toledo en el año 1411.
Asimismo, sus predicaciones por diversas ciudades de Europa, sobre
todo en Italia, fueron constantes a raíz de la célebre visión que tuvo
en la ciudad de
Aviñón en el año 1398. Era seguido por multitudes que lo acompañaban en sus itinerarios, entre ellas un séquito de
flagelantes
que se azotaban las espaldas como purga de sus pecados. Solía viajar
subido sobre un asno y se alojaba en los conventos de frailes dominicos
de las ciudades y pueblos en donde predicaba.
Multitud de ermitas y altares recuerdan en muchos rincones de la
Europa occidental, anécdotas históricas o apócrifas, la multitud de
milagros realizados por el santo en su largo camino de predicación o
reliquias de San Vicente.
Muy importante fue su activa y decisiva participación en el
Compromiso de Caspe, en donde fue elegido como rey de Aragón
Fernando de Antequera, de la dinastía Trastamara procedente de Castilla.
Biografía
Vicente Ferrer nace en Valencia el
23 de enero de
1350.
Fueron sus padres Guillermo Ferrer, y Constancia Miguel. Tuvieron tres
hijas y tres hijos. Pertenecía a una familia acomodada del "cap i
casal", la ciudad de Valencia. Su padre era notario y estaba bien
relacionado con las clases altas, lo que le permitió un bautizo con
ilustres padrinos y el "beneficio de Santa Ana" en la Parroquia de Santo
Tomás. Cuando nació Vicente
Valencia terminaba de sufrir la
Peste Negra.
Sus primeros estudios fueron en Valencia, en una de sus múltiples
escuelas, donde se inició en "estudios de latinidad". En febrero de 1367
tomó el hábito tras haber ingresado en el Convento de los Predicadores
de Valencia, los dominicos. Entre 1368 y 1375 fue enviado por sus
superiores a profundizar sus estudios en
Lérida,
Barcelona y
Toulouse.
En Lérida dio clases como profesor de Lógica, donde se encontraba en su
época el Estudio General de la Corona de Aragón, la Universidad.
En el Cisma de Occidente
Vicente trabajó activamente en conseguir solucionar el llamado
Cisma de Occidente. En 1377 regresaban los Papas a Roma tras casi tres cuartos de siglo en
Avignon.
Pero al morir Gregorio XI se eligió al conocido como Urbano VI, lo que
llevó a graves disturbios y momentos de tensión con denuncias sobre la
legalidad de la elección. Las ausencias de algunos electores y las
presiones francesas a las que se sumó el cardenal español Pedro de Luna
conocido posteriormente como el
Papa Luna,
llevó a que un grupo de electores declarara nula en agosto la elección y
eligiera el 20 de septiembre a Clemente VII. La europa Cristiana
quedaba dividida entre los que obedecían a Roma y los de Avignon.
Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso, terminó por apoyar a Clemente VII
y este delegó en Vicente Ferrer para intervenir en el reino de
Valencia, donde ya se encontraba el delegado de Urbano VI.
Su actividad en Valencia a favor de Clemente VII fue intensa, lo que
llevó a que el rey recibiera distintas cartas y denuncias unas a favor y
otras en contra. Tal fue la situación que le llevó a renunciar
voluntariamente a su cargo de Prior del Convento de los Predicadores,
cargo que ostentaba desde hacia algún tiempo. Su apoyo a Avignon le
llevó a escribir un tratado en 1380.
En esta época Vicente siguió su trabajo de predicación por todo el
antiguo reino de Valencia, de las que tenemos constancia, como una
Cuaresma en Segorbe u otra en Valencia capital. También hay que destacar
su intervención en sentencias entre religiosos, o sus clases como
profesor de teología en "La Seu" (catedral) de Valencia entre 1385 y
1390.
En 1394 fue elegido papa de Avignon Pedro de Luna como Benedicto
XIII, y llamó a Vicente, le ofreció distinciones cardenalicias y
obispados, pero Vicente no veía con buenos ojos el ambiente de la curia
de Avignon y marcha al convento de los predicadores de la ciudad. El
cisma le causaba un gran dolor interior, y en ese momento sufre una
enfermedad que parecía llevarle a la muerte. El 3 de octubre tiene una
visión que cambia el rumbo de su vida y desde ese momento se dedica a la
predicación itinerante, a la que se consagra totalmente, recorriendo
los caminos de Europa occidental a pie.
Vicente seguía siendo partidario de los papas de Avignon. Recordaba
las plagas bíblicas y afirmaba que la novena plaga eran las tinieblas:
durante tres días estuvieron hombres y mujeres sin verse el uno al otro y
decía que esto significaba el Cisma y los tres días eran los tres papas
que había en ese momento, Juan, Gregorio y Benedicto.
Tras su intervención en Caspe y en sus frecuente encuentros con el
rey Fernando, Benedicto XIII y el emperador Segismundo tratan sobre la
unión de la Iglesia. El 6 de enero de 1416, Vicente Ferrer en Perpiñán,
leyó un documento por el que la Corona de Aragón se sustraía de la
obediencia a Avignon. Al año siguiente en 1417 fue elegido Martín V como
Papa de toda la Cristiandad.
En el Compromiso de Caspe
Casa natalicia de San Vicente Ferrer
Acceso al
pouet de Sant Vicent, junto a su casa natalicia
Portal del
Pouet de San Vicent Ferrer en Valencia
Su participación es sin duda un hecho fundamental para el futuro de toda España, tanto en su época como posteriormente.
Su participación está documentada por su propio hermano Bonifacio que
también participó como compromisario representando a Valencia.
Vicente llegó a Caspe en abril de 1412 y era el octavo compromisario
por orden jerárquico, pero fue el primero, tal vez por su prestigio y
peso moral en emitir el voto, y seguramente esto fue decisivo para el
futuro de la Corona de Aragón y de la futura España. Su voto fue a favor
de Fernando de Antequera y tras él, su hermano y otros cinco
compromisarios de Aragón y Valencia hicieron lo propio votando también
por Fernando, dos compromisarios votaron por el Conde de Urgel, uno se
abstuvo y otro no había formado una opinión.
1
Según algunas crónicas los partidarios del conde de Urgel trataron de asesinar a Vicente por tierras de Lérida.
Vicente y otras religiones
Vicente Ferrer dedicó una parte importante de su actividad como predicador a misionar entre los judíos.
2 Su lema era
bautismo o muerte.
3
Sus predicaciones recogían el parecer popular, mostrando en dichos y
comparaciones la opinión de la gente de su época, marcada por la tensión
social y religiosa entre cristianos y judíos. De los judíos dijo que
eran
animales con rabo y que menstrúan como las mujeres.
4 Afirmaba que
los
judíos tienen entre otros el más oculto y abominable oprobio pues les
sale de la cara aquel exangue olor y amarillez de su rostro (...) La
señal de Caín está puesta sobre ellos y es el olor que exhalan.
5 Fue impulsor del
pogromo de 1391
en el barrio judío de Valencia, donde actualmente se ubica la plaza San
Vicente Ferrer; y en Toledo consiguió la transformación de la Sinagoga
Mayor de Toledo en la
Iglesia de Santa María la Blanca.
6 Como resultado, bien de sus predicaciones, bien de la violencia de la
revuelta antijudía de 1391, una gran cantidad de judíos se convirtieron al cristianismo, originándose a partir de entonces una importante comunidad de
cristianos nuevos.
Hay autores que niegan que Vicente Ferrer estuviera en Valencia en
1391, y que insisten en que nunca aprobó la violencia, aunque sí que
pensaba que aquel quebranto era una buena oportunidad para intensificar la catequesis.
7
Su trabajo se vio facilitado por su conocimiento intenso del hebreo, las tradiciones, y las Escrituras.
8
Vicente tuvo un trato especial con los convertidos, encargando su
formación y educación en el cristianismo a personas seleccionadas, o
como el converso musulmán Atmez Hannexa, que tomó el nombre de Vicente
cuando se bautizó, del que se preocupó para que él y su familia tuvieran
una pensión para su socorro y sustento, y pudiera predicar entre
musulmanes y cristianos
[cita requerida].
Últimos años de su vida
Le pidieron que asistiera al Concilio de Constanza, pero él optó por
seguir con su trabajo y continuó predicando por Francia, evitando las
zonas en guerra.
Recorrió el Mediodía francés, la Auvernia, pasando luego a la
Bretaña, donde transcurrirán los últimos meses de su vida. Encontrándose
gravemente enfermo, decidió partir hacia Valencia. Sufrió una terrible
tempestad al salir del puerto de Vannes lo que él interpretó como una
señal de Dios para que volviera a Vannes a pasar el resto de sus días.
Falleció en Vannes el 5 de abril de 1419. Su sepulcro se halla en la
catedral de dicha ciudad.
Canonización
En 1431, el Papa Eugenio IV ordenó estudiar el asunto de su
canonización, pero ahora se interpuso el nuevo cisma de Amadeo de
Saboya.
Nicolás V aconsejó a los frailes celebrar el Capítulo general de 1453
en Nantes y preparar el proceso. Y encargó que tres cardenales que
investigasen la vida y los milagros del predicador; entre ellos estaba
Alfonso de Borja, el futuro Calixto III, el primer Papa valenciano de
dicha familia. Mantuvieron entrevistas con obispos, abades, frailes y
gente común en Nápoles, Avignon, Toulouse y en la región de Nantes,
interrogando a 28, 18, 48 y 310 testigos respectivamente.
Ya fue Calixto III, quien recibió las actas de estas investigaciones.
Calixto III
solía "decir a los cardenales y al Maestro de toda la Orden fr. Marcial
que siempre había tenido por cierto su pontificado desde que San
Vicente se lo prometió". Se han realizado fundamentales aportaciones
documentales, que nos muestran que ello no es fruto de los biógrafos,
sino convencimiento del propio Calixto III que lo afirmó en numerosas
ocasiones y recogieron autores muy cercanos a los hechos.
El día 29 de junio de 1455 tras votarlo en el consejo de cardenales, Calixto III anunció la canonización de Vicente Ferrer.
Mensaje a los valencianos
San Vicente Ferrer dio un mensaje para que lo llevaran a todos los
valencianos, que podemos considerar como su testamento. El mensaje dice
así:
"¡Pobre patria mía! No puedo tener el placer de que mis huesos
descansen en su regazo; pero decid a aquellos ciudadanos que muero
dedicándoles mis recuerdos, prometiéndoles una constante asistencia. y
que mis continuas oraciones allí en el cielo serán para ellos, a los que
nunca olvidaré".
"En todas sus tribulaciones, en todas sus desgracias, en todos sus
pesares, yo les consolaré, yo intercederé por ellos. Que conserven y
practiquen las enseñanzas que les di, que guarden siempre incólume la fe
que les prediqué, y que no desmientan nunca la religiosidad de que
siempre han dado pruebas".
"Aunque no viva en este mundo, yo siempre seré hijo de Valencia. Que
vivan tranquilos, que mi protección no les faltará jamás. Decid a mis
queridos hermanos que muero bendiciéndoles y dedicándoles mi último
suspiro".
Vicente milagrero y con el Don de lenguas
860 prodigios o milagros constan en Proceso de su Canonización como
obrados por el Predicador Dominico en vida y después de morir, que
comprobaron los Jueces del Proceso. Muchos testigos declararon en el
Proceso que, hablando Vicente Ferrer en valenciano, ellos le entendían
perfectamente en su lengua nativa, por lo que se consideró que poseía el
"Don de lenguas".
San Vicente Ferrer, "predicando siempre en su lengua Valenciana", era
comprendido por castellanos, franceses, vascos, italianos del Piamonte y
Lombardía ...